Fiestas de la Calle San Sebastián
Y se hizo una calle cuajada de adoquines,
faroles, balcones,
y se pobló esa calle preñada y el parto
cada enero con su grito feliz,
retumba el cuero, resuena y resuena
en todo el perímetro, de no sé, cuántos metros
y de cuántos litros a grados prueba,
y de cuántos porcentajes pantagruélicos,
y este mártir de los primeros tiempos,
ícono de contradicción, en este hervidero sabrosamente pagano,
ausente.
El caribeño sabe ritualizar devotamente el frenesí post-navideño,
siquitraque y su psique alucinante.
Y esa calle ha salpicado danza, bomba, bachata, plena, rumba, flamenco,
reggae, batucada, calipso, salsa, merengue, reguetón,
polifonías del alma de los pueblos.
Cuerpos entrelazados, apretados hasta el límite liminal,
materia prima para este peregrinaje de los excesos,
y de vez en cuando se suma uno que otro
mártir, preludio carnavaleso del febril febrero
y los testigos anónimos, pétreos, impasibles
esos adoquines, faroles, balcones preñados de gentío
evocador al circo romano.
San Se desde la columna bendice,
y Janos báquico, promete
abrir la puerta al Año Nuevo.
© José G. Santos Vega
Imagen de Norma Arbelo Irizarry