Faro de Portopí: Origen e Historia I
La historia de Mallorca siempre ha estado ligada al mar. Está documentado y tenemos constancia a través de restos encontrados (monedas, ánforas, armas o naves hundidas) que los hombres, sobre todo por motivos comerciales, se han trasladado de un lugar a otro a través del mar.
La necesidad de orientarse ha llevado a la humanidad a desarrollar una serie de elementos de ayuda a la navegación que, a lo largo de los siglos, han sufrido una extraordinaria evolución hasta llegar a los sofisticados sistemas de orientación a través de GPS.
Tras realizar una visita a la Exposición de Señales Marítimas del Faro de Portopí, me gustaría que el artículo de este mes y del siguiente estén dedicados a la historia de este faro, adentrándonos en sus orígenes y su historia; además de comentar parte de los elementos que en él se exponen y que representan cómo ha sido la evolución de los faros a través de los siglos.
Ubicado en la ciudad de Palma (concretamente, en la ensenada de Portopí), encontramos las primeras alusiones a este lugar en una crónica escrita en latín medieval durante el siglo XII, Liber Maiolichinus, en el que se relata la cruzada que la República de Pisa protagonizó contra Mallorca e Ibiza. Es aquí donde se cita por primera vez a Portopí como “portum de nomine Pini”.
Las primeras referencias al faro de Portopí se encuentran en un documento del 12 de septiembre del año 1300 como parte del codicilio (conjunto de disposiciones de última voluntad salvo la institución de heredero o la desheredación) incluido en el testamento del Rey Jaime II de Mallorca, en el que exhorta a sus descendientes al mantenimiento y conservación de la “Turris Faraone”, nombre con el que se le conocía en tiempos del Imperio Romano.
Durante los siglos XIII y XIV se escribieron las Cuatro Grandes Crónicas en lengua catalana, documentos históricos de carácter épico escritos por los reyes Jaime I, Pedro III el Ceremonioso y los cronistas Bernat Desclot y Ramón Muntaner. Estas obras constituyen el más completo conjunto historiográfico de la Europa medieval.
En la traducción al latín que Fray Pedro Marsilio realizó de la primera de las crónicas,“Libro de los hechos de Jaime I”, se encuentran referencias a la existencia de un puerto en Portopí. En su primer capítulo relata la descripción que Pedro Martell le hace al Rey Jaime I acerca de la isla de Mallorca, indicándole la existencia de “un puerto que dista de la ciudad dos millas y media y se llama Portopí, esto es puerto del pino, pues había en él un pino muy hermoso del cual tomó nombre el puerto”.
En la crónica de Bernat Desclot, “Libro del rey Pedro y de sus antepasados”, donde se relatan los acontecimientos del reinado de Jaime I el Conquistador y el de su hijo Pedro el Grande, ya nos describe Portopí como una ensenada con torres islámicas, dos a cada lado de la entrada al puerto.
La existencia de estas torres y su situación queda reflejada en la obra representada en la tabla central de un retablo que se conserva en el Museo Diocesano de Palma de Mallorca y que representa a San Jorge, obra del pintor Pedre Niçart realizada en 1468.

La fotografía anterior muestra una parte de ese cuadro. La ubicación de la obra parece ser la bahía de Palma, donde se pueden observar las cuatro torres en la parte derecha, así como diferentes aspectos de la sociedad mallorquina del siglo XV, tales como tipo de embarcaciones, actividad comercial, indumentaria de la época, etc.
A un lado del puerto se situarían la Torre de Faro y la Torre de Señales mientras que, al otro lado de la ribera, encontramos la Torre Sarrahinesca o de la Cadena (actualmente conocida como Torre de Peraires) y la Torre de San Nicolauet, cerca del oratorio del mismo nombre y desaparecida en el siglo XV.
Como dato histórico, cabe reseñar que el citado retablo se encontraba en la desaparecida iglesia de Sant Antoni de Pàdua en Palma, conocida popularmente como Sant Antoniet de sa Porta. Desde el siglo XIII hasta el siglo XV, fue uno de los tres hospitales existentes en Palma durante aquella época, junto al de Sant Antoni de Viana y el de Sant Andreu.

En la foto superior se pueden contemplar la Torre de Señales (actualmente conocida como Faro de Portopí) y la Torre de Peraires. Cuentan las crónicas que, entre ambas torres, se tendía una cadena que cerraba la ensenada con el objetivo de proteger los barcos anclados en ella y evitar la entrada de corsarios en esas aguas. La citada cadena estaba construida de madera con unos anclajes metálicos en sus extremos que se utilizaban como enganches en cada una de las dos torres.
Es posible que el origen de los faros naciera ante la necesidad de los hombres por explorar nuevas rutas marítimas para el comercio entre los pueblos. Probablemente, la identificación de las costas mediante el reconocimiento de accidentes naturales (como montañas, cabos o ensenadas) fuese el primer intento de orientación para los navegantes, aunque la uniformidad de ciertos litorales y la necesidad de la navegación nocturna pudieron llevar al hombre a idear un sistema artificial de identificación, utilizando hogueras en puntos elevados de la costa.
Inicialmente, los faros estaban concebidos para situar y localizar los puertos donde se recogían mercaderías. En Mallorca, hay constancia de que el primer faro en la isla estaba situado en la ciudad romana de Pollentia, localizada en lo que hoy en día es Alcúdia. Aunque se desconoce la situación exacta del faro, se sabe que estaba orientado hacia Roma.
En Portopí, la Torre del Faro era una pequeña torre cilíndrica blanca en cuya parte superior se situaban un conjunto de lamparillas alimentadas con aceite de oliva y estaba ubicada sobre una loma en la que en el año 1612 se construiría el Castillo de San Carlos.
Para su protección, las lamparillas que producían la luz estaban recubiertas por una “capucha” (posteriormente se llamaría linterna) construida con una malla metálica sobre la que estaban engarzados unos 300 vidrios.
El deterioro de la torre que sustentaba la linterna, así como la escasez de aceite de oliva (combustible utilizado para alimentar las lamparillas que generaban la luz del faro), motivaron que en el año 1353 el Faro de Portopí dejara de funcionar.
Fue en 1369 cuando Pedro IV de Aragón, con objeto de asegurar el funcionamiento del faro, decretó que parte del aceite de oliva que se vendía en el mercado de la Plaza de la Quartera de Palma fuese destinado al Faro de Portopí.
No solo la falta de aceite, sino el vandalismo de aquella época, ocasionaban que el faro no luciera durante largos periodos de tiempo. Estas acciones motivaron que el gobernador de Mallorca promulgara una ley en 1385, mediante la cual se castigaba a cualquier persona que rompiera los cristales del faro. Si el culpable era menor de 12 años, el castigo era pasar un día en la picota y, si la edad era superior, el castigo suponía la pérdida de una mano, llegando a ser la horca si el delito se cometía por la noche.
El funcionamiento del faro no era diario. Según una Ordenanza de 1374, únicamente se encendería desde el día 29 de septiembre, día de San Miguel, hasta el día de Pascua. En el año 1800, este periodo de funcionamiento fue ampliado desde el 1 de octubre hasta finales de abril y, desde 1833, se enciende todas las noches del año.
A principios del siglo XVII, los continuos ataques de piratas que azotaban el Mediterráneo motivaron que, a petición de los mercaderes mallorquines y el Gran y General Consell, el Rey Felipe III ordenara la construcción de una fortaleza en Portopí con el objetivo de defender el puerto de la ciudad de Palma.
La construcción en 1612 del Castillo de San Carlos motivó que el estruendo de los cañones de dicha fortaleza produjeran continuamente la rotura de los cristales de la linterna del faro y, por consiguiente, el apagado de las lamparillas que producían la luz.
Con el fin de evitar estas constantes roturas, se pensó en trasladar el faro a otro lugar, siendo la Torre de Señales la ubicación elegida por su proximidad. Dado que la situación de esta torre se encontraba en un terreno más bajo que la loma de San Carlos, la luz del faro se apreciaba con dificultad. Con el objetivo de conseguir mayor altura, en 1613 se construyó un tercer cuerpo de planta octogonal, por lo que el traslado del faro se demoró hasta 1617.

En la fotografía superior se puede apreciar el actual faro de Portopí con el Castillo de San Carlos al fondo. También se observa que, del segundo cuerpo de la torre, salen dos mástiles o “perchas” paralelos al suelo. Estos mástiles (que también están representados en el cuadro de Pere Niçart) corroboran que en el siglo XV ya se utilizaba como torre de señales.
El sistema de señalización consistía en colocar unas bolas de madera alquitranadas que indicaban el número y dirección de las naves avistadas. El número de bolas colocadas (hasta un máximo de seis) indicaba la cantidad de barcos que se divisaban y, según el mástil donde estaban situadas, mostraba la dirección por la que se aproximaba el bajel.
En 1746 se sustituyen las bolas de madera por arcos de morera de gran tamaño recubiertos de telas enceradas y, además, se izaba una bandera cuando se divisaba un conjunto de barcos. En 1820, las señales fueron reformadas y se adoptó un nuevo código por medio de banderas, complementándose en 1834 con otras nuevas para identificar los correos a vapor. En 1868 se implantó definitivamente un código basado en la combinación de banderas de diferentes colores y tamaños.


En las dos fotos anteriores (facilitadas por la Autoridad Portuaria de Baleares) se aprecian las diferentes combinaciones de señales utilizadas, así como la situación real en la que quedan una vez colocadas.
Esta tarea de señalización la desempeñaban hasta 1971 los denominados “vigías”. Actualmente, sólo en fechas señaladas como Navidad o Año Nuevo se despliegan las banderas en los mástiles del faro.
Cabe destacar que el 24 de agosto de 1972 se apagó su luz por no considerarlo necesario, dada la existencia de una completa red de balizamiento que facilitaba la entrada al puerto de Palma. Aunque, el 1 de abril de 1977, se decidió volver a encenderlo teniendo en cuenta la importancia histórica de esta señal. En agosto de 1983, el faro de Portopí fue declarado Monumento Histórico-Artístico.
En el próximo artículo continuaremos dando una visión sobre cuál ha sido la evolución del Faro de Portopí en cuanto a sistemas de iluminación, mecanismos de rotación, lentes empleadas y combustibles utilizados.
Mi agradecimiento a la Autoridad Portuaria de Baleares y al personal de la exposición por las fotografías que me han aportado y por toda la información facilitada.