Cinco años y un día: Quinto año

El centinela no sabe que lo miro, miro su mirada de perro amaestrado, el negro de su arma, el uniforme gris. Hasta percibo el miedo que le provocan las fugas, las manos empuñadas y su fragilidad. De pronto siento piedad. Hace ya tanto tiempo que recorro su imagen desde el salón de esta casa colindante al penal. Lo veo entre las rejas que cruzan las ventanas y siento que mi alma deambula junto a él.

Vivo en tu ausencia, no vienes, quizá nunca regreses. Alguien desconocido se apoderó de ti. El centinela lo sabe, es ajeno a este mundo, ajeno como el niño que juega en el jardín y se refugia en mi vientre marchito de promesas, vacío del amor que encontramos ayer. El centinela intuye mis pensamientos, las palabras emergen desde el fondo del fin, ni el beso de la tarde sobre su piel dormida despertará la estrella que habita su interior. Juntos emprendimos un camino sin retorno; el centinela respira mi dolor, el centinela eres tú. 

Continuará…


© Roxana Heise

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies