El secreto de Carmen Nöel

A veces, el solo de un violonchelo me rompe el alma.
La luna de pronto no existe.


Algo maligno, inquietante, rompe mi vientre
en innumerables pedazos de tiempo vacío
y espacio inconmensurablemente abierto a la oscuridad.


 A veces, el grito de mi garganta rompe la noche.


El aire de pronto se abrasa
y una perturbadora caricia recorre mi piel
como si fuera un látigo diminuto con el poder de engendrar la ilusión.


La esperanza.
La vida.
La calma.
El terror.
La derrota.
El vacío.
La nada.


A veces, algo perverso me roza.

Algo inquietante me atrapa.


Otro vientre roto en pedazos innumerables de tiempo vacío
y espacio inconmensurablemente abierto a la oscuridad.


Un bocado de tristeza
que se instala en mi desbaratada sombra.


Solitariamente amigo.
Íntimamente secreto.


Perturbadoramente diferente a mí,
cabalga por mi cintura hasta alcanzar la cumbre de mi pensamiento
para instalarse allí.


Donde la noche se vuelve cómplice.
Donde la luna sale a mi encuentro.
Donde el perfume más denso se ofrece para alcanzar
el eterno secreto por descubrir.


Que solo somos enigma.
Sonido.
Palabra.
Pensamiento.
Respiración.
Perpetuo descenso al vacío.


Un sueño de las estrellas.
El alma de un violonchelo rompiendo en secreto la noche.


© Carmen Nöel
© Imagen: ojosujono96  en freepik  

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