Durmiendo entre las nubes
Han vuelto los vencejos, los del año pasado, los de siempre, los mismos de hace siglos, los del año que viene. Miguel de Unamuno, abril 1908
El verano se acerca y no sólo lo hace con el aumento de las temperaturas, sino también con una banda sonora característica de esta época. Me refiero al sonido de los vencejos al amanecer y, sobre todo, a la caída de la tarde. Es de ellos de quienes voy a escribir este mes.
Yo creo en las casualidades y en la oportunidad de aprovechar lo que se me cruza en el camino, esa cualidad que actualmente se ha puesto de moda llamándola serendipia (por cierto, una muy hermosa palabra que siempre sale en las listas de las palabras más bellas del español). Quiso el azar que, hablando sobre golondrinas con unos amigos, alguien comentó que cada día se veían menos y especulaban sobre su posible o no aclimatación a las zonas costeras; es en ese momento cuando me nombraron y me emplazaron a que investigara el tema, a ver si podía encontrar una respuesta. Me encantó, tanto que aparqué automáticamente el tema en el que trabajaba (el arco iris) y me lancé a recopilar información sobre dichos pájaros. Y entre noticia y noticia, me apareció el vencejo y su singular vida me fascinó al momento. Olvidadas (de momento) las golondrinas, me centré en ellos y descubrí que en junio se celebra su día mundial. Dos y dos, cuatro; vencejos para junio y arco iris en mayo. ¿Veis por qué me encantan las casualidades?
Preparad las alas porque nos vamos a echar a volar… y os adelanto que será a gran velocidad.
Como comenté al principio, al aumentar las temperaturas comienzan a sobrevolar nuestras cabezas una serie de pájaros migrantes que aparecen en esta época por nuestros cielos y que sobrevuelan nuestras cabezas emitiendo agudos chillidos muy característicos y que constituyen el fondo sonoro de nuestro verano. Son los aviones, golondrinas y vencejos. Pero ¿cómo podremos diferenciarlos? Todos tienen un comportamiento similar y una fisonomía muy parecida ya que se han adaptado al mismo tipo de alimentación (insectívoros que cazan en vuelo); las diferencias las encontraremos en el aspecto, el vuelo y los nidos.
Los aviones y golondrinas son de la misma familia (Hirundinidae); los aviones son los más pequeños y regordetes y las golondrinas presentan una característica cola, muy ahorquillada, con sus extremos formando una especie de V. Ambos tienen el dorso, la cabeza y la cola negro azulados, el vientre es blanco; la golondrina además tiene la garganta y la frente de color rojizo. Poseen patas sin plumas y cuatro garras al final de ellas, tres hacia delante y una hacia atrás, así pueden posarse en los cables o en el suelo. Su vuelo es a menor altitud y lento que el de los vencejos (la golondrina es la que vuela más bajo) y respecto a los nidos, suelen construirlos adheridos a cornisas y paredes; el de los aviones es una semiesfera cerrada con un agujero en la parte superior y el de las golondrinas, una copa situada bajo cubierta. Ambas especies reutilizan los nidos del año anterior y pueden formar colonias, siendo las de los aviones muy semejantes a nuestras casas adosadas.

Los vencejos, en cambio, no tienen ningún parentesco con las anteriores, sino que están relacionados con los colibríes. Es un pájaro de mayor tamaño (alcanza de 42 a 48 cm de envergadura y de uno 17 cm de longitud) y de color pardo oscuro bastante uniforme, con la garganta de color blanco. Sus patas son emplumadas y extremadamente cortas (familia Apodidae, sin pies) y sus cuatro garras van hacia delante, lo que no permite que se puedan posar en el suelo, en cables ni en cuerdas; por eso es el único ave cuyos polluelos se deben recoger cuando se caen del nido (incapaces de remontar el vuelo). No hay dimorfismo sexual y las crías son simplemente algo más oscuras que los adultos y con un cierto aspecto escamoso.
Suelen volar en grupo y dependiendo de ciertas condiciones de visibilidad y luz, se les puede confundir con el vencejo pálido (que como su nombre indica tiene una coloración más clara). Ambos se diferencian en el canto. El vencejo común emite una especie de chirrido corto, agudo y monótono; el de la hembra es diferente al del macho y la unión de ambos es la que conforma la melodía que oímos en las tardes de verano.

Es un infatigable volador, con su cuerpo aerodinámico y sus estrechas alas es quizás el animal mejor adaptado al medio aéreo. Su vuelo es imprevisible y caprichoso, cambiando de dirección continuamente. Su ciclo vital se realiza en el aire exceptuando la nidificación. Comen, duermen, copulan y mudan las plumas mientras vuelan. Viven una media de 12 años y en ellos llega a volar alrededor de 144000 km (tres veces y media la longitud del ecuador terrestre). Sólo se posan para poner sus huevos, incubarlos y criar a sus polluelos. Es decir, pasan más de nueve meses al año volando, alcanzando velocidades sostenidas de 90 km/h y velocidades en punta de más de 100 km/h; su pariente, el vencejo mongol en sus migraciones entre Siberia y Australia vuelan sostenidamente a 170 km/h. Los vencejos españoles hibernan en África central, a más de 9000 km de la Península; cuanto más al norte anidan los vencejos, más al norte de África pasan el invierno.
En abril comienzan a llegar los machos que tienen parejas (duran toda la vida), discretamente, y en silencio revisan los nidos de la antigua colonia. Ocupan el mismo nido del año anterior y lo defienden ferozmente de los que no tienen pareja y buscan su primer nido. Comienzan a cazar insectos en pleno vuelo y a acondicionar el nido. Después llegan las hembras; la pareja se reconoce por un chillido característico, único para cada una de ellas. El cortejo comienza dentro del nido, donde se acicalan mutuamente y más tarde con vuelos acrobáticos, totalmente acompasados. La defensa del nido continua, machos contra machos y hembras contra hembras, con aparatosas peleas que recuerdan a la lucha grecorromana, tanto dentro de los nidos como en el suelo. El combate acaba con el ganador tumbado de espaldas, ya que el único punto débil de estos pájaros es la espalda.
La colonia se constituirá tanto con las parejas como con los “solteros” y todos contribuyen en su defensa. Estos meten mucho ruido intentando ocupar nidos abandonados y hostigando a grajillas y estorninos a fin de robarles los suyos. Los vencejos suelen estar de 2 a 4 años sin pareja hasta que en uno de sus viajes encuentran por fin un nido propio.

Suelen poner 3 huevos si el tiempo es caluroso; si es más frío, entre 1 y 2 ya que habrá menos insectos para cazar. La pareja se alterna para incubarlos entre 19 y 25 días, dependiendo también de la temperatura de la zona. Los polluelos suelen estar en el nido unos 42 días, con un máximo de 60 si el tiempo empeora. Cuando el vencejo alimenta a sus crías forma una bolita con los insectos cazados (unos 300) y en días soleados puede llevar al nido entre 20 y 35 bolitas. Si el tiempo empeora, llueve y descienden las temperaturas dejará de llevar alimento al nido; entonces los polluelos entran en un letargo que reduce el ritmo cardíaco de 90 a 20 latidos por minuto y la temperatura corporal de 36-39 °C a cerca de 20 °C. En este estado pueden aguantar aproximadamente una semana, pero en alguna ocasión la borrasca puede alargarse en el tiempo. Entonces los padres utilizan una extraordinaria estrategia llamada la fuga de Tempero. Se elevan en el aire y se alejan de la borrasca, decenas y hasta centenas de km, hasta encontrar un lugar en que haya insectos. Hay constancia de vencejos en Inglaterra que han alimentado a sus polluelos con insectos franceses, atravesando el Canal de la Mancha.
Cazan capturando insectos al vuelo, pero no llevan siempre el pico abierto; los capturan selectivamente gracias a su extraordinaria vista y sus rápidos reflejos. Se alimentan de insectos voladores (moscas, mosquitos…), arañas, pulgones, orugas suspendidas de un hilo, incluso pueden volar entre un grupo de abejas y capturar sólo a los zánganos; evita a las hormigas por el ácido fórmico que estas tienen.
Durante la época de cría los vencejos vuelven al nido al atardecer y los que no tienen pareja se elevan a altitudes entre 1000 y 2000 metros y allí duermen; se ha descubierto que su sueño es unihemisférico, es decir, sólo un hemisferio cerebral está descansando y que el aleteo pasa de 10 movimientos por segundo a sólo siete.
A mediados de julio, los padres dejan de alimentar a los polluelos y estos acuciados por el hambre cada día se asoman más a la entrada del nido hasta que se lanzan a volar. Nunca más vuelven a ese nido y dedicarán todo el tiempo a alimentarse. Al comienzo del otoño se unirán a la migración de vencejos, abejarucos y otras aves que se dirigirán hasta África. Tardarán un par de años en volver; la primera primavera suelen quedarse en el continente africano, es al año siguiente cuando sienten el instinto reproductor. Existen diferentes rutas de migración, dependiendo del país de origen y cuando hace mal tiempo vuelan sobre los ríos buscando alimento; usan frentes de bajas presiones durante sus migraciones de primavera para explotar el flujo de aire cálido del sudoeste y, en el viaje de regreso, cabalgan los vientos del noreste en la parte posterior de los frentes de baja presión.

No existen censos fiables respecto a estas aves; se calcula que hay unos 17 millones de parejas en Europa y alrededor de un millón en España. Es una especie no amenazada, aunque su número ha disminuido alrededor de un 30% en los últimos veinte años. Durante toda su vida se enfrentan a muchos peligros pues deben superar cordilleras y desiertos en sus migraciones, pero la humana es la mayor de sus amenazas. Desde los aviones comerciales que invaden sus dormideros hasta la desaparición de sus nidos por las reformas hechas, asimismo como la poca aptitud que tienen para anidar en las nuevas construcciones; también les afecta la contaminación, el uso de pesticidas y el cambio climático. . Está protegida a nivel estatal, al igual que sus pollos, nidos y huevos, por estar incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. No se puede reformar edificios si en ellos los vencejos están anidando en ese momento.
Creo que ya os he contado lo esencial que he encontrado sobre este más que interesante pájaro, un auténtico y muy eficaz insecticida natural y sin efectos secundarios. Nos vemos el mes que viene, no me abandonéis.
Fuentes y Referencias – SEO Birdlife (Asun Ruiz), ABC (Pilar Quijada, Niels Rattenborg, Alexei Vyssotski), Agencia SINC (Anders Hedenström), Bastión Salvaje, Birding 140, BBC (Alejandra Martins, Niels Rattenborg, Sebastián Cruz, Masako Tamaki) Bueno y Vegano (Carla Cornella), Diario Deia (Julen Rekondo), Diario Información (F. J. Benito, Luis Martínez), El Confidencial (José Luis Gallego, Asun Ruiz), Experto Animal (Cristina Simón, E. De Juana, J. M. Varela, Lynx & SEO/Birdlife), Familia Torres (José Luis Gallego), Idea (Juncal Cámara), Investigación y Ciencia (Daniel Lingenhöhl, Anders Hedenström), La Vanguardia (Joaquim Elcacho, Asun Ruiz), Mis Animales, National Geographic (Alec Forssman, Ronald Lockley, Anders Hedenström), Verde y Azul (Joan Lluís Ferrer, Ana Bermejo, SEO Birdlife, Blas Molina, Francisco José Benito, Luis Martínez), Wikipedia (BirdLife International, F. Bernis, E. de Juanas, J. del Hoyo, M. Fernández-Cruz, X. Ferrer, R. Sáez-Royuela, J. Sargatal, Mark Beaman, Steve Madge, Caroli Linnæi, Alan P. Peterson, Oxford Diccionaries, DRAE, R. M. Lockeley, L. Corrales, L.M. Bautista, T. Santamaría, P. Mas, S. Åkesson, R. Klaassen, J. Holmgren, J.W. Fox, A. Hedenström,)