Elisa Urrestarazu
Jorge Castro: ¿Cómo comienzas a estudiar música? ¿hay algún referente en tu familia?
No procedo de una familia de músicos. La elección del instrumento suele ser, en muchos casos, al azar, o por las circunstancias que te rodean y ese fue mi caso. Yo soy de Málaga y en Andalucía son muy importantes las bandas de cofradías. No obstante, también tuve mis dudas respecto a la elección hacia otras disciplinas: me encantaba por igual la danza y la música, sin embargo, me decanté por la música para estar junto a mis hermanos más mayores en una banda. De esta forma, me introduje en el conservatorio con el saxofón que, como otra casualidad, lo elegí por ser uno de los instrumentos que se ofertaba en el conservatorio más cercano. No era el que más me gustaba, pero poco a poco superé los cursos y me fue cautivando con el tiempo. Realmente he sido siempre una persona con muchas dudas, y no tuve claro dedicarme por completo a la música hasta llegar a las enseñanzas superiores.
Después de terminar tus estudios en España, te fuiste a Francia tras haber ganado el Premio Fundación Musical de Málaga en el año 2010, ¿qué supuso para ti ese premio y la estancia en Burdeos?
Ese premio supuso para mí un antes y un después en mi vida. Estuve tentada a rechazarlo por el miedo al cambio. Aunque fuera adulta, tenía 23 años, estaba muy anclada a mi vida de Málaga. Fue mi profesora de saxofón quien me convenció para que viajara y viviera esa experiencia, ya que ella misma vivió dos años en Burdeos. Una vez allí, no me costó nada adaptarme, pues descubrí un mundo maravilloso y muy diferente. Disfruté de cada día durante esos dos años y valoré la estancia y la vida musical. Me gustó mucho el lugar, su tradición y la manera de concebir la música: un músico tiene más valor allí.

¿Pensaste en quedarte en Francia?
Sí (risas). Volví llorando, pero debía volver porque tenía una vida en Málaga y una pareja. Asimismo, dio la casualidad de ser un difícil retorno: vine en el peor momento, el 2012, en plena crisis. Me costó mucho adaptarme, pero con los años, he ido recogiendo los frutos del esfuerzo. Aún así, creo que aún falta mucho por mejorar la situación general, sobre todo, la valoración de los músicos en la sociedad de nuestro país.
Y tras tu vuelta, ¿notaste muchas diferencias con respecto a la vida como músico?
Sí, sobre todo en cómo valoran a los músicos y al arte. La adaptación de mi regreso a Málaga también fue difícil ya que, cuando vuelves después de estar ausente un tiempo, comienzas desde cero a construir. Tardé seis años en poder tener conciertos de manera más o menos estable. Aún así, a pesar de todo, continuar con esa inercia de búsqueda de conciertos cuesta mucho esfuerzo, ya que, entre el trabajo, el estudio de oposiciones y preparación de conciertos, dejan poco espacio para nada más. Así que bueno, a pesar de todo, a día de hoy estoy disfrutando de una etapa muy bonita, intensa y fructífera de la cual me siento muy orgullosa por todo lo que he trabajado por ella.
¿Como se enfrenta Elisa Urrestarazu a una obra nueva?
Intento respetar lo que cada creador pretende en la obra. He aprendido mucho por cada experiencia con cada compositor ya que, cada uno, es diferente en su manera de trabajar: desde la libertad extrema otorgada al intérprete hasta ser muy meticuloso en la escritura de la partitura con cambios antes de un concierto. Lo importante es escuchar lo que él o ella pretende, y poder conseguirlo a través de nuestra visión como intérprete. Nosotros también aportamos un porcentaje personal en la obra, por tanto, es importante el contacto directo con todos ellos, y llegar a un consenso.

Tu repertorio es realmente extenso, abarca desde Manuel de Falla hasta Luciano Berio, ¿con qué estilo te encuentras más cómoda?
Realmente siempre he sido muy clásica, muchas veces me cuestionaba si me había confundido de instrumento. Durante las enseñanzas profesionales estuve tentada a realizar el cambio por el piano o el violín. Hasta que, por imposición del repertorio del instrumento que escogí, fui descubriendo este mundo. Por supuesto que en un comienzo me produjo rechazo la música experimental, pero poco a poco lo fui comprendiendo e incluso disfrutando. Tardó muchos años en llegar ese cariño por este estilo vanguardista, pero lo más importante es que gracias a mi instrumento valoro la música propia de nuestro tiempo y a sus creadores. Quizás con otro instrumento habría conocido poco este estilo. Para mí, lo interesante es ir cambiando de estilos, sin olvidar tampoco el pasado porque tengo un gusto especial por esa época. Me parece también muy injusto el purismo que existe por interpretar únicamente obras originales para el instrumento, cuando hay una maravillosa música que puede ser reinterpretada por otro instrumento moderno, aunque el compositor no haya pensado en él, quizás porque no lo conocía o porque no existía. Se puede ofrecer un punto diferente con una sonoridad única y moderna, pero claro está, dependerá de los prismas del oyente y músico. Pienso que el saxofonista necesita interpretar esos repertorios antiguos, porque tenemos esa carencia y son reales obras de arte, pero a su vez podemos ofrecer la música característica de nuestro tiempo. Por tanto, esa es la razón por la que muchos de nosotros abarcamos esa extensión en la historia en cuanto a repertorio.
Formas parte de varios grupos, háblanos un poco ellos.
Me gusta ir cambiando de repertorios y de grupos porque cada uno aporta algo diferente. Estoy ahora de lleno en la presentación de nuestro cd “Women composers, los seres del mar” junto a la pianista Cornelia Lenzin, con la cual realizamos tres proyectos a la vez: “La Senda de las emociones”, espectáculo multidisciplinar con danza, electroacústica, audiovisual y texto conceptual; “Women composers, los seres del mar”, sobre transcripciones y obras originales para el instrumento con las compositoras Lili Boulanger, Reyes Oteo, Clara Schumann, Betsy Jolas, Germaine Tailleferre, Amy Beach, Melanie Bonis y Rebecca Clarke, y para el futuro estamos trabajando en presentar un proyecto sobre obras de compositores suizos. La sonoridad que crea estos dos instrumentos es una de mis favoritas. Con la guitarrista Pilar Rius, trabajamos actualmente sobre el proyecto multidisciplinar “4×2” de literatura y música junto a los compositores Yolanda Campos Bergua, Sergio Blardony, Diana Pérez Custodio y Rafael Liñán, con los textos de Pilar Martín Gila, Nuria Ruiz de Viñaspre, Consuelo Sanchez Naranjo y Rafael Liñán, y a su vez estamos presentando “Omicron XXI”, una alternativa para hacer tiempo a la presentación de “4×2” con obras de Berio, Rosaz, Matthusen, Tupibambá, Hirano y Castilla-Ávila y un estreno de Arturo Fuentes. Con el cuarteto de saxofones Sinoidal Ensemble, junto a Fernando J. Laguna, J. Miguel Cantero y Ana Lencina, presentamos hace un año, el proyecto “de la copia al original” con obras de Ligeti, Bach, Scarlatti y Sciarrino, y paralelamente realizamos encargos y obras experimentales en museos y salas de concierto, con los proyectos “¡no me basta el pasado!”, con obras de Bernal, Cheah, Costa, Arias, Aperghis y Buess; “El mito del espíritu libre” formado por los siguientes compositores: Bernal, Cage, Liñán, Mellits, López-Montes y Pousseur; “Outrenoir”, con obras de Musso, Badalo, Cheah, Polo y Parra; y por último, “A R I _ M _ _ R I C A” formado por las creaciones de Gubler, Buess, López-Montes, Neuwirth, Parra.
Hablando de piano, recientemente has grabado un disco llamado “Women composers, Los seres del mar” junto a la pianista Cornelia Lenzin, ¿cómo ha sido el proceso?
Siempre he tocado con piano por el repertorio tan amplio que existe para esa formación y por la sonoridad que crean los dos juntos. Cornelia es suiza, pero tiene segunda residencia en España, concretamente en un pueblo cercano a Málaga. Nos conocimos a través de un amigo en común y quisimos emprender un proyecto juntas. Comenzamos con “La senda de las emociones” y después continuamos con “Women composers, los seres del mar”. Quisimos dar un paso más y tener un contenido más profesional para ofrecerlo al público. La grabación la realizamos en su mismo Molino. Para la elección del repertorio seleccionamos obras de compositoras que compusieron para saxofón, como es el caso de Betsy Jolas y Tailleferre. En el caso de Reyes Oteo, realizó una versión para saxofón, piano y electrónica de “Los seres del mar” y transcripciones inéditas de Rebecca Clarke, Lili Boulanger, Melanie Bonis y Clara Schumann.

Otra faceta tuya es la pedagógica, ¿qué significa para ti la enseñanza?
Desde los 18 años, he pasado por diversos trabajos en mi vida: escuelas municipales de música, privadas, incluso he dado clases de Historia de la música en Bachillerato y Grado en una Escuela Superior de artes escénicas, hasta llegar ahora al conservatorio. La conclusión final, desde mi experiencia personal, es que toda experiencia, puede ser positiva para aprender. Creo que la docencia es necesaria para el intérprete, no sólo por el hecho de conseguir un trabajo más estable, sino por lo que se puede llegar a aprender de todos ellos y por ser algo gratificante. Asimismo, es bonito seguir el progreso de los alumnos.
Si pudieras viajar al pasado, ¿a qué compositor le pedirías una obra?
¡Qué gran pregunta! No sé si podría permitirme un encargo a compositores del calibre de Penderecki, Berio, Messiaen, Xenakis, Nono, Stockhausen, Rebecca Clarke y Rachmaninov, sólo poder conocerlos sería ya una proeza y una satisfacción enorme. No obstante, sin dudar y si tuviera la oportunidad, acudiría a Stravinski, me encanta su lenguaje, originalidad y energía, y a Tchaikovski por su belleza expresiva.
¿Cuáles son tus próximos proyectos o planes futuros?
Mis planes para el futuro sería continuar con esta dinámica activa todo lo posible. En cuanto a los próximos proyectos, mi pretensión sería realizar los proyectos mencionados y que surgieran otros diferentes sobre la marcha. Cornelia y yo estamos muy ilusionadas por llevar a cabo el nuevo proyecto de compositores suizos el año que viene, al igual que con Pilar Rius, estamos ansiosas por ver nacer “4×2”.
© Jorge Castro
Fotografía portada © Daniel Díaz