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Zapatos vacíos del Mediterráneo. Pies desnudos y estómagos hambrientos -ahora ambos inmóviles-. Caras eternas de bebés en el recuerdo, porque los niños muertos -que se lo pregunten a Peter Pan- no crecen. Aunque pasen los años siempre tendrán la edad en la que se pararon o, mejor dicho, en la que les paramos para impedir que fueran.
Texto © Lucía Santamaría
Imagen © Life Of Pixe