Esto ya no es lo que era…

Y también es muy popular una expresión que hasta yo mismo me sorprendo usando de vez en cuando, y que, sinceramente, me resulta hilarante: “hemos perdido el norte…” Incluso los jóvenes y adolescentes se repudian entre ellos por culpa de los cambios que conlleva nuestro inevitable ciclo biológico con declaraciones que añoran tiempos pretéritos como: “tío, antes molabas” o “tronco, ya no eres lo que eras”. Cambien ustedes el vocabulario por vocablos tipo “dabuten”, “primo”, “bro”, “colega”, “camarada”, “Señor González”… y la moraleja de estas frases se puede ampliar al grueso de la historia de la humanidad.

El eterno, y muchas veces ridículo, duelo entre las nuevas y viejas generaciones. La entonación del esto ya no es lo que era y la inevitable y peligrosa convocatoria de que las viejas generaciones sabían educar mejor a los jóvenes que ahora. ¿Por qué? ¿Es por qué la permisividad generalizada se vuelve más laxa a medida que transcurre el tiempo? ¿O quizá es porque nos hemos encontrado con una terrible verdad que lleva lastrando la educación de los niños y jóvenes durante muchos siglos? Y esa verdad es que un ser humano educado con miedo usa el miedo como regla general a la hora de sobrellevar su vida como futuro adulto. Y así, los casos salen a la luz poco a poco… “es que mi padre jamás me ha dado un abrazo en su puta vida”, “es que mi madre le permitía todo porque le daba miedo”, “en clase no nos movíamos porque si no el profesor nos propinaba un bofetón de espanto…” y así, un largo, tedioso y complejo etcétera. 

Las generaciones de principios y primera mitad del siglo XX, que los catetos de la comunidad de internet han necesitado denominar “Los niños de la posguerra”, alardean de ser la mejor generación de todas porque aguantaron lo indecible y salieron victoriosos. Esas penurias les llevaron a apreciar la vida de una manera distinta y a intentar sobrevivir con lo poco que se tenía, y se tiene. Es cierto que hay sensaciones y sentimientos que solo son capaces de emerger a través del sufrimiento, y que en ciertas ocasiones, eso te hace más maduro y te ayuda a ver la vida de una manera más práctica, más humilde. Pero en esa época la educación basada en comprensión, cariño y amor brillaba por su ausencia. No generalizo, por supuesto que no, pero me baso en la experiencia recogida por testimonios que casualmente presentan casi siempre un escenario similar. Luego vinieron las generaciones de lo que esa gente que necesita etiquetarlo todo porque si no se pierde, han llamado los “baby boomers”. Una generación que se vanagloria aún más que sus padres de sus éxitos como prole generacional, ya que conllevan lo mejor de sus progenitores, pero sin las penurias de la guerra y posguerra y encabezados hacia un crecimiento sin precedentes, tanto económico como ético. Por supuesto, aquí y en el grupo anterior, destacan sobremanera aquellos que aún a día de hoy idealizan un régimen de fascismo y terror que está catalogado por Amnistía Internacional 1https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/espana/franquismo/ 

como uno de los más violentos y represivos del mundo. Hay de todo, por supuesto, y no soy gustoso de generalizar. En cualquier caso, esta es la generación que actualmente protesta más ante el actual estado de los jóvenes y su educación.

Más tarde llegaron los… sí, claro que sí, hay un término correcto para ellos. Hay un término para todo, porque ya saben ustedes que el ser humano necesita etiquetar para llenar ese vacío de incomprensión que se antoja a veces la mente. Son los llamados de la “Generación X” (maldita sea la estampa del iluminado/a que se inventó esto, por muy buenas o lógicas que fueran sus intenciones). En este caso, esta generación se cree aún superior a la anterior en todo. Nacieron en una época de rebelión, de descubrimiento y de un auge sin precedente de la globalización. Esta prole generacional se despojó de las barreras de la imposición, intentó revolucionar el panorama internacional reclamando derechos, cambios y mejoras en el sistema, y además, según ellos se jactan, no estuvieron podridos por el abuso de la tecnología y el daño que puede llegar a hacer ciertos ambientes tóxicos que deambulan por internet.

Luego llegaron los que a mí, por mero año de nacimiento (como a todos) me atañen. Los que llamaron (nos llamaron), “Millenials”. Esta es sin duda alguna, y doy estricta fe de ello, la mejor generación de todas. (LOL) La educación se encontraba en su “mejor momento”, con MVPs en prácticamente cualquier institución educativa o religiosa. Los millenials fuimos educados con ciertos aspectos de la severidad del pasado sin caer en la ranciedad pura. Tuvimos nuestra dosis justa de tecnología, ya que no la empezamos a adoptar en masa hasta finales de los 90, cuando teníamos de 15 a 20 años. Esto nos otorgó una singular manera de ver la vida y compararla. Pros y contras, con o sin exceso de “maquinitas”, como decía mi abuela. Vivimos la época dorada de la música pop y rock y además conocimos el nacimiento y auge de los “putos nintendos”, que es la manera de la Generación X o boomer de referirse a los videojuegos. 

A partir de 1993 o 1994, según la publicación donde se lea, llegó la Generación Z, y adivinen qué… Aquí sí que sí eran la mejor generación de todas. Se deshicieron de los tradicionalismos absurdos, las imposiciones juveniles y abrazaron la tecnología como solución a todos sus problemas. Ahora, con internet, podían recuperarse de la ignorancia del pasado que caracterizaba a sus primos, padres o hermanos, y tener pleno conocimiento de lo que ocurría a su alrededor en el mundo. O por lo menos eso creen ellos.

Y finalmente, cosa de la cual me acabo de enterar ahora mismo, mientras escribo estas palabras, llegó, a partir del 2011, la generación ¿Alfa? Sí, Alfa. Que básicamente son una Generación Z 2.0. Una versión mejorada de ellos. Y por supuesto, indudablemente son ahora los que más críticas reciben por el resto de generaciones pasadas dada su supuesta ignorancia, violencia y estupidez. Estos son ahora mismo, los que más norte han perdido de todos. La edad de mantener relaciones sexuales y consumir alcohol y/o estupefacientes disminuye gradualmente hasta encontrarse con ellos. A los profesores ya no se los trata con respeto y los auriculares parecen haber desaparecido de la faz de la Tierra. ¿Generalizamos? No. “Pero es que en mi época te metían dos hostias bien dadas si te veían hacer eso…” Claro, esa es la solución. La nostalgia… la añoranza de un pasado bañado de miedo, porque el miedo es la solución a los problemas del comportamiento de los jóvenes, claro que sí. Pero amigos/as, no se olviden de que ese miedo solo obtiene una solución vaga y temporal, ya que el miedo engendra miedo y solo sabe educar con miedo. 

Nadie dijo que esto fuera a ser fácil. Por supuesto que no. Lo fácil es sucumbir al miedo, gritar, golpear, clamar al cielo lo que este maldito niñato está haciendo y enviarle al infierno… el camino fácil es dejarse llevar por el miedo y sacar a relucir nuestros instintos más salvajes, más profundos y vergonzosos. Lo digo por experiencia… aunque a veces cueste, y mucho, un niño/joven/adolescente responde infinitamente mejor con un beso y un abrazo, que con cualquier otro método. Esto como siempre, claro está, sin generalizar.

Han visto el patrón, ¿verdad? Han visto que todos nos creemos mejor que nuestros padres, ¿eh? Lo somos. Valórelo usted mismo. Particularmente creo firmemente que sí que hemos avanzado, pero la tarea no es nada fácil, y aunque cuesta eones de trabajo, soledad y amargura, hay que seguir trabajando con ellos. Siempre. Con cariño y amor. Siempre.

Ya lo dijo Peter Bishop en Fringe:

»Να είσαι καλύτερος άνθρωπος από τον πατέρα σου»

“Sé mejor persona que tu padre”

Sé una mejor versión de tus padres, siempre.


© Daniel Borge
Imagen de Geralt en Pixabay

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