Aullando suave pero fuerte, juntos con toda la familia

La mirada del lobo penetra hasta nuestra alma (Barry López, escritor medioambientalista)
La fortaleza de la manada recae en el lobo, y la fortaleza del lobo es ir en manada. (Rudyard Kipling)


Llegó mayo, el mes que internacionalmente está dedicado a la visibilización del lupus, esa enfermedad autoinmune con la que me ha tocado compartir camino en la vida. Ya hablé sobre ella en algún mayo pasado, y la verdad, no creo que vuelva otra vez sobre el mismo tema; bastante tengo con andar soportándola como para convertir cada mayo en un monográfico de la materia. Sé que es conveniente y necesario (como las propiedades matemáticas -algún mes me armaré de valor y dedicaré mi artículo a esa ciencia-) que se conozca y se le publicite (lo mismo que a las demás autoinmunes, la mayoría aún más raras y desconocidas), que se presionen a los diferentes estamentos y administraciones para que tomen medidas concretas y verdaderas para mejorar el día a día de las personas que las padecen y de los familiares que les dan apoyo continuo, convirtiéndose en muchos casos en nuestras manos y en nuestros pies, los garantes de nuestra normalidad, una ardua tarea, una dura responsabilidad. Soy radical y, sinceramente, me parece poco y bastante inútil conformarnos con algún artículo en prensa o que se iluminen de color lila/morado ciertos edificios públicos en unas pocas ciudades. De acuerdo que es una manera de que no seamos del todo invisibles, pero… Lo que realmente necesitamos son AYUDAS, de fisioterapeutas, psicólogos o material ortopédico -por ejemplo- al alcance de todos los bolsillos, de leyes laborales que protejan nuestras minusvalías e incapacidades, de no tener que luchar contra tribunales médicos que ríete tú de los de la Inquisición, de un sistema sanitario realmente formado e informado sobre nuestras complejas y sofisticadas patologías para que nos diagnostiquen adecuadamente y no nos traten (a veces, también cada vez menos) como a unas neuróticas hipocondriacas… Necesitamos tanto, hemos conseguido tan poco, siempre dependiendo de la empatía del entorno con que nos toque convivir. No son situaciones para generar pena, ni mucho menos, sino para indignarnos, como pacientes, como convivientes. En definitiva, como sociedad.

Pero, aun así, el lupus estará presente en este artículo. Ya lo verás. Esta enfermedad comenzó a identificarse desde mediados del siglo XVIII y las marcas y erupciones que se presentaban en las caras de los enfermos eran semejantes a las que poseían los lobos en las suyas. Evidentemente, el lobo es el animal que nos representa. El símbolo, el emblema. Pues de él os voy a hablar en este artículo.

Y lo mismo que los productores de Cuadernos de campo de RTVE, me gustaría charlar sobre los hermosos lobos -que tanto son amados como odiados, protegidos como perseguidos- alejándome expresamente de las polémicas (políticas y económicas) que inevitablemente surgen por su reintroducción en los montes de nuestro país. Me gustaría descubriros su morfología, anatomía, habilidades, costumbres, etc. En definitiva, que volváis a recordar al lobo que Félix Rodríguez de la Fuente metió en los comedores de nuestras casas, allá por los años 60. Ya veremos si lo consigo.

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El lobo, canis lupus, es el mayor de todos los cánidos que habitan en la Tierra posiblemente desde hace unos ochocientos mil años y se pueden encontrar en todos los continentes exceptuando la Antártida. Ocupan hábitats tan diversos como los hielos árticos, desiertos arábigos o selvas de la India; esta extensa distribución ha dado lugar a decenas de subespecies que difieren en tamaño y peso, color y longitud del pelaje, medidas del morro y las orejas, etc. Se han llegado a describir hasta 50 pero según estudios de 2005 basados en el ácido desoxirribonucleico, anatomías, distribuciones y migraciones se consideran que existen actualmente 37 subespecies entre las que se encuentran el dingo, el perro cantor de Nueva Guinea y el perro doméstico.

En líneas generales, cuanto más al norte se encuentre el hábitat del lobo, mayor será su tamaño; la altura varía entre los 60 y los 90 cm hasta el hombro, y tienen un peso de entre 32 y 64 kg. Se habla de lobos cazados en Alaska y Canadá de más de 77 kg e incluso en las estepas rusas, ejemplares de más de 100 kg, pero la mayoría de casos no se han podido ratificar (uno en Alaska de 80 kg sí) y habrá que considerarlos como leyenda de cazadores. En el extremo opuesto está el lobo árabe (canis lupus arabs) que sólo alcanza los 10 kg en plena madurez. En Eurasia el más habitual es el lobo gris (Canis lupus lupus). Todas las subespecies tienen costumbres y comportamientos similares.

Voy a centrar el artículo en el lobo ibérico por una razón tan simple como que es el lobo que habita en la península. Pertenece a la subespecie Canis lupus signatus y ya fue descrita en 1907 por Ángel Cabrera; durante años muchos naturalistas la incluían como una variedad del C. lupus lupus pero ya ha quedado demostrado que tiene haplotipos (agrupación física de variantes genómicas que tienden a heredarse juntas) basados en el ADN mitocondrial y microsatélites que difieren de los lobos europeos.

Por su pelaje pertenece al grupo de los lobos pardos, siendo predominantes los tonos marrones, aunque hay ejemplares más oscuros y otros con tonos rojizos y los jóvenes en invierno suelen tener tonos más grisáceos. Está compuesto por dos capas: una externa que repele el agua y la suciedad; otra interna, un subpelaje muy denso resistente al agua y que le aísla del frío y que suele ser grisáceo independientemente del color que tenga la capa exterior. Los lobos mudan el pelo en primavera o comienzos de verano, no de golpe sino por zonas y se ayudan frotándose contra troncos y rocas.   

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La denominación signatus (que significa marcado, con marcas) hace referencia a las manchas que los diferencian del resto de lobos de nuestro continente: blancas en los laterales del morro (bigoteras), líneas verticales negras o muy oscuras en el frente de sus patas delanteras, mancha oscura a lo largo de su cola y otra también oscura en la cruz (silla de montar).

Su peso suele estar entre el de los europeos y los norteafricanos: los machos alcanzan los 40 kg y las hembras, los 30. Aparte de la diferencia de peso y de tamaño, no existe un gran dimorfismo sexual exceptuando las cabezas de los machos que son más voluminosas.

Su anatomía se puede equiparar a la de un corredor de maratón: fibrosos, delgados y esbeltos. Pesan poco y se mueven con gran agilidad; con extremidades y músculos largos, son los cánidos que tienen las patas más largas. Poseen una espalda muy musculosa y así pueden mantener un trote dinámico y un tórax estrecho para cortar el aire y disminuir la resistencia contra el viento. Pueden alcanzar, puntualmente y durante un corto trecho, una velocidad de 65 km/h (el más veloz de los humanos alcanzó los 45 km/h en 100 metros). Suelen correr al trote sostenidamente sin gastar demasiadas energías, recorriendo grandes distancias durante muchas jornadas seguidas; se conoce el caso de un lobo siberiano que recorrió más de siete mil kilómetros durante doce meses. También pueden mantener un esfuerzo continuo caminando unos 100 km en una sola noche. Su impresionante físico les permite saltos de hasta 5 metros de longitud y nadar varios kilómetros en aguas abiertas de ríos y lagos.

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Respecto a los sentidos de los lobos, es interesante detallarlos un poco pues son los que perfilan sus habilidades y marcan sus características tanto de comportamiento como de conducta.

Tienen un sistema visual que combina una agudeza suficiente con la capacidad de ver bien con poca luz, cuando ellos son más activos. Sus ojos se adaptan para funcionar día y noche (ojos dúplex), aunque se piensa que por ello pierde algo de agudeza; aún así, posiblemente tienen mejor visión que los perros. Destacan distinguiendo entre sombras y son muy sensibles al movimiento. Sus ojos tienen la habilidad de distinguir entre el rango de color azul y verde, pero no tienen sensores para el color rojo, por lo que las flores rojas parecen verde pálido para un lobo. Por la noche aún pueden distinguir los rasgos de los miembros de la manada más cercanos. Se cree que los patrones faciales de color blanco de sus caras les ayudan cuando cazan pues pueden mantener el rastro de los miembros del grupo sin cambiar la mirada de la presa.

La mayor parte de la comunicación auditiva de los lobos implican a sonidos que son aprendidos desde el comienzo de su vida, siendo el aullido el más característico, al menos desde nuestro punto de vista. Las primeras vocalizaciones son chillidos, gritos y bostezos; los cachorros recién nacidos son sordos por lo que posiblemente esos sonidos estén desarrollados sólo para comunicarse con su madre. Generalmente son ignorados por los adultos, aunque a veces sí les responden. Los ladridos, chillidos y aullidos comienzan a usarse a partir de las tres semanas de edad; los ladridos aparecen como señal de inquietud al acercarse un adulto a la entrada de la guarida cuando su madre está ausente. Los aullidos comienzan a ser frecuentes al salir al exterior y suelen hacerlo a coro con los otros miembros de la camada.

Al llegar a adultos suelen combinar estas vocalizaciones cuando están relativamente cerca junto a otras informaciones sensoriales, ofreciendo una sofisticada gama de información (llamada de atención,  traslado, estado de alerta, avistamiento de presa, mantenimiento del orden dentro de la manada, petición de ayuda…)

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Los aullidos los desarrollaron principalmente para comunicarse a través de largas distancias y así poder salvar las dificultades del entorno para propagar los sonidos. Un simple aullido se oirá a unos 10 km en área boscosa y llegará a los 16 en una tundra.

Los lobos aúllan solos o en grupos. El individual es más usual durante la temporada de cría por la mañana y por la noche, significando que el animal busca pareja; suelen ser más bajos pues desconoce quien lo puede estar escuchando y no desea atraer la atención de una manada rival. Los aullidos en coro son más variados; pueden comenzar con un aullido poco modulado al que se le van uniendo el resto de lobos, añadiéndose ladridos, gruñidos y chillidos hasta confeccionar un coro propio de la manada.

La principal razón de estos aullidos suele ser la ubicación exacta de todos los miembros del grupo. También para advertir a las otras manadas que ese territorio es de su propiedad y que están a punto de invadirlo. Se ha podido comprobar que otra de las razones es el llamamiento a la cacería, que de ser aceptado deriva en un aullido al unísono de todos los miembros que participarán en ella.

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El olfato, por su parte, es casi con toda seguridad el sentido más agudo y en el que confían más, pues es el que les proporciona mayor cantidad de información. Por ejemplo, una hembra por sus vocalizaciones puede parecer que no está en celo, pero el olor de su orina despejará cualquier posible duda. Las señales auditivas dan información actual de un animal, como su localización, estado de humor e identidad; pero las olfativas perduran más y comunican muchas más indicaciones: género, estatus social y emocional, condición de cría, edad, dieta…

Para ello cuenta con las secreciones de las glándulas de la piel. Tienen de tres tipos: sebáceas, ecrinas y apocrinas. Las sebáceas se encuentran en los folículos de los pelos y producen el sebo, una sustancia grasa y cerosa. Las ecrinas son las verdaderas glándulas sudoríparas y sirven para refrescar al animal produciendo un líquido salado directamente sobre la piel y bajo las almohadillas de las patas. Las apocrinas son también sudoríparas y abundan en cara, labios, entre y detrás de los dedos. Todas las secreciones suelen ser inodoras, aunque despiden olores al combinarse con bacterias del entorno y la

microflora de los conductos y la piel de cada animal. Además, están las glándulas anales, que contienen tanto glándulas apocrinas como sebáceas, rodeadas por una capa muscular con control voluntario. Esas bolsas anales están vacías en estados de estrés. También la saliva proporciona información sobre el género o el estado reproductivo. Heces y orina son utilizadas como marca de aroma para la defensa territorial, sobre todo en esas zonas donde se han detectado lobos ajenos a la manada; de esta manera se minimizan las ocasiones de enfrentamientos agresivos. La costumbre de orinar levantando la pata (general en todos los cánidos) permite al animal señalar su aroma al nivel del hocico de los otros a los que desea advertir, al tiempo que señala su propia altura.

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Estamos viendo la extraordinaria gama de comunicación que poseen y manejan los lobos. No me puedo olvidar de su lenguaje corporal, una dimensión en la que han alcanzado una maestría muy superior a la de la mayoría de animales. La forma de caminar o de relacionarse un lobo con el líder de la manada nos indica cual es su rango dentro de ella, pero existen muchas más expresiones con su significado correspondiente, no son simples acciones aleatorias sin más. Por ejemplo, les gusta rodar o revolcarse por el suelo, no sólo como diversión o para provocarse cosquillas relajantes, sino también como invitación a compartir espacio y juegos. Sí, los lobos utilizan complejas combinaciones de cambios momentáneos en su pelaje, expresión facial, olores corporales, relajación o rigidez de su postura, manera de caminar… todo ello con el fin de expresar sus diferentes estados de ánimos al resto de la manada.

Porque el lobo es un animal fuertemente social. Vive totalmente vinculado a su manada, la base de su estructura social, una de las más fascinantes que se han podido observar y estudiar. Dentro de esta manada los comportamientos están fuertemente regidos en base a una jerarquía estricta, respetada por todos los miembros del grupo y que le garantiza a cada uno de ellos su individual supervivencia. Este tipo de organización ayuda a promover la unidad y el orden social, reduce los conflictos y previene posibles conductas agresivas que pudieran darse entre los miembros de la manada. El nivel superior no cambia muy a menudo, pero en los niveles inferiores si pueden darse variaciones.

El líder es el macho alfa y su compañera, la hembra alfa (hay fuentes que la llaman hembra beta, aunque se sabe que la líder de una de las manadas más importantes de Yellowstone es una loba alfa); el lobo de menor rango es el omega. Es muy interesante saber que hay dos jerarquías, una para los machos y otra para las hembras, pero todos los individuos tienen un trabajo específico que hacer y un papel que cumplir. Continuamente buscan la interacción entre ellos, con comunicación verbal y no verbal, esa que le permite defender y preservar su territorio y al mismo tiempo impide que los conflictos deriven en enfrentamientos físicos dentro de la manada.

Existe una gran tendencia a la monogamia (según estudios, entre ellos los de Félix Rodríguez de la Fuente) y sólo la pareja dominante será la que se reproduzca; el resto deberá esperar a ocupar el liderazgo o a independizarse para formar una nueva manada. Tienen una sola camada al año (excepcionalmente, dos), de entre tres a ocho cachorros, que la loba amamanta mientras el lobo la alimenta a ella, cazando y regurgitando la comida. La lactancia dura aproximadamente un mes. Tras ese tiempo los lobeznos (llamados así hasta los tres meses) son alimentados por cualquier miembro de la manada. Cuando cumplen tres meses se les llaman lobatos y al año, lobos.

El aprendizaje del comportamiento empieza desde el momento del nacimiento; dentro de la camada se definirán los roles del futuro, bien sea por el carácter o por la fortaleza física. Este comienzo es crucial para el posterior desarrollo pues marcará el orden en que se podrá acceder al alimento. Desde los juegos de los lobeznos, los más débiles o retraídos pueden quedar apartados del resto incluso ser repudiados por su propia madre si su fragilidad es extrema.

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El lobo es un carnívoro depredador. La mayor parte de su dieta está compuesta por presas cazadas, aunque ocasionalmente puede competir con aves carroñeras por los restos de animales que han muerto de forma natural o por accidente, así como por restos provenientes de vertederos cercanos a núcleos de población humana. En ciertas épocas también pueden consumir alimentos vegetales como bayas y frutas silvestres. Sus presas naturales son grandes herbívoros y otros mamíferos de menor porte, como zorros, perros, conejos y liebres. También en ocasiones cazan jabalíes solitarios o atacan al ganado doméstico.

Félix Rodríguez de la Fuente realizó diferentes estudios para concretar la dieta del lobo ibérico en España, y según los resultados extraídos, está compuesta por: grandes mamíferos (como jabalíes, corzos, muflones, ciervos, etc.) en un 35 %, ovejas en un 24 %, conejos en un 14 %, ratones de campo en un 9 %, carroña un 7 %, reptiles y aves en un 5 %, insectos y vegetales un 4 %, y otros carnívoros (como zorros o perros) en un 2 %. También hay noticias de que estos animales llegan a alimentarse de caballos, según ganaderos de la zona sur del Duero, o de ganaderos de la Costa de la Muerte en Galicia.

Y hasta aquí he llegado, por extensión y convicción. No me voy a pronunciar sobre la reintroducción del lobo en la península, necesitaría muchas más páginas de las escritas hasta ahora para ahondar y definir mi opinión. Sólo quiero comentar que a mediados del siglo XIX habitaban en casi la mitad de la España peninsular, en zonas elevadas de poca aprovechamiento agrícola y con baja densidad poblacional. Se le calificó como alimaña y se recompensaba económicamente por cada lobo abatido, hasta que se le llevó casi a la total extinción. A partir de 1970, se ha comenzado a recuperar la especie, aunque a costa de una pérdida de diversidad genética que pone en riesgo su supervivencia, ya que actualmente sólo ocupa territorios al norte del Duero y algunas poblaciones residuales y aisladas en Pirineos y Sierra Morena.

Desde septiembre de 2021 se le ha incluido (vía BOE) en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPE) y declarado especie no cinegética pero las competencias de la caza actualmente son autonómicas y habrá que esperar unos cuantos años más para comprobar el resultado y evolución de estos cambios. Quizás sea ese el momento en que retome el tema, abordando tanto las opiniones de ganaderos y ecologistas (hasta incluso la mía propia) y las diferentes actitudes y actuaciones de todas las administraciones implicadas en el tema. Y prometo contaros las leyendas forjadas sobre su figura desde la antigüedad.

Mientras tanto, disfrutad del relato sobre el espléndido animal que tanto amó Rodríguez de la Fuente.

Y os dejo con unas cuantas frases sobre el lobo que escritores y personajes han ido dejando en sus escritos:

  • Un hombre puede hacerse amigo de un lobo, pero ningún hombre será capaz de domarlo en realidad. (George R. R. Martin)
  • En la manada del lobo, la lealtad es un juramento. (Anónimo)
  • El lobo que aúlla es un peligro verdadero. (David Attenborough)
  • Existen noches donde los lobos son silenciosos y solamente la luna aúlla. (George Carlin)
  • Los lobos son muy habilidosos. Todo lo que necesitan es que la gente no les dispare. (Bob Ferris)
  • No sabe el lobo que Caperucita va al bosque por él (Experto Animal)
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Amazing Rain, Carlos Sanz, CSIC Andalucía, Ecologistas en Acción, Edp, Efe Verde, El Diario Vasco, El Español, El Mundo, Fauna Ibérica, Fundación Aquae, Geo Innova, Hablando en Vidrio, Humanidades, Ibéricos Jugal, La Aldea Irreductible,  La Cuniacha, La Gran Escapada, La Opinión A Coruña, Lobo Wiki, Mis Animales, Muy Interesante, National Geographic, Nattule, Newtral, OK Diario, Paul Nicklen Photography, RTVE, Soy Rural, Supercurioso, Wikipedia, WWF


© Carmela Pérez Nuñez

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