Amparo Poch y Gascón (III)
En esta tercera entrega, continuamos con la vida de Amparo Poch y Gascón.
Pacifismo

Cartel del mitin contra la guerra anunciado para el 18 de julio de 1936 en la plaza Monumental de Barcelona. Amparo Poch iba a tomar parte como presidenta en España de la sección femenina de War Resisters. El mitin se suspendió como consecuencia del levantamiento militar.
Amparo fue una mujer verdaderamente comprometida con la causa del pacifismo. Tras la victoria del Frente Popular, en febrero de 1936, un grupo de pacifistas creó la Liga Hispánica contra la Guerra, como sección española de la WRI (War-Resisters International), en la que Amparo ostentaba el cargo de presidenta. La acompañaban, como secretario, Fernando Oca del valle; José Brocca, como profesor y otros representantes como David Alonso, Juan Grediaga y Mariano Solá.
Apresurémonos a hacer una declaración:
Nuestra conciencia rechaza de plano la guerra; nuestro corazón no puede admitir la violencia como razonable y justa en ninguna ocasión. Ningún acontecimiento ha hecho vacilar nuestras convicciones refractarias a la guerra y seguimos creyendo que ninguna es noble, es justa, es buena porque todas tienen, aun las que en apariencia se hacen por móviles honrados, un verdadero motivo: el poder. El poder es, según las ocasiones, la conquista de un territorio, de un gobierno, la entronización de una familia, etc. etc. Y si se trata de guerrear por el ideal…, la imposición sobre el mayor número posible de individuos de las normas de vida del grupo vencedor. He aquí la verdad.
¿Qué debemos hacer ante el gesto bélico que de nuevo hincha sus velas en el horizonte del Mundo? Ahora ya nadie puede quedarse a retaguardia. (…)
Ya no vale esta vez querer jugar al escondite, porque los aviones se burlan zumbando detrás de las nubes que ellos fabrican; y los microbios vuelan a distancias grandes y los nuevos gases traspasan la ropa, la máscara y la piel. Ahora ya no puede nadie quedarse a retaguardia. (…)
No prestéis oídos a los himnos nacionales ni a las palabras retumbantes que os hablen de falsos deberes patrióticos; sino a esa otra voz dulce y profunda que sale del propio corazón y enseña el precepto intangible de amar a todos los seres y todas las cosas. (…)
Que hacen falta casas anchas y bien iluminadas; puentes, carreteras y ferrocarriles; barcos sin cañones que unan a los hombres en vez de exterminarlos.
Amor libre
Amparo Poch fue, también, una firme defensora del amor libre. De la unión de pareja sin necesidad de documentos.
Es indispensable ir al reconocimiento pleno, por parte de la sociedad, de todas las formas de unión amorosa; tal es la salida auténticamente revolucionaria y liberadora del problema. (…)
Hemos fijado unas normas convencionales y nos pareces leyes inmutables de la Naturaleza.
Mujeres que andáis desatinadas tras el semidiós varón; mujeres que aplicáis todo vuestro ingenio en atraparlo: ¿podrías resolver éste, al parecer difícil PROBLEMA: El hombre si ejerce la medicina, y es llamado a altas horas de la noche, si a la par tiene un hijo enfermo o lo está su esposa, ¿a quién atiende? Adivinanza, adivinanza… (…)
Yo no sé cómo resolvería el caso la gran Concepción Arenal, que desempeñó cargos oficiales, escribió muchos libros admirados en Congresos Internacionales (…) y asistió a las cátedras disfrazada de hombre. Yo no sé cómo habrán resuelto el caso Concha Espina, Sofía Casanova, la señorita Dautschakoff; la primera mujer que desempeñó una cátedra oficial en el Imperio Ruso, perteneciendo al Claustro del Instituto Histológico de la Universidad de Moscú; Henry Peterson, la primera mujer abogada que informó en Dinamarca; las cirujanas y médicas que en el siglo XII hubo en Bolonia y Palermo, y en nuestros días se encuentran en Rusia, Alemania, Suecia y particularmente en Estados Unidos, donde hay más de cuatro mil médicas, algunas de las cuales dirigen hospitales en Filadelfia, Boston y Chicago; en Rusia pasan de seiscientas; en Inglaterra de trescientas…
Elogio del amor libre. Mujeres libres. Número 3. Julio de 1936.
Yo no tengo Casa. Quiero amar en el anchuroso «más allá» que no cierra ningún muro ni limita ningún egoísmo. Mi corazón es una rosa de carne. En cada hoja tiene una ternura y una ansiedad. ¡No lo mutiles! Tengo alas para ascender por las regiones de la investigación y el trabajo. ¡No las cortes! Tengo las manos como palmas abiertas para recoger monedas incontables de caricias. ¡No las encadenes! Crea el nuevo tipo; pon la sal en la Vida; el color y la llama en los besos desiguales. Ama, habla, trabaja. Comprende, ayuda, consuela. Aprende a desaparecer y descargar de tu presencia; y a conocer el valor del ‘yo’ libre. Sin nada; ni por dinero, ni por paz, ni por sosiego…
¡Amor libre! (…)
Yo no tengo Casa, que tira de ti como una incomprensiva e implacable garra; ni el Derecho, que te limita y te niega. Pero tengo, Amado, un carro de flores y horizonte, donde el Sol se pone por rueda cuando tú me miras. Cuando tú me besas. (…) La Vida está harta ya de la Mujer-esposa, pesada, demasiado eterna, que ha perdido las alas y el gusto por lo deliciosamente pequeño y por lo noblemente grande; está harta de la Mujer-prostituta, a la que ya no queda sino la raíz escuetamente animal; está harta de la Mujer-virtud, seria, blanca, insípida, muda… Crea el nuevo tipo; pon la sal en la Vida; el color y la llama en los besos desiguales. Ama, habla, trabaja. Comprende, ayuda, consuela.

Continuará…