El sueño de la muerte de Carmen Nöel

De cada noche elijo el abismo.
De cada abismo destilo su sombra.
A cada sombra le engendro un cuchillo.
A cada cuchillo le arranco silencio.

En cada lágrima habito la sal.
Por cada gramo de sal cruzo un laberinto.
Tras cada laberinto encuentro un puñal.
En cada puñal cabalga la muerte.

Voy y vengo entre penumbra y lirios de colores
rodando por la espuma de cien mil deshechos.
Y parto hacia ti.

Habito el fuego en la tormenta.
La humedad en el mar.
El perfume en la rosa.
La sangre en el beso.

Y no hay más.

Llego. Voy. Vengo y soy
entre dolor y caos
el grito enardecido y loco de la aurora por su trampa rota.

En cada sombra dibujo una luna.
En cada mar pinto lágrimas.
De cada roca invento una estrella.
A cada espina le construyo rosas.
Bajo cada palabra araño soledad.
A cada grito le apuñalo el miedo.
Devoro flores para las heridas secas
cortando aullidos entre ruido y polvo.
Cargando largas trizas de dolor, cadenas inmensas, guedejas de noches y días,
levanto y desperezo sobre los deshechos tristes
el mítico estallido de la vida.

Del mar me quedo su esencia perpetua de espuma
y su caricia inmensa.
El bronco sonido de su corazón en ti
al galope lo cobijo y mimo.
Porque yo
no tengo escapatoria
ni destino o voluntad.
No hay trampa.
No hay enredadera.
No hay prisión.
No hay lenguaje ni pensamiento en el universo
que pueda definirme o contenerme.

Porque yo
como tú
llego y soy,
sin más,
entre caricia y caos,
el sueño atormentado de la muerte.


© Texto:  Carmen Nöel
© Imagen:  Iurii Laimin en pexels 

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