Beggarstaff Brothers, el minimalismo en el cartelismo

El minimalismo es una expresión artística muy alabada  en el siglo XX y XXI, pero imagínense en el siglo XIX y en plena explosión del art nouveau, que era justo lo contrario: carteles llenos de elementos diversos, con tipografías rocambolescas y una paleta de colores muy amplia. En ese estado de cosas nació la sociedad conocida como Beggarstaff Brothers, que al contrario de lo que su nombre indica, no eran hermanos ni se llamaban Beggarstaff. Empecemos…


Primer encargo

William Nicholson y  Mabel Pryde eran estudiantes en la escuela de arte de Hubert Herkomer en Bushey. En 1893 decidieron fugarse para casarse en secreto y se fueron a vivir a lo que había sido un pub en Denham.

El hermano de Mabel Pryde, que era también pintor, James Pryde, los visitó y se quedó un tiempo a vivir con ellos.

Quiso la casualidad que uno de los inquilinos, Edward Gordon Craig que era actor, les pidiese un cartel para anunciar una gira con obras de Shakespeare.

Los cuñados se pusieron manos a la obra y diseñaron un cartel utilizando una técnica que en aquellos momentos era muy despreciada por sus colegas: el collage. De forma que, lo que hicieron ambos artistas, fue recortar trozos de papel y crear la silueta del personaje para pegarlo sobre papel de color café.

Beggarstaff Brothers y su cartel Hamblet

Lo cierto es que es difícil innovar en las técnicas que imperan en un momento dado, pero  Nicholson y Pryde, lo hicieron desde su primer diseño que como habrá comprobado el lector es simplemente maravilloso. La técnica consistía en utilizar de fondo papel de estraza marrón y sobre él disponían las siluetas formadas con recortes de papeles. No solían utilizar más de tres colores y el resultado era una serie de figuras planas, que se destacaban sobre un fondo neutro, con una tipografía simple (sans serif por lo general). El minimalismo se caracterizaba porque en la imagen no había elementos que interfirieran en la comunicación, lo que recuerda a las estampas japonesas. 


Elección del nombre

Cuando los dos artistas vieron su trabajo, se dieron cuenta que podían montar una sociedad, pero debían buscar un nombre.

Una vez más fue el azar el encargado de resolver la cuestión. Paseando se toparon con un saco de forraje en un establo que tenía la marca Beggarstaff. A nuestros protagonistas les pareció era un nombre muy inglés y de inmediato lo adoptaron para firmar sus carteles, añadiéndole las iniciales de su nombre de pila: J. & W. Beggarstaff

Muchos pensaron que los Beggarstaff eran hermanos y empezaron a llamarles Beggarstaff Brothers.


Los cinco años de los Beggarstaff Brothers.

Los Beggarstaff Brothers, no duraron demasiado, de hecho su sociedad desapareció en cinco años. Pero entre 1893 y 1898 Nicholson y Pryde realizaron una serie de carteles publicitarios que revolucionaron la estética de la época.

La elección de siluetas simples sobre un fondo neutro, frente al art nouveau imperante en la época fue una apuesta arriesgada que si bien no funciono en su época si que fue necesario para construir los pilares de ruptura en la estética gráfica del momento.

Kassama de Beggarstaff Brothers.

Un ejemplo de lo comentado es este cartel de Don Quijote:

Don Quijote de J. & W. Beggarstaff

Como puede comprobarse es totalmente rompedor y con las señas de identidad de los J. & W. Beggarstaff: 3 colores, figuras sencillas y sólo perturbada por la tipografía. Y lo cierto es que la crítica más estudiada se rendía ante estos diseños pero en el mundo comercial era todo lo contrario y sus clientes rechazaban estos diseños, precisamente porque les parecían muy rompedores. Así este maravilloso cartel de Don Quijote… no llegó a ser impreso.


La incomprensión de su trabajo

Un ejemplo de la incomprensión a la que llegó su trabajo está resumido en este cartel:

China town de J. & W. Beggarstaff

Cuando el impresor lo vio consideró que le faltaban elementos así que decidió añadirle unos cuantos que lo hieran más…. O más bien menos minimalista, y este fue el resultado:

China town de J. & W. Beggarstaff retocado

Cuando los J. & W. Beggarstaff vieron el fondo naranja y la tipografía imitando  trazos chinos decidieron no firmar el cartel, alegando que ellos no habían diseñado eso.

Esa incomprensión del público fue lo que provocó que los J. & W. Beggarstaff desaparecieran como diseñadores gráficos muy pronto. En 1898, desanimados por la falta de acogida, abandonaron su colaboración y cada uno decidió seguir la carrera artística por su lado.

Ciertamente el público a veces puede resultar cruel y los artistas que son transgresores, aquellos que lo llevan como parte de su identidad no lo tienen fácil y les trae más problemas que a los que optan por ser políticamente correctos y ofrecer al público lo que quiere, aunque eso conlleve que no evolucionemos nunca.

Visto de esta manera no hubiera nacido nunca el cubismo, el puntillismo, el expresionismo y otros muchos movimientos artísticos que hoy vemos con admiración. Gracias a los J. & W. Beggarstaff, el minimalismo se hizo un hueco en el cartelismo y encontró eco en cartelistas alemanes como Lucien Bernhard o Ludwig Hohlwein e influyó decisivamente en el diseño gráfico posterior. Por lo que yo no dejo de repetirme:

¡Pero que necesarios son los artistas transgresores!


© María Ángeles Espílez Murciano

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