El paso de la laguna estigia
El gran escritor J. M. COETZEE, al que tanto admiro y del que soy lectora, ha estado en Madrid paseándose por el Museo del Prado, dispuesto a transmitir con palabras el arte pictórico (si es que se puede) de alguna o varias de sus geniales obras, o quizá escriba de lo que ha sentido y le ha trasmitido todo el Prado.
Desde que fui por primera vez al museo me impactó la obra: El paso de la laguna Estigia, de Joachim Patinir. Quizá por mis pocos años imaginé muchas cosas al ver aquella tabla, pequeña, con una potente laguna turquesa y la figura de Caronte, que tanto miedo me dio. Desde entonces, siempre que vuelvo allí le hago una visita recordando esa primera vez, ahora con ojos y perspectiva diferentes. Y con el paso de mi tiempo, con la idea de Écfrasis, hice este poema dedicado a ese cuadro tan maravilloso:
El Enigma
apenas se desborda en el horizonte
de una tabla colorista
atrás queda el mundo
sus bellezas
sus horrores.
En el margen izquierdo
el rio de la vida atraviesa el Paraíso
árboles y ángeles
idealizan el paisaje
hasta el templo de cristal
tocando las nubes
el pecado -inmortal-
acecha escondido
en el margen derecho
entre pájaros, árboles
y un túnel sin retorno
una figura infernal -condenada a devorar cuerpos-
se protege de las inclemencias
bulle el horror cotidiano de la guerra
el fuego del Averno
consume las ilusiones.
Uniendo las orillas
la laguna turquesa -pecio de sueños rotos-
en la que avanza la barca
sin que el peso del alma que transporta
haga zozobrar su apacible huida
mientras Caronte
crece al calor de la moneda
del eterno peaje.
De mi poemario: RACHEADO
Imagen: El paso de la laguna estigia (óleo sobre tabla, 1520-1524 del pintor flamenco Joachim Patinir)
© María Cruz Vilar
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