Añoranza de los juegos infantiles de antaño

El siglo XXI ha traído grandes cambios económicos, culturales, tecnológicos y sociales. Hoy en día, por causa de las redes sociales, se ha perdido contacto visual, físico y sensorial que nos acercaba empáticamente como seres humanos.

Los juegos tecnológicos a través de dispositivos móviles, desplazaron a los juegos infantiles tradicionales que jugaban los niños en el patio del colegio, en la plaza o simplemente en la calle. En estos lugares, hoy sería imposible por los riesgos a los que se expondrían.

Cecilia Byrne. Los juegos tecnológicos de hoy. Óleo sobre tela (2022).
Cecilia Byrne. Los juegos tecnológicos de hoy. Óleo sobre tela (2022)

Cuando niña, el juego era parte importante de mi vida. Me ayudaba a ser sociable, a negociar, a consensuar reglas; desarrollaba la creatividad, la cooperación, el sentido de compañerismo y de equipo.

Para jugar no necesitábamos ayuda tecnológica, disponíamos de recursos simples como cuerdas, pelota, tiza o simplemente nuestros cuerpos.

Durante el recreo, en el periodo escolar, el tiempo se me pasaba volando con la práctica de juegos que, en Chile, tienen nombres muy curiosos; el pillarse, las escondidas, la pinta o las naciones.

 Como un homenaje a los juegos que practicábamos en el colegio, plasmé los más habituales en la obra “Juegos infantiles de antaño”

Cecilia Byrne. Juegos infantiles de antaño. Óleo sobre tela (2022).
Cecilia Byrne. Juegos infantiles de antaño. Óleo sobre tela (2022)

Las rondas infantiles eran mis favoritas por su dinamismo, pues requerían de algunas condiciones especiales como por ejemplo:

  • Tener gracia para salir a bailar La niña María ha salido en el baile. Baila que baila que baila… o el Arroz con leche me quiero casar.
  • Correr rápido para no ser alcanzada por el lobo en Juguemos en el bosque mientras que el lobo no está. ¿Lobo estás?
  • Aguantar la risa, algo muy difícil para mí, en Vamos jugando a la ronda de San Miguel, el que se ríe se va al cuartel.
  • Saber imitar todos los movimientos de actividades cotidianas como planchar, lavar, marchar, en Sobre el puente de Aviñón todos juegan y yo también, hacen así las lavanderas…, o de los instrumentos musicales como flauta, trompeta, piano, guitarra, en Vamos jugando al pin pin pirulero, cada cual atiende su juego… o los gestos y movimientos del “monito mayor”.
  • Tener buena memoria y amplio vocabulario para Ha llegado un barco cargado de… (ir nombrando por turnos objetos que empiecen por una letra determinada, sin repetirlos, hasta que se cambie la letra).

Para los juegos de dos bandos, se formaban sendas hileras tomados de las manos frente a frente, avanzaban y retrocedían, con preguntas y respuestas:

Ha llegado carta.
– ¿Para quién?
 -Para …
 – ¿Y qué dice?
 -Que de dos vueltas en el aire.
Buenos días su señoría mandandirum, dirum dam.
 -Qué quería, su señoría, mandandirum, dirum dam.

Los juegos en parejas eran muy variados y entretenidos, requerían de:

  • Mucha concentración para los que utilizaban las palmas como el Levántate panadero y pónte a hacer el pan, que la niña de la esquina te viene a comprar el pan, pan, pan…
  • Destreza manual para hacer figuras manipulando un hilo largo entre ambas manos: una cuna, una estrella de cinco puntas o una tortuga.
  • Sincronización para realizar, abrazadas, los movimientos indicados por la canción De Arica a La Paz, La Paz, La Paz, tres pasos pa´ atrás, de Arica a Callao, tres pasos pa´l lado…

Existían los prejuegos para definir qué niño haría las veces de “jefe” para dar órdenes o contar: el Terrome, terrome, te sic, te sac, terrome, terrome, te pum, el Cachipún (Piedra, tijera o papel) o la forma más sencilla con el Ene tene tú, cape nane nú, tisa fá, tumba lá, en el nombre de Jesús saliste tú.

Recuerdo juegos en que se debía entregar una prenda cuando el niño perdía.  Se recuperaba a cambio de pruebas o penitencias como bailar, cantar o hacer alguna otra gracia.

Uno de estos juegos es el Corre el anillo: sentados en un círculo con las palmas juntas, esperan que, un jugador de pie que lleva escondido entre sus manos un objeto pequeño lo deje caer en la mano de alguno, sin que se vea. Un niño designado debe adivinar quién lo tiene; si acierta, el niño poseedor debe entregar una prenda. Y si no, la entrega él.

Los juegos que utilizaban cuerdas también eran variados:

  • Tirar la cuerda: dos equipos con igual número de integrantes separados por una línea trazada en el suelo, medían fuerzas tirando una cuerda hasta que un equipo lograba tirar tan fuerte que los contrincantes traspasaban la línea y perdían.
  • Saltar la cuerda: dos niños tomando una o dos cuerdas, las batían para que los otros saltaran sin toparlas. Lo más entretenido eran las indicaciones dadas por canciones como Chascona date una vuelta, chascona salta en un pie, chascona toca el suelo, chascona péinate, chascona “sálete” o saltábamos con los pies juntos, de costado, sin tocar la cuerda que solo balanceaban de un lado a otro en el Bate, bate chocolate con harina y con tomate.
  • Cuerda individual: Intentaba conseguir el máximo de saltos sin errores hasta agotarme o hacía piruetas con la cuerda o con las piernas.

Los juegos colectivos de búsqueda de algo: personas, objetos o tesoros escondidos eran muy divertidos.

Las escondidas: un niño apoyando su cara en la pared, con los ojos tapado, cuenta unos 10 números y sale a buscar a los demás, que se escondieron mientras él contaba sin verlos. Si descubría a uno, corría a la pared y decía ”1,2,3 por (nombre del niño) que está debajo de ese arbusto y ese niño debía contar la próxima vez. Pero si el niño sorprendido llegaba antes decía “¡1,2, 3 por mí!” y se salvaba.

Tugar, tugar, salir a buscar, un compañero escondía un objeto y el resto lo buscaba, y cuando estaban lejos del escondite se escuchaba frio, frío como el agua del río, si estaban   más cerca, caliente, caliente como el agua ardiente.

La búsqueda del tesoro requería de pistas que iban conduciendo al lugar donde estaba escondido.

Entre los juegos grupales preferidos por los varones, estaban la Pichanga (partido informal de fútbol)y el Caballito de bronce, dos equipos de cuatro o más participantes, unos formaban el caballito y los otros lo montaban tratando de derribarlos.

No podían faltar las bolitas o canicas de piedra, metal o cristal “ojito de gato” y los bolones; el luche o rayuela, el emboque, el yo-yo y el trompo…

Podría continuar con mis recuerdos, pero:

Sonó la campana
Llegó el profesor
Entremos a clases
A dar la lección.


Texto e imágenes © Cecilia Byrne

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