Chopin y Mallorca, una huella que perdura

La isla de Mallorca y en particular, Valldemossa y Palma, se encuentran estrechamente ligadas al que fue uno de los pianistas más virtuosos de la historia de la música y máximo exponente del Romanticismo musical: Fryderyc Franciszek Chopin.

Nacido en Zelazowa Wola (a 60 kilómetros al oeste de Varsovia) el 1 de marzo de 1810 y fallecido en París el 17 de octubre de 1849 como consecuencia de tuberculosis, fue contemporáneo de los compositores alemanes Robert Schumann y Felix Mendelssohn, así como del húngaro Franz Liszt.

Sus inicios en la música se remontan a una edad muy temprana. A los ocho años ya tocaba para grupos reducidos de familias aristocráticas en Varsovia y con diecinueve ofrecía sus primeros conciertos en la ciudad de Viena.

La situación política en su país natal le obligó en 1831 a trasladarse a París, donde trabajaría como profesor, pianista y compositor hasta convertirse en uno de los artistas más solicitados por la alta sociedad parisina. Chopin siempre fue reacio a interpretar ante públicos amplios prefiriendo, ya desde su infancia, ambientes más íntimos y audiencias más cultas y sensibles.

Durante su primer concierto en París, celebrado el 25 de febrero de 1832, tuvo la ocasión de conocer al pianista Franz Liszt, con quien entabló una gran amistad antes de convertirse en una persona clave en el devenir de la vida de Chopin.

Fue a finales de 1836 cuando conoce a George Sand (pseudónimo de la escritora Amantine Aurora Lucile Dupin de Dudevant). Chopin y Sand, ambos residentes en París, tuvieron su primer contacto en una reunión de amigos en el Hôtel de France organizada por el propio Liszt y su amante, Marie d’Agoult.

Siempre se rumoreó que la primera impresión al conocerse no resultó satisfactoria para ninguno de ellos. George Sand comentó a una amiga que la acompañaba: “Ese señor Chopin, ¿es una niña?”, a la vez que el músico preguntó a su acompañante: “¡Qué antipática es esa Sand! ¿Es una mujer? Estoy por dudarlo…”

Sin embargo, no sería hasta el año siguiente cuando Chopin y Sand volverían a coincidir en un concierto del compositor en su propia casa. La escritora quedó prendada de las obras interpretadas por Chopin, iniciándose entre ambos una relación que perduraría durante los siguientes ocho años.

Fruto de su matrimonio con Casimir Dudevant, George Sand tuvo dos hijos, Maurice y Solange, con quienes se trasladó a París tras separarse de su marido. Al poco tiempo de iniciar su relación con Chopin, el hijo de ella empezó a sufrir ataques reumáticos de manera continuada. Esta situación familiar obligó a la pareja a buscar lejos del frío invierno parisino un clima más saludable que le ayudara a combatir sus dolencias.

Por aquella época, el estado físico de Chopin ya comenzaba a deteriorarse. Aunque todavía no se lo habían diagnosticado, empezaban a aparecer los primeros síntomas de tuberculosis. Fue su médico, el doctor Pierre Gaubert, quien le animó a viajar a Mallorca en busca de un clima más templado.

Los amigos de la pareja y en particular, el músico mallorquín Francesc Frontera (natural de Valldemossa), fueron los que les convencieron para visitar la isla de Mallorca y así poder beneficiarse de sus suaves temperaturas y disfrutar de los bellos parajes.

A bordo de la embarcación ‘El Mallorquín’, Frederic Chopin, George Sand y sus dos hijos llegan al puerto de Palma el 8 de noviembre de 1838, alojándose durante los primeros días en un viejo hostal ubicado en la calle del Mar.


Placa en la Calle del Mar en Mallorca dedica a Chopin

Lo que inicialmente estaba programado como un viaje de placer para mejorar la salud de Chopin y del hijo de Sand, se acabaría convirtiendo en un calvario para toda la familia.

Ese invierno fue muy duro en Mallorca. Llovía de forma continuada, el frío era más intenso que otros años y la gran humedad del ambiente no favorecía en absoluto a tan ilustres visitantes.

Dado que su primer alojamiento estaba ubicado en el barrio de pescadores de Palma, el trasiego de gentes y el consiguiente ruido que debía soportar la pareja les hizo cambiar inmediatamente de residencia. Tras permanecer como invitados en la casa del cónsul francés, Pierre-Hippolyte Fluir, decidieron alquilar la finca ‘Son Vent’ en las afueras de Palma.

La felicidad de la que disfrutó la familia durante los primeros días de estancia en su nueva residencia se vio truncada con la llegada del frío y la lluvia a finales de noviembre. La salud de Chopin continuó deteriorándose y la tos que le perseguía se fue acentuando rápidamente. Según cuentan las crónicas, el músico fue visitado por los doctores Arabí, Oleo y Fiol; los cuales le diagnosticaron tuberculosis.

La enfermedad de Chopin, altamente contagiosa, motivó que el propietario de ‘Son Vent’ les expulsara de la casa para proceder a su desinfección blanqueando las paredes con cal. Tal era el miedo del dueño de la finca a la enfermedad que todos los muebles utilizados por la pareja fueron quemados.


Monasterio de la Cartuja en Valldemossa en Mallorca

A raíz de una excursión a Valldemossa, la pareja descubre en esta localidad el bello Monasterio de la Cartuja. Construida en tiempos del rey Jaime II de Mallorca y ocupada desde 1399 por los monjes cartujos, pasó a manos privadas en 1835 cuando, a raíz de la desamortización de Mendizábal, los monjes tuvieron que abandonar dicha edificación.

Atraídos por el encanto de este pequeño pueblo mallorquín, así como por el idílico entorno que rodeaba al monasterio, deciden alquilar en él algunas dependencias. El 15 de diciembre de 1838 se instalan en la Cartuja iniciando, de esta manera, su etapa más conocida en Mallorca.

Durante este periodo en la isla, Chopin compone grandes obras como una de las dos Polonesas Op. 40, su segunda Balada fa mayor Op. 38, su tercer Scherzo en do sostenido menor Op. 39 y la mayor parte de sus preludios, destacando el Preludio Op. 28, Nº 15 conocido como el de “La Gota de Lluvia”.

George Sand, en su libro “La Historia de mi vida”, describe el momento en el que Chopin compuso este preludio. Era un día de lluvia intensa en Valldemossa, las gotas caían rítmicamente desde el tejado y, ante la insinuación de Sand referente a que Chopin había copiado ese sonido, el compositor contesto con un rotundo: “Yo no imito sonidos reales. Transformo esos sonidos en armonías naturales”. Esta anécdota nos da una idea de la genialidad y creatividad del artista polaco.


Valldemossa en Mallorca (España)

A la escritora, su paso por la Cartuja le supuso una fuente de inspiración para concluir su novela “Spiridión”, un libro diferente a lo que habitualmente tenía acostumbrados a sus lectores. Se trata de una novela de trama social y no exenta de un intento de llegar a la gente con sus ideas.

George Sand, educada en ambientes burgueses parisinos, estaba acostumbrada a otro tipo de vida. Vestía con pantalones, fumaba en público, le gustaba pasear sola por la noche y además convivía con un hombre que no era su marido. Todo ello chocaba frontalmente con las costumbres que imperaban en la Mallorca del siglo XIX.

Avanzaba el invierno y la salud de Chopin no mejoraba. Cada día se encontraba más débil y su tos iba en aumento. Prácticamente no salía del recinto del monasterio y no se apreciaba mejoría alguna desde su llegada a Valldemossa.

Este cúmulo de circunstancias contribuyó a que, el 12 febrero de 1839, abandonaran definitivamente Valldemossa con destino a Palma. Al día siguiente, embarcarían de nuevo en ‘El Mallorquín’ con rumbo a Barcelona para regresar posteriormente a Francia.

Si el paso de Chopin por la isla siempre lo recordaremos por su música, el de George Sand ha quedado marcado por la publicación de su libro “Un invierno en Mallorca”. La compañera de Chopin fue una admiradora de la belleza y de los paisajes mallorquines, pero nunca llegó a comprender la idiosincrasia de las personas con las que convivió en Mallorca.

La publicación de este libro fue motivo de una gran controversia en la sociedad mallorquina, generando una contundente respuesta por parte del menorquín José María Quadrado (escritor, periodista, historiador y fundador de la revista ‘La Palma’), quien en 1841 publicó el artículo “A George Sand. Vindicación”, en el que expresa su decepción de que una mujer conocida por una sensibilidad romántica extraordinaria realizara una fuerte diatriba hacia los mallorquines y los españoles en general.

Además de la visibilidad a nivel internacional que la estancia de Chopin ha dado a Mallorca y en especial a Valldemossa, la huella que el músico ha dejado en su paso por esta localidad la podemos contemplar en el interior de la celda nº 4 de la Cartuja.

En ella se encuentra el piano vertical Pleyel con el que el artista compuso sus obras. Este es el único piano de los siete que utilizó Chopin que permanece en el mismo lugar en el que el compositor se inspiró y creó.


piano vertical Pleyel

En la habitación donde se alojó permanece un conjunto de documentos originales como la relación de gastos de la pareja en Mallorca o los apuntes acerca del coste que les ocasionó el traslado del piano a Valldemossa.

En el plano artístico, desde el año 1930 y por iniciativa del compositor mallorquín Joan Maria Thomàs, se sigue recordando la estancia de Chopin en Valldemossa con la celebración en el Claustro de la Cartuja del Festival Internacional Chopin.


Estatua de Chopin en Mallorca

La ciudad de Palma reconoció en 1988 el paso del artista por la isla con motivo de la celebración del 150 aniversario de la llegada de Chopin a Mallorca. En uno de los lugares más céntricos de la ciudad se inauguró una plaza que lleva su nombre, en la cual destaca un busto de Chopin esculpido en bronce sobre un pedestal de piedra.

© Enrique Moreno

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