Amor y poesía (VII): Amor y naturaleza

Como buenos poetas que son –los poetas que lo son– estos creadores suelen utilizar metáforas, desplazamientos de significados hacia elementos que suplantan de forma estética las imágenes reales, para exaltar la belleza de sus textos o manejan una simbología característica que procura acceder a las conexiones cerebrales del lector y así dejar colgadas en ellas retazos de significados y significantes. De la observación contemplativa de la naturaleza germina o mana una emoción o una vivencia personal arropadas por un proceso lógico-comparativo que se plasma, a través de la función estética, en palabras encadenadas virtuosamente, en poesía. Es entonces cuando los elementos de la naturaleza cobran vida, el corazón vuela, el alma tiembla y el amor trasciende.

De la misma manera que los poetas se apoyan en símiles bélicos para expresar sus sentimientos amorosos –como vimos en el anterior artículo–, igual ocurre con el entorno natural que circunda al creador lírico. Son innumerables los ejemplos que pueden ponerse, pero elijo dos textos que espero sean del agrado de los lectores:


Frutos del amor

Amarillo limón, fresca naranja,
los tira el cielo y los recoge el agua.

Cuando probé los frutos de tu huerto
el rocío mojó todos mis sueños.

¿Qué pudo hacer mi corazón alado
sino abrirse en tus ramos?

Pasaban las palomas en bandadas:
llevaban nuestros nombres en las alas.

Llevaban nuestros nombres en el pico:
Fruta era el tuyo y sed de fruta el mío. 1En AA.VV., La rosa de los vientos. Antología poética. Juan Ramón Torregrosa. (Ed.) Vicens Vives. Madrid, 2003. P. 54

Antonio Carvajal


El autor granadino Antonio Carvajal nos abre su alma de poeta –enteramente embargada por un sentimiento amoroso– y compara al ser amado con un huerto pleno de frutos. Las palomas, como las golondrinas de Bécquer que aprendieron nuestros nombres, son testigos del amor y del deseo.

El siguiente poema pertenece a Pedro Salinas que, mediante la atribución de cualidades humanas al chopo y al agua, es capaz de crear una bella historia de amor cuyos versos finales son especialmente líricos.


El chopo y el agua enamorados

El agua que está en la alberca
y el verde chopo son novios
y se miran todo el día
el uno al otro.
En las tardes otoñales,
cuando hace viento, se enfadan:
el agua mueve sus ondas,
el chopo sus ramas;
las inquietudes del árbol
en la alberca se confunden
con inquietudes de agua.
Ahora que es la primavera,
vuelve el cariño; se pasan
toda la tarde besándose
silenciosamente. Pero
un pajarillo que baja
desde el chopo a beber agua,
turba la serenidad
del beso con temblor vago.
Y el alma del chopo tiembla
dentro del alma del agua.
2Ibídem P. 108

Pedro Salinas


Si desea consultar los anteriores capítulos de Amor y poesía, puede leerlos en los siguientes enlaces:

– Amor y poesía (I): Introducción
– Amor y poesía (II): Amor paradójico
– Amor y poesía (III): Amor declarado
– Amor y poesía (IV): Amor ilimitado
– Amor y poesía (V): Amor engañado
– Amor y poesía (VI): Amor beligerante


© José Luís Pérez Fuente

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