El cartelismo francés y Pierre Bonnard
Cuando hablamos de los carteles franceses de finales del siglo XIX, podemos mencionar a una larga lista de artistas y a cuál de ellos más importante. En esta ocasión vamos a detenernos en la figura de un hombre muy admirado por Toulouse-Lautrec, que hizo muy pocos carteles pero con un gran impacto. Este mes vamos a conocer un poco más al gran maestro Pierre Bonnard, apodado “el nabi japonés”.
Sus inicios en el mundo del arte
Bonnard era un gran amante de la filosofía y la literatura pero al final se decantó por los estudios de derecho en la Universidad de París.
Pero la pintura le atraía cada vez más y, finalmente, en 1887 decidió dedicarse plenamente a ella y siguió cursos en la Escuela de Bellas Artes de París y en la Academia Julian, una de las más prestigiosas academias privadas del momento.
Fue en esta Academia donde conoció a los artistas con los que impulsaría el movimiento nabi, ya que se reunían allí y en el Café Volpini, donde también podían encontrase artistas de todas las artes, siendo muy famosas sus tertulias.
Los nabis
Antes de seguir con nuestro protagonista, vamos a hacer un pequeño inciso para conocer un poco sobre quiénes eran los nabis y entender su influencia en él.
Este grupo de artistas se unió porque tenían una preocupación en común: el color. Tanto es así que emplearán soportes como el cartón y el papel por ser materiales que absorben más el color, consiguiendo que los colores se maticen, perdiendo así parte de su agresividad.
Se interesarán mucho por lo oriental y también contribuyeron a la apertura hacia otras prácticas artísticas mediante la creación de litografías, vidrieras, grabados, dibujos para ilustrar libros, revistas y todo tipo de publicaciones, lo que contribuyó a que artistas de distintas disciplinas tomarán contacto y se crearán relaciones muy fructíferas, como veremos más adelante.
Todo esto ayudará a que el movimiento tenga una rápida difusión entre el público, ya que para ellos, democratizar el arte era una de sus motivaciones principales. El arte no podía estar limitado a una cierta clase social, al contrario, se debe a todo el público.
Colaboraciones en Revue Blanche
Pero volvamos con Bonnard. En 1891 empieza a colaborar en la revista Revue Blanche, donde recibe el apodo del “nabi japonés” ya que las formas inspiradas en los grabados japoneses son uno de los elementos más significativos de sus composiciones.
Los famosos grabados de Hiroshige, Hokusai o Utamaro, todos ellos pertenecientes a la escuela del Ukiyo-e, describían la vida cotidiana en la calle. Y numerosos carteles de esta época muestran una similitud en composición y temática, lo que puede considerarse como la versión europea de lo japonés.

En la revista, Bonnard hizo algunos carteles, aunque no muchos, pero basta uno como este “La Revue Blanche” de 1894 para demostrar sus dotes para la composición y el dominio del dibujo.
El fondo y la figura, el positivo y el negativo de las zonas de color, hacen que el dibujo crezca en bidimensionalidad, además de presentarnos una composición con un eficaz contraste de zonas claras y oscuras. La imagen se corresponde con una talentosa pianista de origen polaco, Misia Godebska que prestó sus rasgos a una elegante lectora, y que su primer marido era, precisamente, el fundador de la revista. Más tarde, Bonnard le haría un retrato que puede contemplarse en el museo Thyssen-Bornemisza en Madrid.
Pero la colaboración en la revista también le traerá una amistad, la de Toulouse-Lautrec, con quien trabajó en la técnica de la litografía. Más tarde, Toulouse-Lautrec confesaría su admiración por Bonnard.
El anuncio de champán
En 1899 se consagra como artista publicitario con un anuncio de champán, que seguro que mi querido lector reconoce.

Pero curiosamente, cuando vio las paredes de París con su cartel decidió que era el momento de dedicarse a la pintura y alquiló un taller en Montmartre, abandonando para siempre la carterlería.
Y esa es la razón de que nos hayan llegado tan pocos carteles de Bonnard.
Así que, si decide pasearse por Madrid, no olvide acudir al museo Thyssen-Bornemisza y podrá contemplar alguna de sus obras como pintor y comprobará la maravillosa obra de “el nabi japonés”.