Evaristo Páramos. El poeta de la disconformidad

Siempre resulta interesante no solo escuchar, sino también leer las canciones de Evaristo páramos. Como la que sigue:

Puedes ser como el ganado
con el pienso asegurado:
obediente y limitado
por la valla del corral.
Puedes ser un buen soldado
del sistema de mercado;
puedes ser guardia jurado
de tu reino familiar.

Puedes ser un nazi honrado:
mutilado cerebral,
la sombra de un ser humano
sin conciencia ni moral;
puedes ser mal gobernado,
votar y seguir callado.
Puedes ser un desgraciado
en un mundo policial.

(La Polla Records: “Puedes ser idiota”)

Evaristo Páramos ya es más que un cantante punk al uso. Es un teórico libertario que en sus canciones lanza máximas inapelables por estar sustentadas las mismas (cabe inferir) en hondas reflexiones intrínsecas previas. Y el hecho de teorizar sobre lo contemplado en derredor desde premisas libertarias (las que más han incidido a lo largo de la historia en la libertad individual y colectiva del ser humano) le otorga al cantor una perspectiva suficiente como para discernir los arbotantes en que se sujeta la tragicomedia estatuida desde una lógica manipuladora que actúa sobre la base de un capitalismo cerril el cual más que consumidores busca esclavos subyugados a su falta de lógica.

Y Páramos cuenta con la pericia armónica y versificadora suficiente como para ponerlo de manifiesto ante quien guste de oírlo, pues, además, suscitará, en quien lo haga con presteza, la fruición consustancial a la recepción de luz intelectiva.

Cualquier canción, de cualesquiera etapa artística de Páramos, resulta susceptible de ser desentrañada, toda vez que vienen a ser sus tonadas “contenedores de certezas”, de certezas que no por serlo nos percatamos muchas veces de que estamos ante ellas o, aunque las hayamos evidenciado, tal cosa no obsta para que las dejemos pasar desapercibidas por encontrarnos inmersos en alienadoras rutinas en el marco de la cotidianidad.

Páramos erigió, en un momento dado, su arte sobre la base de la musical-expositiva denuncia de las lacras que nos asolan sin remisión.

Dicho lo anterior, un ejemplo de entre el ingente cancionero evaristiano es el temazo “Puedes ser idiota”, del disco Toda la puta vida igual (1999), compuesto fundamentalmente (estribillos aparte) mediante dos estrofas de ocho versos octosilábicos cada una, en el que riman todos los antedichos versos (consonante o asonantemente), no quedando ninguno suelto. Es este un brillante compendio de fondo y forma, al fin.

Pero no son los rudimentos de índole métrica los más dignos de ser destacados (si bien es cierto que coadyuvan a la armonización del conjunto), sino el mensaje que en ellos se sostiene, no en vano cada verso impar encabalga sobre el subsiguiente, par, una serie de conjeturas tan brillantes como estremecedoras, si nos atenemos a lo que en ellos se nos traslada.

Se nos hace ver que somos mamíferos estabulados en circunscripciones administrativas de distinto rango e inducidos a una obediencia ciega, además de dirigidos a unas convenciones tétricas, si se las mira con perspectiva.

Alude Páramos a la cerebral mutilación del común, que lo haría aquiescente ante una cada vez más indisimulada manipulación.

Son, en definitiva, las canciones de Evaristo Páramos obras de gran calado; con un fondo discursivo descarnado en la medida en que muestran lo arduo del compartido vivir en el que se viene moviendo el ser humano.


© Diego Vadillo López

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