El sutil recuerdo de Keiko

En esa vieja escalera de escalones cansados reposó su frágil cuerpo, de blanco desmayado. Y vi temblar de emoción olvidada a ese peldaño en el que derramó su kimono de sueños de paño.

El cerezo se dobló buscando esa primavera, la tarde se inclinó evitando la sombrilla de seda.

El rostro de Keiko, prestándole su mirada vistió de nube al peldaño de vida gastada.

¡Cómo sonríe la fuente cuando recuerda a Keiko!

Fue ella quien me señaló el escalón renacido. Pero yo ya me había dado cuenta cuando, bajando, creí pisar una nube.

De esto hace ya tantos años.

¡Mi Keiko, como te extraño!


Texto e imagen © Felipe Espílez Murciano

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