Amelia Jover Velasco

Sus primeros años

Amelia Jover Velasco nació en Cullera, Valencia el 10 de diciembre de 1910. Aunque en aquella época no era muy frecuente para las familias pobres el que los niños asistieran a la escuela, Amelia, la mayor de tres hermanas, sin embargo, pudo acudir a clase con regularidad.

Ya desde una temprana edad se inició en la lectura de autores anarquistas, lo que le llevó, finalmente a mantener contacto con grupos de jóvenes libertarios, terminando haciendo algunos trabajos en ese sentido.

En 1932 ayudó a algunos compañeros que habían sido detenidos por su participación en la huelga de aquel año. Más tarde trabajó como mecanógrafa en el Ayuntamiento de Valencia, y después como cocinera en Viena Automático. Fue en ese tiempo cuando decidió afiliarse al Sindicato de Gastronomía de la CNT. donde creó la sección de mujeres.

Cuando se inició la Revolución fue elegida secretaria de la Sección Política de las Juventudes Libertarias y representante el Comité regional de la CNT de Levante, publicando numerosos artículos en boletín regional de Levante de las Juventudes Libertarias, que llevaba por nombre “Senderos”.

Juventudes Libertarias

Tiempos de posguerra

Tras la victoria de los sublevados, Amelia fue detenida en el puerto de Alicante, encarcelándola en el Cine Ideal, que había sido acondicionado como centro de internamiento de mujeres. Más tarde, fue trasladada a la prisión de Alicante. Y de nuevo fue objeto de otro traslado a otra cárcel de mujeres; en esta ocasión al convento de Santa Clara de Valencia. Una vez allí, y dado que estaba embarazada, fue enviada al Hospital Provincial de Valencia, en un internamiento vigilado.  Una vez que dio a luz a su hija, recuperadas ya las condiciones físicas, unos cenetistas que actuaban en la clandestinidad le ayudaron a huir a Francia.


El campo de concentración

Campo de concentración

Pero allí, la mala suerte le siguió acompañando pues terminó siendo ingresada en el campo de concentración de Argelès y, después, en el de Bram; unos campos de refugiados para los republicanos españoles, donde las condiciones eran infrahumanas. No se disponían de letrinas, ni siquiera de agua corriente, ni tampoco de atención médica ya que a los médicos republicanos no se les permitió atender a los internos españoles. El resultado, como es lógico, es que eran frecuentes las enfermedades. Los funcionarios franceses les echaban la comida a través de las alambradas y los rociaban con petróleo para combatir a las pulgas y piojos que infestaban a los internos.


La posguerra

Después de nueve difíciles meses en Francia pudo, por fin, reunirse con su compañero que se encontraba refugiado en Túnez. Allí permaneció veinte años tanto trabajando en el campo como enseñando a los niños que se encontraban sin escolarizar.

Amelia Jover Velasco

Ya en 1962 regresó a Francia, instalándose en la capital para trabajar en Pierre Cardin, mientras por la noche se dedicaba a estudiar. Pero nunca olvidaría sus contactos con anarquistas, pues visitaba con frecuencia el Centro de Estudios Sociales y Económicos y la Agrupación Confederal Parisina. Tampoco se olvidó de los niños, por los que tanto hizo. Allí, en los extrarradios de París, donde era conocida como “la dama española”, invitaba una vez a la semana a los niños del barrio a merendar a su casa.

Sus últimas participaciones públicas fueron el 9 de marzo de 1995 en un acto conmemorativo dedicado a Enrique Marco Nadal y en 1996 cuando participó en Madrid, en el encuentro «Libertarias», sobre el papel de la mujer en la Revolución Social y en los actos del centenario del nacimiento de Buenaventura Durruti en Barcelona y Valencia.

Al año siguiente, el 12 de septiembre de 1997 Amelia murió en París.


© Felipe Espílez Murciano

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