Defensor a ultranza

Intelectual, querido, valorado, predicador de dignidad, justicia e igualdad; pensador que creó escuela.

Nunca sus escritos contaron que a sus sesenta años jamás había fregado un plato, ni hecho una cama, ni había planchado, ni barrido… eso se le daba mal. Decía que no lo sabía hacer.

Lo suyo era pensar.


Texto © Lucía Santamaría Nájera

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies