El juicio contra Miguel Servet
De Trinitatis Erroribus
En 1.531, cuando contaba con 22 años, Miguel Servet publicó De Trinitatis Erroribus (De los errores acerca de la Trinidad). Esta obra generó una fuerte polémica en Alemania y España. El malestar español fue debido a que Miguel Servet envió una copia de su libro al obispo de Zaragoza, quien reaccionó inmediatamente poniéndola en conocimiento de la Inquisición. Servet argumenta, en esta obra, que el dogma de la Trinidad carece de base bíblica, precisamente porque no se encuentra en las Escrituras, sino que es una elaboración posterior, fruto de puras especulaciones.

Tiempo de viajes
Para evitar la persecución de la Inquisición, Miguel Servet llegó, tras residir en varias ciudades, a Lyon, con una identidad distinta, haciéndose llamar Michel de Villeneuve, originario de Tudela de Navarra. Para Servet, que pasó en Lyon uno de las mejores etapas de su vida, fue trascendental el encuentro con el médico Syphorien Champier, que le encaminó hacia los estudios de la medicina, circunstancia que originó que se fuera a París. Más tarde publicó un tratado sobre el uso de los jarabes, entrado ya el año 1537, del cual se llegaron a hacer seis ediciones.

Después, entrado en polémica con algunos grupos universitarios, tuvo que dejar París para ir a residir en diversas ciudades francesas, hasta que se encontró con el arzobispo Pedro Palmier, al que había conocido en París anteriormente. Tras ese encuentro, entró a formar parte de su servicio como médico personal. Corría ya el año 1541.
Restitución del Cristianismo
Mientras ejercía su cargo de médico, Miguel Servet preparó en secreto la que sería su máxima obra. Al mismo tiempo, prosiguió su correspondencia con Calvino. Terminada su obra Christianismi Restitutio (Restitución del Cristianismo), le envió un ejemplar a Calvino en 1546. En ella se mostraba contrario al bautismo de los niños, entendiendo que éste debe ser un acto maduro y consciente. Al respecto de la edad adecuada para recibir el bautismo, Servet sugirió seguir el ejemplo de Jesús, cuando dijo: “Jesucristo fue él mismo bautizado cerca de los treinta años”.

En esta obra se encuentra una gran curiosidad pues el libro pasaría a la posteridad por contener en su Libro V la primera exposición de la función de la circulación pulmonar.
Cuando Calvino recibió la obra de Servet, le sugirió la lectura de su libro Institutio religionis Christianae (Institución de la Religión Cristiana), publicada hacia 10 años. Servet leyó el libro de Calvino e hizo anotaciones muy críticas en los márgenes. Después le devolvió la obra corregida. Esta acción desagradó en grado sumo a Calvino; tanto que le amenazó: “Si pones los pies en Ginebra no saldrás vivo de ella”.
Finalmente, Christianismi Restitutio se publicó de forma anónima en 1553. Dicha publicación produjo un gran escándalo. Entonces, un calvinista de Ginebra reveló que el autor del libro era el hereje Miguel Servet, oculto bajo la falsa identidad de Villeneuve. Hay sospechas muy fundadas de que, detrás de esta denuncia, estaba el mismo Calvino. Así fue detenido y encarcelado en Vienne. Pero no todo estaba dicho, pues Servet logró evadirse. Esto no obsta para que, días más tarde fuese sentenciado a muerte in absentia, siendo quemado en efigie.
Juicio en Ginebra
Se encontraba Miguel Servet de camino hacia Italia cuando decidió hacer un alto en Ginebra. Allí fue reconocido, precisamente en la misma iglesia en la que predicaba el mismo Calvino. Cuando vieron a Servet, lo detuvieron inmediatamente para juzgarlo por herejía, por su negación de la Trinidad y por su defensa del bautismo a la edad adulta.
Se sabe que Miguel Servet tuvo que sufrir enormes penalidades durante el tiempo que duró su cautiverio. Así lo dejó reflejado el mismo en su carta al Consejo de Ginebra de 15 de septiembre de 1553.
Ya en el juicio, sostuvo diversos debates de carácter teológico. Finalmente, el 22 de septiembre, Servet escribió una última alegación en la que culpaba a Calvino de formular acusaciones falsas de herejía contra él y solicitó que también se le detuviera e interrogara como a él mismo. La carta concluye de esta forma: “Estaré contento de morir si no le convenzo tanto de esto como de otras cosas de que le acuso más abajo. Os pido Justicia, Señores, Justicia, Justicia, Justicia”.
Finalizado el proceso, y tras varias consultas a iglesias, el acusado fue condenado y sentenciado a morir en la hoguera el 27 de octubre de 1553.
La sentencia
La sentencia dictada en su contra por el Consejo (Petit Conseil) de Ginebra dice:

“Contra Miguel Servet del Reino de Aragón, en España: Porque su libro llama a la Trinidad demonio y monstruo de tres cabezas; porque contraría a las Escrituras decir que Jesús Cristo es un hijo de David; y por decir que el bautismo de los pequeños infantes es una obra de la brujería, y por muchos otros puntos y artículos y execrables blasfemias con las que el libro está así dirigido contra Dios y la sagrada doctrina evangélica, para seducir y defraudar a los pobres ignorantes. Por estas y otras razones te condenamos, M. Servet, a que te aten y lleven al lugar de Champel, que allí te sujeten a una estaca y te quemen vivo, junto a tu libro manuscrito e impreso, hasta que tu cuerpo quede reducido a cenizas, y así termines tus días para que quedes como ejemplo para otros que quieran cometer lo mismo.”
Consecuencias de la ejecución de Servet
Más allá de sus aportaciones en materia de fisiología, tanto el juicio como la muerte de Miguel Servet se han venido considerado como el origen de la discusión que condujo al reconocimiento de la libertad de pensamiento y de expresión de las ideas.
La ejecución de Servet fue un gran escándalo entre los pensadores de toda Europa que se oponían tajantemente a que se condenara a muerte por razones de pensamiento. En este sentido, es destacable la defensa que hizo Sebastián Castellion, sobre el derecho de manifestarse libremente. Estas fueron sus palabras: “Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre. Cuando los ginebrinos ejecutaron a Servet, no defendieron una doctrina, mataron a un hombre”.

Esta y otras defensas de la libertad de pensamiento, que se extienden hasta la actualidad, hicieron que la figura de Miguel Servet fuera reivindicada por los partidarios del librepensamiento. Estos sectores intelectuales opinan que la ejecución de Miguel Servet constituye una prueba fehaciente de los peligros que conlleva el fanatismo religioso.
Marian Hillar, estudioso de la obra de Servet, llegó a decir: “Fue el punto de inflexión en la ideología y mentalidad dominantes desde el siglo IV. Históricamente hablando, con la muerte de Servet, la libertad de conciencia acabó convirtiéndose en un derecho civil en la sociedad moderna”.