13, Rue del Percebe
En la colaboración de febrero nos acompañó el “El profesor Franz de Copenhague” y no podía dejar pasar más tiempo sin traer a la revista otra gran aportación de la llamada historieta, tebeo o cómic español, que no es otro que “13, Rue del Percebe”. Si mi querido lector tiene problemas con la comunidad de vecinos de la finca en la que vive, es de obligada lectura alguna de estas tiras cómicas, pues descubrirá que sus vecinos no están tan orates como usted creía, o quizás…. lo están más de lo supuesto. Juzgue usted mismo. Empezamos.
Orígenes
13, Rue del Percebe, nació un 6 de marzo de 1961, en la revista “Tío Vivo”. Se trataba de la sección de un edificio, en la dirección que el lector puede imaginar, donde se mostraban los diferentes ambientes e inquilinos que componían la finca.
Pero antes de 13, Rue del Percebe, ya habían existido otras historietas que habían usado el recurso de dibujar un edificio con la fachada seccionada para poder ver su interior.
Joaquim Xaudaró en 1900 en la revista Blanco y Negro publicaba una interesante viñeta titulada “La Epidemia reinante” donde nos mostraba las intimidades de las diferentes moradas de un edificio. El autor retomaría esta estructura en “Una casa en nochebuena”, dos años después en 1902.

Will Eisner también nos muestra lo que sucede en una casa en una página «School for girls» en 1947.

El edificio y sus habitantes
Este tipo de historias tienen una complejidad añadida a la propia de cualquier otra historieta. El propio autor de “13, Rue del Percebe”, el célebre Francisco Ibáñez, conocido por ser el creador de los personajes Mortadelo y Filemón o Rompetechos, afirmaba que cuando creaba 13, Rue del Percebe «costaba dos o tres veces más que una página corriente. En una página normal y corriente eran tres o cuatro gags, y en la 13 Rue del Percebe eran 14 o 15, siempre metidos en el mismo lugar, siempre metidos en aquel nicho, en aquel piso, de ahí no podían menearse, no podías hacerlos correr por las montañas o por el campo».

Así que vamos a entrar en el edificio para poder comprobar de primera mano, esa dificultad a la que aludía el propio Francisco Ibáñez pero sobre todo a divertirnos un rato. ¡Allá vamos!
La alcantarilla y la Planta baja

Frente a la portería se encuentra Don Hurón (Doroteo Hurón), quien vive en una alcantarilla que posiblemente le fue alquilada por la dueña de la pensión, a juzgar por lo que asegura en la viñeta. Al parecer el problema de la vivienda en España ya se daba en los años 60, hasta el punto de alquilar una alcantarilla.
A la izquierda nos encontramos con el Colmado Senén. Una tienda de ultramarinos cuyo propietario, Don Senén siempre intenta engañar a las clientas con el peso y la frescura de la mercancía.
Al lado del colmado nos encontramos con la portería. Como cualquier portería el tema da mucho juego, no en vano los porteros siempre saben todo lo que ocurre en la escalera… sobre todo en lo que se refiere a otro elementos de la planta baja: el ascensor, que es un personaje aunque no tenga vida, pero si muchas aventuras, desde el robo que es narrado por la portera en una viñeta desternillante, o el día que llovió y se encogió.
Primera planta
En el Primero izquierda, nos encontramos con una consulta de un veterinario, que por decirlo de forma elegante, no es muy competente, aunque su clientela no es tampoco muy normal. No se conoce su nombre ya que todos se dirigen a el como “doctor”.
En el primero derecha, tenemos la pensión. La dueña aloja a muchos más inquilinos de los que la pensión es capaz de abarcar. En una viñeta pudimos conocer el nombre de la pensión, ya que la dueña le cosió un cartel publicitario a un cliente donde se podía leer “Pensión Rita”. Seguramente, si hoy se publicase esta tira cómica, la pensión habría sido sustituida por un piso turístico, sin ninguna duda.

Segunda planta
En el segundo izquierda, habita una anciana de la Sociedad Protectora de Animales que ha alojado en su piso a varias especies entre las que destacaríamos una ballena e incluso un elefante. Ahí es nada en los menos de 70 m2.
En el segundo derecha tenemos un piso con mucha vida, ya que ha cambiado varias veces de inquilino. En los primeros años vivía un científico, que inspirándose en Frankenstein de la novela de Mary Shelley, quería hacer monstruos pero siempre fracasaba porque le salían todos unos buenazos. Sin embargo, la censura franquista de la época, con el argumento de que «solo Dios puede crear vida», presionó a Ibañez para que retirase a este personaje. Así que en su última aparición, el científico nos contó que se cambiaba de piso debido a que el monstruo que tenía proyectado era enorme y no cabía en ese cuchitril.
En las siguientes viñetas, apareció un agente inmobiliario que intentaba vender el piso hasta que lo consiguió y se mudó un sastre muy caradura y bastante creativo, capaz de hacer trajes con hasta cuatro piernas.

Tercera planta
En el tercero izquierda habitan Ceferino Raffles y su esposa. Él, un ladrón que no para de robar cosas inútiles como un hipopótamo del zoo.
En el tercero derecha, tenemos el prototipo de la familia que hoy calificaríamos de numerosa. Un matrimonio con tres hijos, cuyas diabluras nos hicieron reír muchas veces. En las primeras entregas vivía con ellos una hermana mayor de las diabólicas criaturas y cuando venía un pretendiente a casa…. en fin, le costó un poco casarse, no se puede desvelar nada más.

Azotea
En la buhardilla, además de encontrarse el emblemático cartel que da nombre al edificio, vive Manolo, un pintor acosado por sus acreedores, lo que le despierta cierto ingenio para escapar de ellos.
Por último, no podía faltar un gato negro que es torturado por un cruel ratón que se divierte a su costa haciéndole todo tipo de animaladas y nunca mejor dicho.

Proyección e influencia
En el 2002, Ibáñez hizo una página especial para la recopilación publicada en la serie Súper Humor, en la que los personajes aparecen actualizados al nuevo siglo como el deudor de la buhardilla, Manolo, que ahora realiza sus estafas por ordenador; o el ladrón Ceferino que está ahora en el consejo de administración de un banco.
También se pueden citar anuncios, novelas, el gran éxito de las tiras publicadas en Alemania y la inspiración para otras historias , de hecho muchos creen que series de televisión como «Aquí no hay quien viva» de gran audiencia en España, se basaban en este formato.

Lo cierto es que estas tiras cómicas se mantienen todavía en nuestra memoria. Su humor blanco y esos dibujos tan personales de Ibáñez tienen, seguramente, mucho que ver. Y hasta aquí la historia de la 13, Rue del Percebe, pero…. ¿a que ya no ve tan raro a su vecino?