Cría cuervos
—Vamos apuesta, tronco.
—No tengo ni un euro. No puedo.
—Una apuesta es seria, papá. Veamos… Te concedo… Por ser tú…, algo simple. A ver, a ver, algo que tengas… pensemos…
—Pero, si no tengo nada.
—Ya lo tengo. Si pierdes, te saco un ojo.
—Sí, el del culo.
— ¡Trato hecho!
Los dados rodaron. Y desde aquel día por la jodida apuesta se fue cagando en lo más barrido.
Texto © Lucía Santamaría Nájera
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