Amparo Poch y Gascón (y V)
Ministerio de Sanidad
En los años de 1936 y 1937 trabajó con Federica Montseny en el Ministerio de Sanidad como directora de Asistencia Social. Realizó diversas actividades como la organización de una expedición de quinientos niños refugiados a México. El 16 de marzo de 1937, dirigió otra expedición de niños a Francia. También organizó la salida de niños a Rusia el 17 de marzo de 1937 en el barco Ciudad de Cádiz.
Asimismo, dirigió el novedoso proyecto de Hogares infantiles sustituyendo los antiguos asilos y orfanatos y dotando de un hogar a los huérfanos de la República.
Desarrolló una gran e intensa labor solidaria, pero las divergencias de los comunistas estalinistas en contra de trotskistas y anarcosindicalistas, determinó que en mayo de 1937 terminase la colaboración de los cuatro ministros cenetistas en el gobierno de Largo Caballero, siendo cesada el 3 de junio de 1937.
Guerra Civil
Desde el Sindicato único de sanidad de la CNT, Amparo Poch prestó sus servicios en el Frontón de Recoletos, reconvertido en hospital de sangre de la CNT.
El 25 de julio de 1936 se incorporó al noveno Batallón del Regimiento Ángel Pestaña, del Partido sindicalista. El batallón, que estaba integrado por 1486 milicianos, contaba con la presencia de 83 mujeres. Amparo Poch actuó como doctora miliciana en los servicios sanitarios hasta que una orden del 26 de agosto de 1936 la nombró miembro de la Junta de protección de huérfanos de defensores de la República, creada por el Ministerio de Instrucción Pública. Colaboró también, en esa época, con el periódico cenetista Castilla Libre, donde llevaba una sección poética llamada Bombas de mano.
Siguió, trabajando en temas médicos, entre los que cabe destacar el programa de capacitación de las brigadas de salvamento que llevó en Barcelona, y en las que instruyó a los brigadistas sobre asfixia, traumatismos, hemorragias y transfusiones sanguíneas.
En el plano de la enseñanza, coordinó las colonias y granjas-escuela para los niños refugiados y elaboró sus planes pedagógicos.
Casal de la dona treballadora
El 3 de noviembre de 1937 se trasladó a Barcelona para ocupar el cargo de directora del Casal de la dona treballadora de Barcelona, dedicado a la capacitación de la mujer obrera. También participó en la organización de hospitales de campaña y en la atención de niños y refugiados.
El Casal de la dona treballadora se ubicaba en un piso de la calle de las Cortes Catalanas, 622, aunque, en octubre de 1937 se trasladó a la calle Pi y Margall, 96. Bajo la dirección de Amparo Poch se pasó de 150 alumnas a 911. Amparo usaba, en la formación de las mujeres trabajadoras, un criterio pedagógico moderno, uniendo la teoría con la práctica.
Las clases eran de carácter gratuito y no se tenía en cuenta, para su ingreso, la ideología de la alumna.

Exilio en Francia
A principios de febrero de 1939 cruzó la frontera. El 11 de septiembre de 1939 la prefectura del departamento del Gard en Nimes le extendió un permiso que la autorizaba a vivir en Francia, pero prohibiéndole el trabajo, por lo que tuvo que trabajar en la economía sumergida pintando tarjetas y pañuelos, bordando, haciendo bolsos de rafia y plegando sobres. También colaboró en un taller de sombreros clandestino. En una carta a su amiga Gloria Prades hacia 1943 escribió: Trabajo todos los días, domingo y fiestas igualmente, hasta medianoche y hasta la una de la mañana, pues no hay para subsistir más que el producto de este esfuerzo desde el primer día y ya comprenderás que la cosa es como una cadena que no se ve, pero que limita todos mis movimientos.
Vivió en Nimes hasta 1943 con su compañero sentimental Francisco Sabater. Ese año se produjo una redada en toda Francia contra los refugiados españoles sospechosos de luchar contra los nazis. Su compañero fue detenido e internado en un grupo de trabajadores extranjeros hasta la liberación de Francia en agosto de 1944.
Hacia finales de 1945 Amparo Poch y Francisco Sabater se trasladaron a Toulouse, donde pasó consulta médica clandestina. Finalmente, cuando llegó entró en vigor el Estatuto jurídico de los refugiados españoles, pudo estabilizarse laboralmente y comenzó a dar atención médica a pacientes españoles.
Los últimos años
Su compañero Francisco Sabater enfermó de gravedad y regresó a Valencia.
En 1965 se le diagnosticó un cáncer cerebral, alternado los ingresos en el hospital con períodos de mejoría. Hacia 1966 quiso volver a Zaragoza junto a su familia, pero sus padres ya habían fallecido y sus hermanas le comunicaron que no quieren volver a ver a la persona que había sido la ignominia de su casa. Le añadieron, también, que harto hacían con pedir por ella en sus misas y oraciones.
La enfermedad en soledad la llevó a la decadencia física y enajenación mental, con serios problemas de carácter. Fueron Ramón Valencia y su esposa los que la atendieron en sus últimos días. Finalmente, falleció el 15 de abril de 1968 en Toulouse. Tres días más tarde se celebró su entierro en el cementerio de Cornebarrieu en Blagnac, al que asistieron más de 200 exiliados españoles.
Al desaparecer su testamento, el comité de Solidaridad internacional antifascista repartió sus enseres entre los más necesitados, reservándose sus libros y documentos. Al morir solo tenía en su cartilla de la caja de ahorros 16 francos con 29 céntimos.
El periódico Espoir de Toulouse publicó:
… Vivió las penalidades propias de todos los que abandonamos España, por no querer aceptar el triunfo del fascismo… A su última morada la acompañaron muchos hombres y mujeres, de todos los partidos políticos y organizaciones, que sabían cuán abnegada y ejemplar había sido su vida, como médico, dedicada a ayudar y a curar a los que más lo necesitaban.