El diario de Corp.
“Lo sueños, de vez en cuando te hacen contar grandes historias, o cortas historias; hace unos días soñé está. En mi mente vi el Asesino y su figura, y la pequeña Gracie abrazando su padre, una pequeña niña blanca y pelirroja; también vi como el Asesino dejaba caer sus monedas y la imagen de cada una”
Y al parecer no soy la única que en sueños ve sus nuevos proyectos e ideas reflejadas. La historia que escribí es corta, pero quise darle una forma de prosa y rima, no soy experta, creo que esa seria la definición; espero que aun así ustedes puedan imaginarla mientras la leen, y que el asesino no los visite en sus sueños.
El diario de Corp.
Cuenta la leyenda que a un asesino se contrató, para matar a un tal señor Corp. Tres monedas se le dieron para tal labor, una dorada grande como si fueran más de dos, una de bronce, bruñida a la imagen de un señor, y una de plata pequeña como el penique de hoy.
Cuando el matón lo encontró, al señor Corp. su hija lo salvó, las monedas en el suelo se oyeron tintinear y se vio a la pequeña Gracie a su padre abrasar.
Pero la historia continuó; ese día el señor Corp. recibió un peculiar diario para anotación, como ninguno antes visto se imaginó el señor Corp.; y su Gracia que siempre le ayudo, descubrió las páginas para que son, ya que el diario en cuestión, al asesino controló desde el memorial del tiempo y aún no terminó, ahora a el señor Corp. y su Gracia el poder les tocó.
Por Gracie y su bondad ni el libro, ni su corazón, el señor Corp. malogró, repartieron justicia y el asesino se llevó tanto a malos hombres, como asesinos de una calaña peor; siempre una de sus tres monedas dejó, la dorada, tortura no añorada, la de bronce, muerte de golpe, y la pequeña de plata, tu suerte conservaras intacta.
Aun suscita el misterio, porque al señor Corp. el asesino se lo quería llevar, y solo la intervención de su hija lo pudo salvar. Lo que pudimos notar, el diario al final advertencia nos da, si el dueño del diario justo no fuere, el asesino el doble le hiciere, si el dueño muriese a la edad que fuere, castigo no pereciere; y el dichoso diario en manos de su bondad quedaría, así fue como Gracie con su gracia continúo repartiendo justicia, con mucha audacia y sin ninguna malicia. Aquel pueblo siempre contó, con buenos ciudadanos y el gobierno no podría haber sido mejor; los malos hombres le tenían temor, ya que el asesino por muchos años se presentó.
Lastimosamente el rastro del diario se perdió y hasta las luces de hoy no se ha tenido razón; dicen que la Gracia a su heredero se lo dejó y este a su vez al siguiente en la línea de sucesión; pero un día llegó en el que ya no se conservó el buen corazón y entre torturas el ultimó Corp. murió, gritando e implorando el asesino se lo llevó, por querer dar fin a quien nunca lo mereció. Y al parecer así también murió el responsable del ataque al señor Corp., ya que este al ser de buen corazón y por su Gracia, no merecía tal final sin razón.
Y aquí culmina con un poco de desazón, la historia del asesino, sus monedas, su Gracia y un tal señor Corp.
© Lizette García Jiménez
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