Carteles luminosos (IV): Moulin Rouge
Finalizamos en agosto esta serie de carteles luminosos y para acabar a lo grande hemos escogido a la ciudad de la luz. Dicen que se le dio este nombre a París porque fue la primera ciudad de Europa en iluminar sus calles con luz eléctrica, aunque otras versiones sugieren que el nombre se debió al Rey Luis XVI, que ordenó iluminar toda la ciudad con linternas, algo que no era habitual en esa época y que propició el nombre de la Ciudad de La Luz.
Sea como fuere, la colaboración de este mes está dedicada a París y más concretamente a un mítico cabaré parisino: “Bienvenue à Paris. Bienvenue au Moulin Rouge”
Su inauguración en 1889
Esta es la fecha en que el mítico cabaré parisino empezó su andadura. Fueron un empresario de Terrassa (Barcelona), Josep Oller i Roca, y un francés Charles Zidler los culpables de poner en marcha esta sala de fiestas. Y para ello escogieron el barrio rojo de Pigalle, a los pies de Montmartre.
Parte del éxito del Moulin Rouge tendría que ver con su llamativa fachada, presidida por un molino de viento rojo y decorado con luces eléctricas, que en aquella época suponía toda una novedad.
El molino fue diseñado para rendir homenaje al que, durante mucho tiempo, había sido un elemento habitual en la zona de Montmarte. Estamos hablando, de que en aquella época esa parte de la ciudad todavía era una zona rural.
Pero el cabaret cobró fama rápidamente sirviendo de inspiración a artistas conocidos internacionalmente, como Henri de Toulouse-Lautrec o Auguste Renoir. Y posteriormente, el Moulin Rouge no tardaría en convertirse en un icono de la Belle Époque, el período histórico comprendido entre finales del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial, y acabaría atrayendo a artistas tan conocidos como Frank Sinatra, Liza Minelli, Edith Piaf, Ives Montand o Charles Aznavour.
Pero volvamos nuevamente a esos primero años, de noches de fiesta, champán y bailarinas. En esta época nació la célebre cuadrilla que conocemos como el «cancán francés». El establecimiento servía bebidas mientras los invitados disfrutaban del espectáculo. No podemos dejar de mencionar a “La Goulue”, bailarina del cancán parisino, inmortalizada por Henri de Toulouse-Lautrec, conocida en la Belle Époque como «La Reina de Montmartre.

Y es que resulta imposible desligar el Moulin Rouge de la figura de Henri de Tolouse-Lautrec, extraordinario exponente del arte francés quien dominaba todas las técnicas pictóricas, pero que se convirtió en uno de los más grandes cartelistas de su era. Él inmortalizó en su obra al Moulin Rouge, de hecho su cartel inaugural fue obra del artista, convirtiéndose, en la siguiente década, en su tema favorito.

El Moulin Rouge durante la Segunda Guerra Mundial
Un incendio en 1915 destruyó el Moulin Rouge y el cabaret no se reconstruyó hasta pasados 10 años. En ese momento, la cantante y bailarina Mistinguett, se hizo cargo del cabaret y su gestión fue un éxito, tanto es así, que cuando lo dejó el teatro disponía de 1.500 asientos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el cabaret perdió todo su esplendor a pesar de la actuación de Édith Piaf y Yves Montand en 1944. Cuando Édith Piaf cantó en el Moulin Rouge en 1944, ya era una artista reconocida, a pesar de que todavía no había grabado La vie en rose, pero era una gran estrella de music-hall. El día de su actuación en el Moulin Rouge, la acompañaba un joven artista llamado Yves Montand.

El Moulin Rouge en los años 50
En los años cincuenta se llevaron a cabo obras de reforma en el Moulin Rouge.
Se trataba de devolver al lugar su espíritu de cabaret en el que el público se divertía con revistas espectaculares formadas por artistas de extraordinario talento. Esta nueva vida comenzó acompañada de un espectáculo en el que actuaban, entre otros, Charles Trenet, Charles Aznavour y Bourvil.
Pero eso sólo fue el principio. A lo largo de los siguientes años, Ella Fitzgerald, Frank Sinatra, Elton John, Liza Minnelli y muchos grandes artistas internacionales actuaron en galas excepcionales.
El Moulin Rouge en la actualidad
Actualmente, el edificio sigue abriendo sus puertas en el bulevar de Clichy, 82. Además, ha servicio de inspiración a otros locales similares en otras partes del mundo, como Barcelona, donde se halla El Molino.
Aunque en España, había sido bautizado como El Molino Rojo, durante la dictadura franquista perdió la alusión al color, ya que el régimen asociaba el rojo al comunismo.
Hoy podemos seguir disfrutando de su historia y su glamour ya que los espectáculos conocidos como revistas se suceden en el cabaret parisino. Quién sabe si nos descubrirá a futuras estrellas que nos hagan ver, de nuevo, la vida en rosa.
© María Ángeles Espílez Murciano
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