El jacinto con corazón de samurái de Felipe Espílez Murciano
Está la luna torcida
en esta noche fatal,
por las casas se derraman
blancos sudarios de cal.
Filos de espada vuelan
buscando la sangre huida,
un jacinto sale al paso,
¡en su costado, una herida!
Las espadas se deshacen
en la luz de las farolas,
al jacinto lo velarán
cuatrocientas amapolas.
Noche de sangre valiente,
la luna ya se endereza,
pétalos de amapola en el aire,
la noche se hace de seda.
El jacinto descansará
en una cama de hiedra
mientras dos vírgenes puras
inyectan luz en sus venas.
¡Cómo brillan los jacintos
en esta noche serena!