Excluida

En la cabaña sin tapabocas desde lo alto, todo a la distancia y sin aspavientos. El silencio me acompaña, desde que me levanto calculo cada oficio, ocio, el menú de la semana, echo un ojo a la despensa, me fijo en cada fecha de caducidad, los sodios en las etiquetas, cuánto los odio. Decido cuál, qué, quién, cuándo, cómo, cuánto y en su justa medida los consecuentes NO, detesto las ambivalencias en todos los sentidos, Llevo las cuentas pendientes, a mitad del día tomo un descanso, me siento y echo un vistazo en fotos al pasado análogo de familia y amistades, aquellos eventos tales como bautizos, cumpleaños, bodas, sepelios, iniciáticos unos, alucinantes y fulminantes algunos, doy vuelta a las páginas y de sopetón las imágenes de pasadías juveniles, hoy pasadizos con sus manchas de olvido. A veces las jugadas, juegan conmigo, lo usual en estos casos, luego tomo notas, y mi café con agua tónica. No fumo, el incienso despeja mi cabaña, las nubes se disipan, salgo al balcón, todo es silencio, apenas vecinos, algunas voces difusas, algún gato en sus oficios de patio en patio.


© José G. Santos Vega
Imagen de Frank Winkler en Pixabay 

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