El encaje de amor de la encantadora de números

Puede decirse que la primera -la máquina analítica- teje dibujos algebraicos, del mismo modo que el telar de Jacquard teje flores y hojas.
Esta máquina puede hacer cualquier cosa que sepamos cómo ordenarle que la ejecute.


Y hoy hablaré de ella, de esa mujer presente en mis intenciones desde que comencé mis colaboraciones pero que -por x, y o z- siempre ha quedado postergada a la hora de dedicarle mi artículo. Ella es Ada Lovelace, ni más ni menos, esa matemática infravalorada durante décadas posiblemente por su condición de mujer en unos tiempos tan estrictos como los de la época victoriana en que le tocó vivir, en pleno siglo XIX.

Es marzo y ya sabéis que siempre dedico este mes a la historia de una mujer, porque aún no hemos logrado la igualdad, por mucho que vayamos avanzando en esa dirección, pero queda mucho camino aún por recorrer, desde los privados ámbitos hasta los públicos. Es necesario recordar todo lo que todavía está pendiente, no nos podemos ensimismar en lo conseguido cuando falta tanto por lograr. Y estar atentas a las nuevas trampas y variantes que van surgiendo en la senda de la equidad. No quiero recibir ni ser más que ningún hombre, sólo pretendo lo que me corresponde como persona, de acuerdo con mis méritos y capacidades. Ni un ápice más, pero ni una mijita menos.

En el mundo de la programación y de la informática quizás sea donde existe una menor presencia de la mujer; en algún lugar he leído que más del 80% de los estudiantes de ese área son hombres. No pretendo entrar en un análisis pormenorizado del por qué ni de la exactitud de la cifra, sólo constatar el dato. Y precisamente es ahí donde Ada Lovelace destacó; unos la señalan como la primera programadora de la historia (hay muchas controversias y disparidades al respecto) pero de lo que no tengo la menor duda es que ejerció como ingeniera de software cuando ni se sospechaba qué era eso (definiendo bucles y subrutinas). Pero vayamos poco a poco y conozcamos su historia.

Nació en Londres el 10 de diciembre de 1815 y fue inscrita como Augusta Ada Byron, hija del poeta lord Byron y de la matemática y activista política Anne Isabella Noel Byron (Annabella) . El matrimonio fracasó debido a los excesos en la vida de su padre y su madre huyó con ella cuando apenas tenía un mes y mientras Byron dormía. En aquella época la custodia de los hijos correspondía automáticamente al padre, pero Annabella logró que no él la reclamara a cambio de no denunciarle por sus continuas infidelidades (tanto incestuosas -tuvo una hija ilegítima con su hermana- como homosexuales) y por sus irregularidades financieras. Ada no lo volvió a ver nunca más e incluso no le mencionaron que era su padre hasta que fue adulta; pero siempre lo supo o lo sospechó. Los escándalos se hicieron públicos unos cuantos años más tarde y Byron tuvo que huir de Inglaterra, muriendo mientras combatía por la independencia de Grecia.

Su madre le impuso un programa de estudios muy estricto y completo, quizás para alejarla del romanticismo paterno (la locura, como gustaba de definirla), también para que siguiera sus mismos pasos, sólo que a un nivel superior y más exigente. La apartó del mundo, quizás como protección ante esa sociedad tan puritana y restrictiva, sin relación con otros niños, viviendo sólo entre adultos. Desde los cuatro años Ada tuvo institutrices y preceptores y a los ocho, su vida consistía en una intensa jornada de estudios, totalmente programada e inflexible que se alargaba desde las 10 de la mañana hasta después de las cuatro y media de la tarde. Fue una niña enfermiza, hecho que la impulsó a dedicarse a sus estudios y a la lectura con perseverancia y entusiasmo.

Su posición social y la constancia de su madre la hicieron relacionarse con intelectuales y científicos como Andrew Crosse, David Brewster, Charles Wheatstone, Michael Faraday o Charles Dickens. Entre esas personalidades destaca la matemática Mary Somerville (será interesante apuntarme este nombre para algún futuro artículo), que durante un tiempo fue su tutora y con la que desarrolló una duradera amistad que fue guía y soporte a lo largo de su vida. También recibió clases de Augustus de Morgan (un lógico de gran prestigio) y del matemático William Frend.

Ada Lovelace,

En el verano del 1834, Ada y su madre viajan recorriendo el norte de Inglaterra, la zona industrial más importante del país, visitando muchas fábricas y donde pudieron ver el telar de seda de Jacquard en funcionamiento, mecanismo que la fascinó. Le atraía la expectativa de inventar máquinas como esa,  que permitieran al ser humano dominar procesos que anteriormente eran incontrolables o erráticos.

Al cumplir los 18 años, comienza a frecuentar las fiestas de la alta sociedad inglesa y en una de ellas conoce a Charles Babbage, otra de las amistades que la acompañaría durante toda la vida y que la estimuló intelectualmente. Baggage tenía por entonces 44 años y entre 1816 y 1822 había diseñado la llamada máquina analítica (una mejora de la máquina diferencial concebida por Johann Helfrich von Müller en 1786) para acelerar el cómputo de tablas matemáticas muy grandes y que debía funcionar con un motor a vapor, usaba el sistema de numeración decimal y se accionaba por medio de una manivela y debería haber tenido un longitud de 30 metros por 10 de ancho; para la entrada de datos y programas utilizaría tarjetas perforadas, mecanismo ya usado en la época para dirigir diversos equipos mecánicos, y la salida se haría por una impresora, un equipo de dibujo y una campana. La máquina debía también perforar tarjetas que podrían ser leídas posteriormente; poseía una memoria capaz de almacenar 1.000 números de 50 dígitos cada uno. Una unidad aritmética estaría encargada de realizar operaciones matemáticas básicas y elementales. Pero nunca se construyó por falta de recursos económicos. El gobierno británico aceptó financiarla en un principio, pero finalmente retiró la subvención ante la falta de progresos del proyecto.

En julio de 1835 Ada se casa con Lord William King-Noel, un aristócrata al que había conocido a principios de ese mismo año, y con el que durante los cuatro años siguientes tuvo tres hijos. Un par de años más tarde, William recibe el título de Conde de Lovelace y Ada decide usarlo como apellido hasta el final de sus días. El matrimonio y la maternidad no la satisfacen lo suficiente y vuelve al estudio de las matemáticas, al mismo tiempo que sigue con su relación epistolar con su mentora y amiga Mary Sommerville.

En 1840 Babbage viaja a Turín para exponer su proyecto de la máquina analista y entre el auditorio se encuentra el ingeniero militar y matemático Luigi Menabrea (futuro primer ministro de Italia), quien publica las notas de la conferencia en francés. Ada, consciente de los problemas de su amigo, le propone colaborar con él en sus trabajos y Babbage le encarga que traduzca las notas de Menabrea al inglés. Ada la realiza, pero la completa añadiendo sus propias notas a la traducción. Las Notas de Ada se publicaron en la revista Scientific Memoirs en 1843, con el título de Sketch of the analytical engine invented by Charles Babbage. Firmó el artículo con las iniciales A.A.L. porque su condición de mujer no la ayudaba y así evitar la censura, e incluso cuando se conoció su nombre, no la tomaron en serio. En la Nota G describe un algoritmo para la máquina analítica para calcular los números de Bernoulli, en el que utilizaba dos bucles que demostraban la capacidad de bifurcación de la máquina y que está considerado como el primer algoritmo específicamente diseñado para ser ejecutado por un ordenador. Ahí surge una de las controversias pues hay quien considera a Ada como su inventora mientras que otras fuentes defienden que sólo se limitó a desarrollar los apuntes previos de Babbage.

máquina analista y Luigi Menabrea

El trabajo de Ada fue olvidado durante muchos años (hasta casi mediados del siglo XX), constando sólo como la transcriptora de Babbage. Y la máquina de Babbage tampoco se materializó porque los engranajes de esa época no soportaban mucho esfuerzo y con el calor se deformaban. Lo que es evidente es que Ada fue la única persona que vio el potencial del motor analítico como una máquina capaz de expresar entidades distintas de las cantidades.

En sus últimos años se volvió una adicta a las carreras de caballo, intentando crear con amigos un modelo matemático para ganar grandes apuestas; incluso uno de ellos llegó a chantajearla con contárselo a su marido, el cual acabó enterándose. Ada acabó su vida pasando muchos apuros económicos. En 1852, su salud empeoró al sufrir un cáncer de útero y muere el 27 de noviembre de ese mismo año, posiblemente como consecuencia de las sangrías que se le realizaban para curarla. Su último deseo fue ser enterrada junto a su padre, lord Byron.

Puede que no haya sido la primera programadora de la historia, pero actualmente se la reconoce como la primera persona en describir un lenguaje de programación de carácter general interpretando las ideas de Babbage, pero reconociéndosele la plena autoría y originalidad de sus aportes. Ella pensaba que las matemáticas y la lógica eran creativas e imaginativas, y las llamaba ciencia poética. Percibió el potencial que tenía la máquina analítica como herramienta de cómputo de propósito general, y no solo como una máquina de cálculo capaz de trabajar con valores numéricos. Ada vio con claridad la capacidad de abstracción que les ofrecía este dispositivo y sus posibles aplicaciones prácticas y en múltiples áreas.

En su honor el Departamento de Defensa de EEUU dio su nombre al lenguaje de programación Ada, usado en entornos en los que se necesita una gran seguridad y fiabilidad, como la defensa, la aeronáutica, la gestión del tráfico aéreo y la industria aeroespacial.

También se celebra el Día de Ada Lovelace (el segundo martes de octubre), para elevar el perfil de las mujeres en la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Y la Iniciativa Ada es una organización sin ánimo de lucro dedicada a incrementar la participación y dedicación de las mujeres en la cultura libre y en los movimientos open source (básicamente, de dominio público, sin derechos de autor).

En su reconocimiento existen múltiples y variados premios, así como facultades y universidades con su nombre.

Babbage, que la llamaba la encantadora de números, dijo de ella:

Ada ha lanzado su hechizo mágico alrededor de la más abstracta de las ciencias y la ha comprendido y manipulado con una fuerza que pocos intelectos masculinos (por lo menos en nuestra tierra) podrían haber ejercido sobre ella.

Espero que os haya fascinado esta mujer tanto como me seduce a mí. Pido excusas a quien realmente sepa del tema informático si he cometido un despropósito o barbaridad con alguna definición y/o idea. Sólo me intereso por los asuntos científicos, pero sin conocimientos profundos en ningún tema. Es decir, como me gusta definirme, aprendiza de tó y maestra en ná. Por cierto, gracias, Isaac.

Nos vemos el mes que viene y cuidaros, que os necesito ahí enfrente.


Fuentes y Referencias  A hombros de gigantes, Aprendiendo matemáticas (Eduardo Galeano), Atsistemas (Rodrigo Díaz López), Camp Tecnológic, CEP Meatze, Edosoft (Wendolín Damián), Facultad Informática La Plata, Fundación Aquae, Grupo Carac, Hipertextual (JJ Velasco), Infobae (Desirée Jaimovich), La Vanguardia (Carlos Joric), Maldita.es, MNCN, Minas y Energía (Lidia Andino), Mujeres con ciencia (W. Gibson, B. Sterling, Rosario Nomdedeu Moreno, Betty Alexandra Toole, Teresa Lanceta, Sharla D. Walker, Mercedes Mediavilla Callejo), Mujeres en la historia (Sandra Ferrer Valero), Mujeres Ingeniosas, Muy Interesante (Palma Lagunilla), National Geographic Historia (J. M. Sadurní), Neoteo (Ariel Palazzesi), OpenMind (Javier Yanes para Ventana al Conocimiento), Psicología y Mente (Nahum Montagud Rubio), The New York Times (Claire Cain Miller), Univisión, Xataka, Wikipedia (Ada Lovelace, Ursula Martin, Ana Lena Phillips, The Guardian, Edward Baldwin, Remedios Zafra, Allan G. Bromley, Anna Davis, Valerie Aurora, Claire Cain Miller, Ron Wyden, J. Baum, James Essinger, J. Francis,  J. Fuegi, Benjamin Woolley, L. F. Menabrea)


© Carmela Pérez Nuñez

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