En la cabaña

Se ha atado con fuerza la camisa a la altura de las costillas; sin embargo, la hemorragia no se detiene. Ha caminado toda la noche. Sabe que no lo siguen. Después de los disparos y de hacerlo rodar por una ladera, sus antiguos compañeros estarían seguros de su muerte. Hace algún tiempo que desapareció cualquier indicio de camino y avanza por lo tupido del bosque. Está a punto de rendirse cuando mira una luz en la distancia. Llega hasta la cabaña y llama a la puerta. Encañona al anciano que asoma el rostro y le ordena que abra. A pesar del arma y de la sangre, el viejo no parece asustado. Lleva al hombre a una habitación y atiende sus heridas. El hombre repite una amenaza, pero no puede evitar quedarse dormido. Se siente mucho mejor cuando despierta. Se levanta del camastro y recorre la cabaña. Está vacía. También su arma ha desaparecido. Decide que lo mejor será largarse.  Abre la puerta principal. Todavía es de noche. Desea salir, pero no logra cruzar el umbral. Lo intenta varias veces sin tener éxito. La figura del viejo se asoma entre los árboles. Trae algo en la mano. El hombre retrocede, asustado. El viejo no se apresura. No hay ningún motivo para hacerlo.

© Kalton Bruhl

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