Amparo Poch y Gascón (IV)

Feminismo

La Voz de Aragón. 6/3/1927:


Esta afirmación de que, en Zaragoza, casi todas las mujeres estudiantes no tienen de lo segundo mucho más que el nombre, satisface a ese numeroso público que todavía mantiene vivas las decadentes leyendas de las misiones femeninas en la tierra, de su inferioridad intelectual, y de la incompatibilidad de las tales misiones, que nadie niega, con las dignísimas ideas de su humana independencia y de su igualdad, frente a los varones, personalidad a personalidad, poder a poder. Pocas mujeres hay que respondan a ese ideal, más de mañana que de hoy; quizás por temor al calvario a que se condena a quien se desliga audazmente de las costumbres y prejuicios de las gentes; calvario que se multiplica para las mujeres haciéndose lluvia de groseros calificativos y pensamientos malos, para combatirlas con ellos hasta hacerles claudicar, o, cuando tal no sucede, envolverlas en la nube de la hostilidad y burla con que el vulgo, acoge a la ‘mujer sabia’ y la vapulea en chistes, caricaturas y carcajadas, como si la mujer sabia, cuando lo es verdaderamente, no tuviese su dignidad elevadísima, su personalidad respetable, y su recio caudal de sentimientos que la llevan a llorar, quizás, las manifestaciones brutales de cuantos, tal vez, no saben tenerlas de otro modo.

La Voz de Aragón. 28/11/1928:

La maternidad no puede ser pretexto para cercenar derechos y aspiraciones a la mujer, pues pasada le época más dura de la gestación queda en completa capacidad para unos y otras; decir que la mujer, por ser madre, no puede ser más, es tan absurdo como si al hombre, por ser padre, se le estableciesen límites y restricciones en su intelectualidad y en sus privilegios. (…)

La mujer quiere ser atendida, no tolerada; quiere ser igual, no inferior.


La vida sexual de la mujer. Marzo de 1932:

La primera contestación es un reconocimiento y una acusación contra la mala retribución del trabajo de la mujer, sólo por serlo, aunque su trabajo sea de igual calidad que el masculino. Lo que no es sino una faceta del menosprecio hacia el elemento femenino, siempre relegado a segundo término y destinado a eclipsarse y desaparecer ante el varón.

La moral burguesa infiltra también en el matrimonio el concepto de propiedad, y hace que los hombres digan “mi mujer”, y las mujeres se digan señora “de” fulano, teniendo el hombre claro sentido de sus numerosos derechos sobre la esposa.

La mujer nueva no puede llenar con el amor su existencia. Necesita buscarse y encontrarse a sí misma en variadas actividades, en la profesión elegida, en el estudio a que se ha consagrado, en el taller, en la fábrica y en la Universidad. Va a las clínicas, al lado de las máquinas, a las naves en que resuenan los motores y a las aulas en que se anhela ciencia; y para esto le molestaban sus anchurosas faldas pesadas que redujo; sus laboriosos y engorrosos peinados, que suprimió.

Mujeres libres. Número 3. Julio de 1936:

La realidad económica enteró a la mujer, completamente ignorante ya del ingenuo placer de la vida primitiva, de que la Casa la excluía de todas las tareas de producción, de todos los trabajos públicos que dan derecho a la subsistencia. Esta le venía por medio del hombre a quien rendía sus servicios privados, incluso los sexuales; y se defendió en su nueva posición, preocupándose de afianzar los lazos que la unían al hombre.


Ecologismo

Adiós a un árbol. La Voz de la Región. 23 de julio de 1923:

Yo he visto desaparecer los árboles que eran el collar y la vida de esta pobre calle desierta. (…) Que mi buen compañero no tenga queja de mí. Aunque yo haya llorado su muerte, la he sentido tanto, que por vez primera de mi vida nace en mí el deseo de la venganza. Yo quisiera vengarme de la vía doble, de esa vía doble que me arrebató a mi amigo árbol. Yo quisiera ser un poco ‘omnipotente’. Haría brotar en la mismísima vía unos árboles recios, altos, numerosos. Los cortarían para que el progreso del siglo no encontrara obstáculos, pero por cada uno que cortasen nacerían dos a los cinco minutos. Tendrían que desistir y llevar el tranvía por otro sitio. Entonces yo traería mi árbol, lo resucitaría, lo pondría nuevamente junto a mis balcones, resucitaría a todos los árboles de la calle y ya dejaría de ser omnipotente y quedaría satisfecho el deseo de venganza que en mí nació.


Coeducación

La vida sexual de la mujer. Marzo de 1932:

Pero séanos permitido detenernos un momento para hacer notar la necesidad de una coeducación racionalmente dirigida. Niños que conviven en la casa, en el cine, en la calle, en la Universidad más tarde, son separados por la escuela, separación que se quiso hacer extensiva a los institutos nacionales al crear los femeninos. Con ello se causa un perjuicio moral de consideración y se viola el derecho del niño a la coeducación.

Continuará…


© Felipe Espílez Murciano

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies