Ahí mismo (Poesía erótica II)

Octavio Paz concibió, desde 1965, un ensayo que acabó redactando materialmente entre marzo y abril de 1993. El texto apareció publicado al año siguiente en el número 210 de Vuelta, revista fundada en 1976 por el ilustre Premio Nobel, entre otros autores.

En dicho estudio, titulado La llama doble: amor y erotismo, Octavio Paz afirma que hay una pregunta que se hacen todos los enamorados y en ella se condensa el misterio erótico: ¿quién eres? Pregunta sin respuesta… Los sentidos son y no son de este mundo. Por ellos, la poesía traza un puente entre el ver y el creer. Por ese puente la imaginación cobra cuerpo y los cuerpos se vuelven imágenes.

La relación entre erotismo y poesía es tal que puede decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal y que la segunda es una erótica verbal. Ambos están constituidos por una oposición complementaria. El lenguaje —sonido que emite sentidos, trazo material que denota ideas incorpóreas— es capaz de dar nombre a lo más fugitivo y evanescente: la sensación; a su vez, el erotismo no es mera sexualidad animal: es ceremonia, representación. El erotismo es sexualidad transfigurada: metáfora. El agente que mueve lo mismo al acto erótico que al poético es la imaginación. Es la potencia que transfigura al sexo en ceremonia y rito, al lenguaje en ritmo y metáfora. La imagen poética es abrazo de realidades opuestas y la rima es cópula de sonidos; la poesía erotiza al lenguaje y al mundo porque ella misma, en su modo de operación, es ya erotismo. Y del mismo modo: el erotismo es una metáfora de la sexualidad animal. ¿Qué dice esa metáfora? Como todas las metáforas, designa algo que está más allá de la realidad que la origina, algo nuevo y distinto de los términos que la componen. Si Góngora dice púrpura nevada, inventa o descubre una realidad que, aunque hecha de ambas, no es sangre ni nieve. Lo mismo sucede con el erotismo: dice o, más bien: es, algo diferente a la mera sexualidad. 11. Paz, Octavio. La llama doble: amor y erotismo. Ed. Seix Barral. Barcelona, 2010.

Libro de Octavio Paz, la llama doble

Este vínculo tan íntimo y estrecho entre poesía y erotismo es el objeto de estudio de esta serie de artículos que pretendo publicar en esta revista, Encima de la niebla. En el número anterior presenté un aspecto especial de esta lírica relacionada con el amor y el sexo; en concreto, aquel en el que los poetas describían los órganos genitales –femeninos, en esa ocasión–, como era el caso de Claudio Rodríguez con “Ahí mismo” o de Carlos Marzal con “El origen del mundo”. Mientras el primero hacía una descripción cargada de embelesamiento místico, de adoración extática hacia el sexo femenino, el segundo enfocaba su mirada analítica a presentar un retrato histórico-biológico del mismo.

En esta segunda entrega mostraré otros textos con idéntica temática, pero con otra característica más añadida: todas son voces femeninas que muestran su propio sexo. A pesar de la evidente disimilitud que hay entre describir algo personal o algo ajeno, Anaïs Nin plantea, además, una diferencia entre el concepto que tiene la mujer y el que tiene el hombre de lo que es el erotismo; para la mujer siempre hay una conexión entre el amor y la sensualidad, no se pueden separar como lo hacen los hombres. 22. Nin, Anaïs. In Favor of the Sensitive Man and Other Essays. New York: A Harvest/HBJ Book, 1976.

En la época de la ilustre escritora podría tener cierto cariz de verosimilitud esta afirmación, pero, además de que casi todo es relativo, la sociedad actual ha evolucionado tanto que su afirmación se convierte, per se, en relativa ­–valga la redundancia relativista–.

La primera voz poética que presento pertenece a Yolanda Castaño, poeta coruñesa que, en “Cousas que comezan por y” (Cosas que empiezan por y), perteneciente a su libro A segunda lingua, nos habla de situaciones sencillas, abstracciones imposibles, caminos interiores por recorrer y paradójicos itinerarios presentes… Para finalizar describiendo ­–con una pincelada a medio camino entre lo figurativo y lo abstracto– su sexo:

COUSAS QUE COMENZAN POR Y

[…]
e, entre as pernas, o meu sexo
que tamén comenza
por Y.

COSAS QUE EMPIEZAN POR Y

[…]
y, entre las piernas, mi sexo
que también empieza
por Y. 33. Castaño, Yolanda. A segunda lingua. La segunda lengua. Ed. bilingüe. Ed. Visor. Madrid, 2014.

Libro de segunda lengua

La siguiente poeta, Dina Posada, salvadoreña afincada en Guatemala, es una de las precursoras de la literatura erótica centroamericana de finales del siglo XX, junto con Carmen Matute, Ana Istarú y Jacinta Escudos, entre otras. Dina editó su segunda obra en 1996: Fuego sobre el madero, un libro que tuvo que publicar mediante edición propia, ya que las editoriales rechazaron el manuscrito –¡¡En 1996…!!–.

“Sexo” pertenece a esta obra finisecular. Se trata de un texto que tiene concomitancias con la visión sacra de Claudio Rodríguez (Templo de toda sangre […] Sepulcro de vírgenes) y se acerca a las tesis vitalistas y cronológicas de Carlos Marzal (tibia hendedura […]Arca que guarda el primer estupor), los dos autores que vimos el mes pasado en la primera parte de este artículo. Pero el poema puede tener otras lecturas, como por ejemplo la posibilidad de describir su sexo a partir de un punto de vista íntimo, personal y, a la vez, trascender desde una perspectiva especial, dada su condición de mujer. Esta manifestación pública es una manera de compartir, de no ocultar algo que siempre ha sido escondido o censurado. Y todo ello desde un plano reflexivo, pero, a la vez, aportando cierta carga de sensualidad (tibia, agua-fuego, sedienta) en sus descripciones.

Destacando los sustantivos con los que equipara su sexo, al comienzo de los versos, sabremos qué valor, como origen y fundamento vital, le otorga la autora; conoceremos las peculiares características formales y funcionales que le asigna y sus consecuentes sensaciones:

Hendidura: elemento corpóreo que contacta con la vida o la recrea de manera consciente.

Templo: lugar sagrado, origen de la vida.

Arca: urna del éxtasis, del asombro primigenio.

Sepulcro: lugar que es objeto de culto, adoración y rituales arcanos.

Mina:concavidad que acoge el fuego del deseo y, paradójicamente, lo sofoca.

Laguna: contradictorio depósito donde se puede morir de sed si la libación no es sincera.

Estancia: donde la independencia y el dominio se hacen realidad.

Y este es el poema de Dina Posada:

SEXO

Al cabo de los muslos
tibia hendedura
donde convulso el acento se hunde
escapando al olvido

Templo de toda sangre

Arca que guarda el primer estupor
Sepulcro de vírgenes
Mina de agua espontánea
en que el fuego trastornado se vierte

Laguna donde muere sedienta la mentira
Estancia de tiempo perdurable
44. Posada, Dina. Fuego sobre el madero. Ed. propia. Guatemala, 1996.

Libro fuego sobre el madero

El siguiente texto lírico, “Propuesta del higo”, de Carmen Matute –guatemalteca coetánea de Dina Posada– cambia por completo el discurso especulativo visto hasta ahora en los tres autores anteriores y se acerca al erotismo que se mueve alrededor de la sugerencia, del deseo, de la excitación de los sentidos y de la provocación. Al hilo de esta afirmación hay que precisar los límites entre erotismo y pornografía, que Luisa Valenzuela explica certeramente: La pornografía es la negación de la literatura porque es la negación de la metáfora y de la sugerencia, de lo ambiguo. Es una reacción material en el lector, una excitación sexual directa; en cambio el erotismo, que puede ser tremendamente procaz y fuerte, pasa por el filtro de la metáfora y por un lenguaje más poético. La pornografía no entra dentro de la disquisición literaria. 55. Learned, Amber. El erotismo como logro del movimiento feminista en Centroamérica: los casos de Ana Istarú, Dina Posada y Jacinta Escudos. Tesis de Postgraduado en la U. de Saskatchewan. Canadá, 2008.
Aclarados estos conceptos, transcribo el poema de Carmen Matute:

PROPUESTA DEL HIGO

Te propongo
la dulzura del higo,
su carne sonrosada,
replegada y húmeda
como un animal marino.

Goza el misterio de este fruto,
su textura de molusco,
su íntimo tamaño.
Tersa,
su pulpa
apremiará el deseo
de tu lengua.

Te propongo
las delicias del higo.
Muerde su violado,
desamparado centro,
prueba de nuevo -empecinado-
su carne
que guarda mieles y diluvios.

Las delicias y dulzura del higo
-pequeño y desbordado-
tan sólo te propongo.
Que tu boca profunda
se demore
en el dulzor secreto,
que asalte con lentitud
su carne desvelada.

Deja que a tu paladar
traiga la memoria
de sabores primitivos
. 66. Matute, Carmen. Memoria intemporal del tiempo. Editorial Cultura, Ministerio de Cultura y Deportes. Guatemala, 2013.

Poco más que añadir a esta alegórica propuesta donde los sentidos son protagonistas y el desplazamiento de significados crea sugerentes deseos y provocativas situaciones.

 Hasta aquí la segunda parte de este estudio de la poética sicalíptica. En la siguiente entrega veremos las obras de poetas que ponen el punto de mira en el sexo masculino.

Libro memoria

© José Luís Pérez Fuente

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