En pocas palabras cabe un mundo
En pocas palabras cabe un mundo:
como en esa mirada
que se mira desde adentro.
Poco hace falta,
si cabe en una taza de café
si es poco el azúcar,
si el amor es intenso.
Si ese mundo es tan sólo una puerta,
el pasadizo por el cual pasan lentos los años.
Palabras cual hojas en la primavera
de un libro que así mismo se escribe
sin la necesidad de leerlo, u ojear sus páginas.
Palabras que pueblan de amapolas
la singularidad de ese verbo,
hablado a dos voces
se hacen una sola en el silencio
de un poema siempre nuevo.
Observando lo que fue,
aquello impreso en el recuerdo:
el paisaje de una página
escrita en el corredor fuera del tiempo.
La pintura que canta el aria,
la belleza de lo efímero,
del instante en que sus vidas
se refleja eterno.
Poesía que a dos se juega:
con la intensidad de los niños,
con la seriedad de quiénes
saben lo que viven.
Con la nostalgia de las nanas que evocan
la patria, esa región oculta
a los perros con rabia.
La locura solícita
ululando en bandada
junto al grito de los vientos,
con las ventanas abiertas
de la casa de pan,
el oxígeno se hace pneuma
corazón y sosiego.
Pocas palabras bastan,
si de amores poblados se sueña la vida
la posibilidad de sus sueños.
© Texto: José G. Santos Vega
© Foto: Ravi Kant en Pexels