Borrachera
En medio del viaje he perdido el rumbo y ha sido grato naufragar, lo mismo dijo el tipo aquel que bebió conmigo la noche como si las estrellas fueran hijas de la luna y luego reímos como enfermos mentales, porque la vida es un chiste, y el tipo y yo lo supimos apenas las cosas se pusieron candentes, aunque a decir verdad ya poco detalle recuerdo: que fui a médico, algo me recetó con la pena esa que me brotaba por nariz y boca (Es decepción, dijo más tarde una bruja; tonta útil como fuiste). En fin, me dio la locura, sabiendo que todo resultó un dolor ridículo, como de apendicitis del alma y sin hora para cirugía, lo mejor era viajar rumbo a Ningunaparte junto al guapetón aquel que pasó de rey a mendigo y luego a amante mío, sin que me percatara, porque en realidad estaba ebria con el vaivén del barco y las estrellas, con las palabras de amor medio inventadas, con la noche que acabó al día siguiente, cuando el hombre me miró con ojos ajenos y volvió la pena a subirme por la boca, haciéndome sentir cada vez más extraña.
© Roxana Heise
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