De la pequeñez de Carmen Nöel

La luna sigue creciendo sobre los álamos
del camino.
Dormido está el gigante de la noche.
Alguien ha pisado el corazón de un ángel.
La lluvia de los charcos
deshecha sus hilachos y se rebosa en el barro.
Alguien ha roto una rama en su punta.
Un universo disminuido
se balancea constante hacia el precipicio.
En él lloran los sauces de abandono.
De alguna parte caerán los pétalos
de las ocultas violetas,
y en ellos dormirá el secreto impronunciado.
Aquel jamás expuesto a ras del día.
Aquel tan torturado por los bocados del tiempo.
Aquel azul de la luna, que se disfraza de blanco.
El himno de aquellos
que se olvidaron de ser mariposas,
aquellos que sesgaron a su estrella por las puntas.
Aquellos que solo mordieron
en sus presidios de sombra
la sed eterna, el dolor,
la sed eterna, el dolor,
la sed eterna, el dolor.


© Carmen Nöel
Imagen de Florian Kurz en Pixabay

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