Con las nieblas del amanecer, con el aullido del lobo
En la frontera misma de las casas está la selva, la noche, la prehistoria
Posiblemente (casi seguro) si tienes más de cincuenta años y no has vivido como un anacoreta en el fondo de una cueva, con sólo leer el título intuirás a quien voy a dedicar mi artículo este mes, sin necesidad ni de ver la foto. Él, el edulcoradamente llamado amigo de los animales, porque era y fue muchísimo más que eso, el más famoso de nuestros naturalistas, el divulgador mediático que en los años 70 era tan conocido como Franco (las encuestas así lo recogieron), el agitador de nuestras conciencias ecológicas cuando ni sospechábamos lo que eso podía significar, el hombre que ponía toda su pasión (y evidentemente tenía mucha) al servicio de la naturaleza. Félix Samuel Rodríguez de la Fuente.
Nació en Poza de la Sal el 14 de marzo de 1928, un pueblo al norte de la provincia de Burgos, hijo de un notario (un hombre culto aficionado a la lectura y entusiasta del castellano) que no era partidario de la enseñanza temprana y lo educó en casa junto a su hermana. En ese ambiente rural se movió Félix, zangaloteando junto a sus amigos -la pandilla Dios te libre como se autodenominaban-, rodeado de unos parajes aún vírgenes, un entorno idóneo para ser escudriñado, estudiado, listo para que lo descubrieran y lo exploraran… El día en que observó cómo un halcón cazaba a un pato, supo que nada ni nadie le separaría de ese mundo. Una infancia en medio de -según sus propias palabras- una comunidad humana en convivencia armónica con los paisajes. Porque Félix tenía muy claro que no se podía disociar al hombre de la naturaleza y que su paraíso era el Paleolítico, sin duda alguna. A los 10 años comienza sus estudios en un internado, primero en Vitoria y más tarde en Burgos, lugares en los que evidentemente no se sentía a gusto, prisionero entre sus muros, y es por ello que sus notas nunca reflejaron la inteligencia y capacidades que poseía. En 1943 la familia se traslada a Briviesca (Burgos) y en 1946 comienza Medicina en Valladolid (siguiendo los consejos y deseos paternos que no creía que pudiera ganarse la vida dedicándose a sus pasiones naturalistas y que le convenció que a través de esa carrera aprendería biología de manera más práctica y hasta más directa) donde al principio aprueba pocas asignaturas hasta que decide estudiar en el mes anterior a las pruebas y examinarse oralmente (siempre destacó por su gran elocuencia).

Y entre asignatura y examen, en 1950 funda en Briviesca el primer centro de cetrería de España (que pocos años después se convertiría en el Centro Nacional de Cetrería), al tiempo que gana algunas pruebas en los Juegos Universitarios de Valladolid (salto de altura según algunas fuentes, 400 metros lisos para otras, posiblemente serían ambas). En esta época conoce al biólogo José Antonio Valverde, un naturalista que a finales de los 50 adquiere fama internacional por enfrentarse al ministerio de Agricultura que pretendía desecar las marismas del Guadalquivir, y que logró la fundación del Parque de Doñana. Valverde también alienta a Félix a investigar en textos medievales acerca del arte de la cetrería, el cual llevaba más de un siglo y medio sin practicarse en España. Y ahí que se sumergió Félix, desentrañando todos los secretos de dicha disciplina a través del Libro de la caza de las aves, de Pedro López de Ayala y del Libro de la caça, de Don Juan Manuel, principalmente.
En 1953 acaba Medicina y al año siguiente participa en la constitución de la Sociedad Española de Ornitología. Ya comienza a publicar sus primeras colaboraciones en prensa.
En 1957 acaba la especialidad de Estomatología en Madrid, con el premio extraordinario Landete Aragó, el más prestigioso de la época y encuentra trabajo, pero sólo consiente en aceptar media jornada pues sus verdaderos intereses estaban en la cetrería, que practicaba diariamente y en el estudio autodidacta de las ciencias naturales, especialmente en trabajos de campo de ecología y etología (comportamiento de los animales en diferentes ámbitos).
Tras la muerte de su padre (1959) abandona definitivamente la estomatología y se dedica a la cetrería y a la divulgación científica. Colabora como asesor de cetrería en la película El Cid, protagonizada por Charlton Heston y Sofía Loren. Profundiza en el estudio del halcón peregrino, publicando su primer libro Cetrería y Aves de Presa; comienza a ser conocido y tener contacto con científicos europeos, siendo invitado a participar en congresos internacionales en los cuales expone la situación del halcón peregrino en España.
En 1964 el gobierno español le encarga que capture y adiestre a una pareja de halcones peregrinos para ofrecerlos como regalo al rey de Arabia Saudita, país al que viaja para entregar en mano el presente. En agradecimiento el rey le financia uno de sus primeros programas (Señores del espacio, dedicado evidentemente a la cetrería) unos años más tarde.
En octubre de ese mismo año organiza, por primera vez en España, las Jornadas Internacionales de Cetrería en la provincia de Guadalajara. El diario ABC le dedica la foto de portada bajo el título de Cetrero Mayor del Reino, la misma que resulta ser la ganadora de la competición fotográfica.

Como resultado de esa foto, es invitado a un programa de TVE pocos días después y allí aparece con su halcón sobre su puño enguatado, una hembra entrenada por él llamada Durandal (como la espada de Roldán, que según leyendas de El Bierzo se encuentra sumergida en el lago de Carucedo). Tres minutos le bastaron para encandilar a la audiencia que con miles de cartas le hicieron un hueco de cinco minutos cada 15 días en el programa Fin de Semana, durante cuatro años. Cinco minutos sirven para enamorar, ya lo decía Víctor Jara: Son cinco minutos, la vida es eterna en cinco minutos…
Y mientras encandilaba a la futura audiencia, él seguía en su lucha contra las legislaciones vigentes. Como consecuencia del estudio que realizó sobre la situación del halcón peregrino, logra que se derogue legalmente (en 1961) las juntas de Extinción de Animales Dañinos y junto al Servicio Nacional de Pesca Fluvial y Caza crea el centro de cetrería de la Casa de Campo en Madrid y unos años más tarde, que el halcón peregrino pase de ser considerado especie dañina a especie protegida en todo el territorio nacional por decreto ley en Julio 1964 (hay otras fuentes que dicen en 1966), lo que convierte a España en un referente, pues es el primero en que se aprueba una normativa de este tipo. Trabaja en proyectos con naturalistas franceses para la reintroducción del cernícalo en el país vecino, y para la revista Blanco y Negro (alrededor de 1967) realiza safaris y reportajes fotográficas en África. Mientras tanto, tiene tiempo para enamorarse y contraer matrimonio con Marcelle Genevieve Parmentier, a la que conoció en una fiesta e hizo que se interesase en él contándole que él tenía y criaba halcones; ante la incredulidad de ella, la invitó a visitar su centro. Genio y figura, la pasión presente en todos los aspectos de su vida.
Sus primeros años en la tele estuvieron enfocados totalmente hacia el público infantil y en horario matinal. Su principal objetivo siempre fue concienciar y entusiasmar a los más jóvenes, tenía claro que en sus manos estaría el futuro:
En las raras ocasiones en que los esfuerzos que vengo realizando en defensa de los animales salvajes han llegado a fatigarme, me ha bastado pensar que la naturaleza pertenece a los niños para reanudar mi batalla encaminada a la conservación de la fauna.
Así, en 1975, creó el Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega, con la mayor población de buitres leonados de Europa, donde organizó campamentos infantiles por los que pasaron cientos de niños. No os podéis ni imaginar la cantidad de testimonios y artículos que he ido encontrando mientras preparaba estas líneas de biólogos, naturalistas y ecologistas actuales, muchos con un gran prestigio científico a nivel mundial que se reconocen discípulos de Félix, que sin ningún empacho reconocen que se dedicaron a esas ramas de la ciencia impulsados por sus programas y escritos.
Alrededor de 1968 desarrolla la operación Baharí en la base aérea de Torrejón de Ardoz (extendido en 1970 al aeropuerto de Barajas), donde utilizó sus aves rapaces como medio para ahuyentar a las aves potencialmente peligrosas para los vuelos, evitando la eliminación mediante venenos o medios mecánicos. También por esos años comienza en TVE su programa Fauna y casi al mismo tiempo, publica con Salvat la enciclopedia -del mismo nombre- por fascículos. Tan gran éxito tiene la enciclopedia que TVE cambia unilateralmente el nombre del programa por el de Animalia (no lo conoce ni Dios, menuda vista comercial del ente). En esos finales de la década y comienzo de los 70 realiza programas tanto de radio como de televisión, así como más colaboraciones con editoriales y prensa: Nuestro amigo Félix, Imágenes para saber, El reino animal (serie de dibujos animados), Animalia, Vida salvaje, La aventura del saber, Planeta Agua, Objetivo: salvar a la naturaleza, Cetrería y aves de presa…
Todo esto le permitía, además, estudiar y criar a sus lobeznos (Rómulo y Remo, a los que salvó de morir apedreados en mitad de un pueblo de Castilla y León) junto a su mujer, mientras se hacía un experto a nivel mundial en la etología de estos mamíferos. Se puede afirmar que él salvó al lobo de su extinción en la península ibérica, a costa de polémicas y amenazas desde sectores agrícolas y ganaderos.
Pero tampoco ahí se detiene su labor. Participó y/o inició campañas de denuncia contra la contaminación, luchó por la preservación de las dunas del Saler y de la Albufera de Valencia, contra la desecación de las Tablas de Daimiel, de Doñana, de la laguna de Gallocanta, colaboró en la creación de la reserva biológica de Hato del Frío (en Venezuela), asistente en conferencias de expertos en conservación de la biosfera o del lobo ibérico, cofundador de ADENA/WWF y de la comisión para la conservación de la isla de Cabrera como parque marítimo terrestre (se logró en 1991), campañas para el salvamento de las ballenas, para la instalación de nidos artificiales para aves rapaces y de protección y defensa contra los expoliadores de nidos de halcón…

En esta fase final de mi artículo quiero hace hincapié en sus dos hitos (uno escrito y el otro audiovisual). Ya antes he hablado -un poco de pasada- sobre la Enciclopedia Salvat de la Fauna, que sólo en España logró vender 18 millones de volúmenes y que, con la ayuda de un grupo de jóvenes biólogos, publicó un fascículo semanal de 24 páginas durante tres años; posteriormente fue traducida a 14 idiomas y publicada en los cinco continentes y, es más, estaba presente como obra de referencias entre los libros técnicos en la mayoría de los museos de ciencias naturales de Europa. En mi casa también, aprovechando una de las múltiples ocasiones en que se editó la colección (fascículos semanales, por supuesto); era una asignatura pendiente desde mi niñez, desde que la veía en casa de mi abuela María (pertenecía a mi tío Fali) y mi padre no me la dejaba ni tocar, la fuese a estropear. Asignaturas pendientes y finalmente aprobadas.
Y ahora le toca a El hombre y la Tierra, su serie más famosa y reconocida, realizada entre 1973 y 1980. Rodó 124 capítulos, divididos en tres partes: ibérica, sudamericana y norteamericana. La serie ibérica constó de tres partes y de una cuarta que quedó inacabada. La dedicada a la fauna de Sudamérica se filmó en 1973 en Venezuela, concretamente en Los Llanos, el Orinoco y el Amazonas, y, aunque en principio sólo se iban a rodar ocho capítulos, finalmente fueron 18. Precisamente en el capítulo 3 de la etapa venezolana, titulado Operación anaconda, cuando él y su equipo trasladaban una gigantesca anaconda entre el barro para salvarla, la enorme serpiente se volvió hacia él y a punto estuvo de propinarle un mordisco que hubiera sido letal. Por último, de la serie norteamericana sólo se pudo filmar la parte canadiense y dos capítulos en Alaska. La serie fue todo un reto cinematográfico debido al peso de los equipos y a la dificultad para transportarlos al filmarse todos ellos en 35 milímetros. Programa que comenzaba con la más que famosa sintonía compuesta por Antón García Abril (autor de bandas sonoras tan famosas como la de Los santos inocentes o La colmena, entre otras muchísimas). Esos tambores que sonaban con un sol incandescente como fondo y diversas imágenes sacadas de diferentes episodios. Si no la recuerdas o la echas de menos, puedes abrir el siguiente enlace:
¿Cómo olvidarla? Permanecerá en la memoria de todos aquellos que tuvimos la suerte de ver semanalmente el programa, en un salón con un único televisor y la familia congregada a su alrededor. Eran otros tiempos.
El día 10 de marzo de 1980 Félix Rodríguez de la Fuente se trasladó junto con un equipo de El hombre y la tierra Alaska para filmar la Iditarod Trail Sled Dog Race, la carrera de trineo con perros más importante del mundo. Tras despegar de la ciudad de Unalakleet, las dos avionetas volaron casi juntas y, poco después, una se estrelló en circunstancias no del todo aclaradas. Fallecieron junto a Félix el piloto, el cámara de TVE Teodoro Roa y el ayudante Alberto Mariano Huéscar. El lugar exacto del accidente fue Shaktoolik, una población a alrededor de 25 kilómetros de la costa del mar de Bering.
Ahora que ya estoy acabando, quiero reseñar que tanto en vida como ya muerto Félix no se vio libre de las críticas, desde muy diversos sectores y ambientes: uso de animales troquelados -acostumbrados a la presencia del hombre- para rodar ciertas secuencias (método usual en la época y defendido hasta por premios Nobel), por su fuerte personalidad y exigencia para sus colaboradores… También desde casi todas las opciones políticas. Como señaló su biógrafo Benigno Varillas: No aprendió de nadie, aprendió de muchos. No fue el clásico seguidor de una escuela o una filosofía muy concreta; era una persona integradora y que intentaba conciliar la izquierda con la derecha y el pasado con el futuro.
Me queda muy claro que él fue quien nos cambió la visión que teníamos de los animales y nos inculcó que tenemos el deber de proteger y salvar a las especies que se encuentran en peligro de extinción. Fue un verdadero agitador de conciencias. Y creo que los poderes públicos han sido totalmente injustos y que España está en deuda con él, por no haber creado un museo o un centro sobre naturaleza que preservase su figura y su recuerdo, ese que prácticamente está perdido en las nuevas generaciones. Y precisamente en momentos en que tanto se llenan las bocas para hablar sobre el cambio climático (que ya anticipó él hace más de cuarenta años).
Como siempre, me han quedado en el tintero (virtual) multitud de frases suyas, anécdotas, opiniones, comentarios de esa gran multitud de personas y profesionales (periodistas, escritores, aventureros, científicos, profesores…) que en algún momento de su vida se vieron influenciados por sus programas.
Nos vemos el mes que viene, cuidaros mucho.
Les confieso que no me importaría nada marcharme dentro de unos años con el último vencejo, a dormir también volando allá arriba, a 1.500 metros de altura, adonde es posible que no lleguen los ruidos, ni la contaminación, ni las preocupaciones, ni las injusticias de los hombres.
Referencias – ABC, ADENA/WWF, Ágora, Biografías y Vidas, Burgos Conecta, Cadena SER, El Asombrario Público, El Día de Segovia, El Norte de Castilla, El País, Esquire, Fundación Aquae, La Mente es Maravillosa, La Vanguardia, Libertad Digital, Magician, Muy Interesante, National Geographic, Ploggin Revolution, Real Academia de la Historia, Repensar el Futur, Revista Centinela, RTVE, Universidad de Burgos, Universidad de Granada, Wikipedia, Word Press