BOCAZAS
Su marido era insufrible. Cada vez que abría la boca daban ganas de estrangularlo. A todos los amigos, incluida esposa, les pasaba lo mismo. Hasta que zas, el día de su cumpleaños apareció estrangulado con siete cordeles en el cuello.
La policía encontró en la casa, conmocionados, a las cuatro parejas de amigos —Bueno, ahora tres y la viuda— y dando vuelta a los antebrazos mientras repetían un extraño mantra: “hilo, hilo que yo no he sido”.
Texto © Lucía Santamaría Nájera
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