Amanecer en Gion de Felipe Espílez Murciano
La noche dejó escrito un adiós
en el papel del horizonte
con tinta de estrellas negras
en la corona de los montes.
La mañana está abierta,
el sol se peina sus rayos,
los pájaros despiertan sus alas
y el río lava a sus arroyos.
La ventana de tu casa
está ya sonriendo,
abierta de par en par
un visillo de aire le están cosiendo.
Y yo que llegué antes,
antes que las golondrinas,
espero que tú te asomes
otro día a mis pupilas.
En esta callejuela de las esperas
los relojes se florecen
de casi doce primaveras.