El infortunio
Te enseña el infortunio
que un instante,
desbarata cien años de certezas
anclados a una forma de existencia.
Te obliga el infortunio a aceptar
el quebradizo vidrio
que ensambla la sólida estructura
en que confías.
Te acecha el infortunio en cada esquina
de la liviana vida.
Aunque creas que
el orden, la prudencia y el hábito
la hacen inalterable.
Te hostiga el infortunio y te demuestra:
Que el hombre no es un búnker de hierro inamovible,
sino una hoja a merced del viento que la agita.
Te doblega el infortunio a su capricho.
A aceptar con humildad su tiranía.
A saberte juguete del destino.
A conocer la sutil línea que divide la fragilidad de la fortaleza.
Te muestra el infortunio la colosal paradoja del hombre.
Que cree en su poder ilimitado.
Ignorando que el azar, en un segundo:
doblega, reduce y aniquila.
Para mostrar el poder de su elocuencia.
© Texto de Rosario de la Cueva
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