El espejo y el mar

Tirado en la arena con esa suave brisa al calor de una tarde tranquila y sosegada. Su cuerpo despojado de toda atadura, conectado con sus cascos a esa música melodiosa. De repente quedo profundamente dormido y esos ruidos de los chiquillos revoloteando alrededor de él le hicieron despertar de esa fabulosa siesta.                                           

La pelota de las palas de la playa cruzó a sus pies y como un espejismo al abrir sus ojos se quedó deslumbrado por aquella silueta, que en escasos segundos se cruzaron la mirada y en ese momento se impresionó de tanta hermosura.                                                   

 –  Perdón le dijo ella con cara avergonzada.                                                  

–  No pasa nada mi alma, me has sacado de una tremenda pesadilla. Pero ¿Es real lo que estoy viendo?  O todavía me encuentro inmenso en mi sueño.             

Ella sonrió, cogió la pelota y le miro diciéndole  » gracias”.                                 

 – Espera chiquilla no huyas que no me como a nadie ¿Cómo te llamas?           

Se volvió acalorada diciéndole: Empieza por E, adivínalo.                                           

Cada tarde al terminal la jornada volvía a esa bonita playa de Chiclana, esperando volver a encontrarse con ella en aquellas hermosas tardes soleadas.                     

Después de tres atardeceres se encontraron nuevamente cara a cara.     

Ella con su juventud abrasadora llegó cuando el sol estaba en alza y él adormecido despertaba de ese letargo que con el sol y la brisa del mar cada tarde soñaba. Nuevamente al mirarla le dijo: Chiquilla dime  ¿Cómo te llamas? no me dejes en vilo cada día esperando volverte a ver mañana.  

Se volvió de nuevo acalorada y le dijo esta vez con voz pausada. Te dije hace unos días empieza por E y salió en ese momento corriendo y sigue por S.             

–  Chiquilla ¿Te llamas estrella?              

Ella se volvió entre las olas y le miró riéndose a carcajadas, gritando al compás del oleaje ¡Noooooooooo!      

Nuevamente pasaron los días hasta volverse a reunir de nuevo con ella.         

Como siempre cuando el sol estaba en alza aparecía la sombra de la niña. Nuevamente al verla la dijo: – Mi alma dime ¿Cuál es tu nombre? 

Y ella le dijo: Después de la E y la S pon una P.    

–  ¿Te llamas Esperanza? 

Y ella contesto  entre las olas ¡Noooooooooo!

Pasaron cinco días llamándola: Estrella, Esperanza. Al fin, al encontrase de nuevo, la saludo enrojecido por el sol abrasador y mirando esta vez hacía el oleaje de aguas apacibles la dijo :  – Ya sé cómo te llamas ESPEJO

Está vez ella no se volvió estaban cara a cara sobre esa arena templada sus pasos firmes iban hacía ella al compás de esa brisa en calma. La calima que invadía mar a dentro, él se precipitó hacía el agua.                                         

Metido en ese mar de ensueño, contemplo por fin su triste realidad. Esa sonrisa se desvanecía bañada por el oleaje que invadía aquella deliciosa playa de Chiclana. Fue por fin cuando comprendió el espejismo que le había rodeado cada tarde en la calima de la plenitud del día.

Hoy vio que ya nunca más vería a su amada. El espejo le recorrió el cuerpo y vino al fin esa realidad soñada.

atardecer

© Mpiliescritora

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