Emblemas morales, Felipe Espílez

Este mes de marzo ha llegado a mi casa un obsequio especial: Felipe Espílez me ha regalado su último libro, Emblemas morales. Para mí, siempre es un honor que mis amigos y compañeros poetas me tengan en cuenta como lector y compartan conmigo sus obras, pero en este caso hay algo más. Al abrir la página 3 del libro me encontré con esta dedicatoria impresa:

dedicatoria libro

He de confesar que la sorpresa fue mayúscula y me sentí abrumado por la generosidad de mi amigo Felipe con tal regalo. Tuve la misma sensación que pudo experimentar, seguramente, el Duque de Béjar cuando viera la primera edición de El Quijote dedicada a él:

portada original de El Quijote

Y cito El Quijote porque, curiosamente, la fecha en la que se publicó dicha obra –1605– y la de Emblemas morales –1604– son casi simultáneas.

Felipe Espílez, como cuenta en su introducción, hace un breve comentario poético, una visión poética más actual, sin el carácter religioso, de la obra de Juan de Horozco y Covarrubias. A cada uno de los cincuenta emblemas del autor del Siglo de Oro, Espílez propone una lectura personal, reflexiva, que va por caminos unas veces paralelos y, en otras ocasiones, por rutas libremente transversales. Los libros de emblemas tuvieron su esplendor en los siglos XVI y XVII, como obras didácticas, generalmente ilustradas con xilografías, que servían para recapacitar sobre cuestiones morales. Felipe Espílez, con su glosa poética, trata de llevar a cada emblema a volar en las hojas de otro calendario más actual, dando testimonio de que la poesía, aunque evolucione, nunca muere.

Vamos a ver distintos ejemplos de esta curiosa obra:

Emblemas morales de Felipe Espílez Murciano

Este es el Emblema V que J. de Horozco dedica al engaño que sustenta al mundo. Como vemos, en la parte izquierda aparece un grabado con imágenes referentes al tema tratado y el texto de la época. A la derecha tenemos, además del título, la transcripción al castellano actual de los versos de Horozco y, finalmente, el comentario versificado de Felipe Espílez.

Que el engaño sustenta al mundo
La fuerza de aquel gran nieto de Alceo
porque Athlas descansase fue probada
cuya piel de león (a lo que veo)
en otra diferente es ya mudada.
Si no es él, quién será (saber deseo)
bastante para carga tan pesada
Mas hay quien no mirara ¡oh caso extraño!
que el que sustenta el mundo es el engaño.
J. Horozco


Con los labios despintados en la trastienda de un beso,
con el vello electrizado en los alambres de un rayo,
con la mirada hundida en el suspiro de un pozo
y los brazos en armas apuntando a mi corazón de mayo.
Así te vi cuando pasaste por mi casa
deshojando margaritas de engaño,
y me tragué todo el aire de mi amor
y te borré de mis dedos de barro.
Y dejé de quererte
Y dejé… de quererte…
Felipe Espílez


Reproduzco a continuación algunos de los momentos más líricos protagonizados por las respuestas de Espílez a Horozco:

Emblema VI: «Que tras el trabajo es mayor y de más contento el descanso».

Con el tiempo cargado a la espalda,
como un diamante sutilmente arrugado,
sumando edades pasadas
se van haciendo viejos mi frente y mi costado.

Va siendo tiempo de descanso,
de recoger las hojas, que distraídas,
duermen en el suelo, bajo el barro
y disfrutar del dorado silencio de la vida.
F. Espílez


Emblema XVI: «De lo que es el arte en que se han de ejercitar los Reyes», con una respuesta sobre al arte de la amistad:

El arte que más propiamente te adorna, amigo,
es para mí propio de reyes,
pues sabes gobernar el Imperio de la amistad
con la sonrisa indeleble de mil claveles.

Y sabes querer y perdonar a partes iguales,
que las dos cosas me hacen tanta falta,
y tanto disfruto de su carmesí presencia
que mis manos sonríen también ya como claveles.
F. Espílez


Emblema XXII: «Del trueco que se ha de hacer en los pensamientos con la memoria de la muerte».

¡Oh, muerte! Me ordenaste ir mientras tú venías,
para encontrarnos en el centro de un rayo,
y se me secaron las fuentes de mis días
y un regusto a desierto se anidó en mis labios.

Pero sabiendo que era tu noche pero no mi día,
presenté un recurso de violetas, una queja casi morada
que se hizo azul en la fuente de mi corazón en rebeldía
Y ahora la fuente y mi alma, están vivamente mojadas.
F. Espílez


Emblema XXVI: «Que en la virtud, el no ir adelante es volver atrás, y del peligro de despeñarse».

No retrocede la hiedra en su ascenso verde,
y soñando mariposas, busca el cielo,
dejando atrás sus huellas terrestres
con gusto a tierra, con sabor a suelo.

Y, así, sus deseos de alambre
dejan tras de sí un hondo precipicio
que le empuja a ser nube verde
pues si retrocede vuelve fatalmente al principio.

A su primigenio origen de hiedra
pero con pesada esencia de piedra.
F. Espílez


Emblema XXVIII: «Que en los buenos que por sus merecimientos son acrecentados, no estorba el fundamento humilde».

La amistad que te procuro, con tanto cuidado y desvelo
ha ido creciendo subiendo las escaleras del tiempo,
ganando en dulzura y aprecio, con tanto esmero,
que se ha convertido en flor aérea de nuestro cielo.

Y no es menester que te recuerde, mi grato compañero,
que aunque nuestra cercanía fue blanda de partida,
ahora que han pasado las nieves de tantos inviernos,
se nos ha dado la vuelta en una primavera repentina.
F. Espílez


Emblema XL: «De la moderación en todas las cosas, para que duren y sean perpetuas».

Perdurar ingrávido en las alas del tiempo
sobrevolando las sombras de las luciérnagas,
estirar la vida hasta el esqueleto del silencio
y ser mar en el espíritu de una humilde ciénaga.

Moderar mis sueños hasta el filo de la emoción,
beberme la copa de los tulipanes sin prisa;
dejar que todo transcurra con moderación
y aliviar mis desvelos sin la premura de la vida.

Que en la moderación y su dulce devenir
está la suave pureza del deleite de vivir.
F. Espílez


Emblema XLI: «De la miseria grande de aquellos que por dejar a sus hijos en gran propiedad mueren ellos de hambre».

Las pocas riquezas que tu arcón atesora
las velas y guardas con acendrado celo
para que sean luz en la nueva aurora
de los que has honrado herederos.

Mas esto no te ha de privar vivir tus sueños
y oscurecer tu existencia pensando en ellos,
pues las más de las veces, tu herencia,
será lumbre de riña y germen de malquerencia.
Así que vive tu vida y no la de ellos
pues no te agradecerán los tus desvelos.
F. Espílez


Original y entretenida obra de Felipe Espílez, que continúa siendo un experto en el dominio de la palabra, un inteligente versificador y un reflexivo escritor.

Enhorabuena por tu nueva obra, Felipe, que nos sigas deleitando con tus pequeñas grandes genialidades.


© José Luís Pérez Fuente

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