Gottfried Von Cramm: En el punto de mira de Hitler
Era alto y rubio, con buena presencia, de familia aristocrática y uno de los mejores tenistas del mundo, pero tuvo la mala fortuna de nacer en la época y en el país equivocado. La homosexualidad era perseguida en Alemania como delito tipificado y tener amigos judíos no estaba bien visto por un gobierno nazi que colocó a Gottfried von Cramm en “el ojo del huracán” tras un maratoniano partido de tenis.
Nacido el 7 de julio de 1909 en Nettlingen (Alemania), Gottfried Alexander Maximilian Walter Kurt Freiherr von Cramm fue el tercer hijo del barón Burghard von Cramm y Jutta Charlotte von Steinberg.
Su infancia transcurrió entre los muros del castillo que sus padres poseían en Hannover, lugar en el que sus progenitores construyeron una pista de tenis para que sus hermanos y él practicasen un deporte al que muy pocas personas tenían acceso durante aquella época.
No sería hasta 1928 cuando, al trasladarse a Berlín para continuar con su formación académica, la vida de Gottfried daría un giro de 180º. Tenía claro que el tenis era su gran pasión y por ello acabó tomando una de las decisiones más importantes de su vida: abandonar los estudios para intentar convertirse en profesional.
Sus buenos resultados en torneos amateur y las duras sesiones de entrenamiento en el Rot Weiss Tennis Club de Berlín tuvieron como premio su convocatoria para representar a Alemania en la primera ronda de la Davis Cup en 1932. Von Cramm era considerado el tenista más prometedor de Alemania y, a sus 22 años, le llegaba la oportunidad de defender los colores de su país en la máxima competición mundial por equipos.
Era cuestión de tiempo que los éxitos deportivos a nivel internacional empezaran a llegar. Siempre ataviado con un blanco impoluto dentro de las pistas de tenis, su fama y popularidad coincidiría con el nombramiento de Adolf Hitler como canciller de Alemania… acontecimiento que acabaría marcando su futuro tenístico.
Sin ser un gran fanático de los deportes, el líder del NSDAP (Partido Nacional Socialista Obrero Alemán) puso el punto de mira en Gottfried von Cramm tras conquistar en 1934 su primer título de Grand Slam en Roland Garros. Atractivo, fuerte y rubio; cumplía con todos los requisitos que Hitler concebía como el ejemplo perfecto de raza aria que pretendía imponer en el resto del mundo.
A pesar de tener que competir con una esvástica pintada sobre sus inmaculadas zapatillas deportivas blancas y de verse obligado a realizar el saludo nazi antes de los partidos, Gottfried von Cramm siempre se resistió a que su imagen estuviese ligada a los ideales que se intentaban inculcar en la sociedad desde el gobierno nazi. Tal era la oposición del tenista hacia el NSDAP que llegó a rechazar en multitud de ocasiones la idea de afiliarse al partido dirigido por el dictador alemán, a sabiendas de las consecuencias que ello le podría acarrear.
La popularidad del tenista alemán estaba en continuo crecimiento tras conquistar su primer gran título, provocando que los rumores sobre su orientación sexual también aumentaran. El hijo del barón Von Cramm estaba considerado uno de los tres mejores tenistas del mundo en 1934 y sabía que su gobierno no tomaría ninguna medida mientras su nombre estuviese ligado a éxitos deportivos que dejaran al país germano en un buen lugar dentro del panorama internacional.
Gottfried von Cramm volvería a coronarse sobre la tierra batida de Roland Garros en 1936 y la única razón por la que su palmarés de Grand Slam no se vería incrementado fue por ser contemporáneo de dos de los mejores tenistas de todos los tiempos: el británico Fred Perry y el estadounidense Don Budge.
El 20 de julio de 1937 sería una fecha clave en el devenir de la carrera tenística y vida personal del doble campeón de Roland Garros. La final interzonal de la Copa Davis entre Alemania y Estados Unidos alcanzaba el partido decisivo que enfrentaría a Gottfried von Cramm y Don Budge. Aquel encuentro había captado la atención del mismísimo Adolf Hitler, quien siempre se mantenía pendiente de derrotar a su enemigo… aunque fuese en una simple pista de tenis.
Años más tarde de la disputa del que fue considerado durante décadas como “el mejor partido de la historia del tenis”, Budge contó que minutos antes del inicio del encuentro, Von Cramm estaba en el vestuario hablando por teléfono con una persona a la que se refería como “Mein Führer”. El dictador alemán había llamado personalmente al tenista advirtiéndole de la importancia de conseguir la victoria en aquel partido y vencer a Estados Unidos. En palabras del propio Budge, “estaba muy pálido en el momento de colgar el teléfono”.
Tras ganar Gottfried von Cramm los dos primeros sets por 8-6 y 7-5, Don Budge igualaría el encuentro tras imponerse en los dos siguientes por 6-4 y 6-2. Aquel partido (y la eliminatoria) iba a decidirse en un último set que el tenista germano empezaría ganando por 4-1. Lo que parecía un triunfo seguro de Alemania sobre Estados Unidos (con la consecuente alegría de Adolf Hitler) acabaría transformándose en una auténtica pesadilla para el aristócrata alemán. Don Budge culminó una épica remontada que finalizó ganando el set por 8-6 y otorgando el triunfo final al combinado estadounidense.
Von Cramm no pudo evitar el llanto tras la derrota mientras el público que abarrotaba la Centre Court de Wimbledon dedicaba una estruendosa ovación a ambos tenistas tras el gran encuentro disputado. A pesar del enorme esfuerzo realizado, el enfado entre los altos cargos del gobierno del país era patente. “Si no puede conseguir el triunfo para su país será porque no es tan buen alemán”, era una de las frases más repetidas.
Aquella derrota no acarreó consecuencias inmediatas para Von Cramm puesto que continuó viajando por todo el mundo disputando torneos en busca de seguir agrandando su palmarés. En la segunda mitad de 1937 perdió las finales de Wimbledon y el US Championships frente a Don Budge y en enero de 1938 viajó por primera vez a Australia, aunque sin demasiada fortuna.
El aumento de su popularidad traspasaba las fronteras del país germano. Los grandes éxitos acumulados por el tenista alemán, en la que llegó a enlazar seis finales consecutivas de Grand Slam, le valieron la oportunidad de ser portada en la prestigiosa revista Time del 13 de septiembre de 1937.

El aristócrata regresó en marzo a Berlín, pero la situación había cambiado. La tensión era latente y, tras suspenderse su propia recepción oficial, Gottfried sería arrestado el 5 de marzo de 1938 por dos agentes de la Gestapo que lo acusaron de “conducta inmoral”. El tenista alemán era homosexual y había estado ayudando económicamente a su amante (el actor judío, Manasse Herbst) a preparar su huida a Palestina en 1936.
Tras abandonar el hospital debido a una crisis nerviosa sufrida a causa de su detención, el tenista alemán sería sometido a un juicio en el que, en ningún momento, negó los cargos que se le imputaban.
La condena de un año de cárcel que se le impuso tuvo gran repercusión en la sociedad alemana y en el mundo del tenis. Un colectivo de jugadores liderado por su gran amigo, Don Budge, recogió firmas por todos los torneos que disputaban alrededor del mundo y enviaron una carta de protesta a Adolf Hitler para exigir su libertad.
Curiosamente, Don Budge “aprovechó” la estancia de Von Cramm en la cárcel de Lehrter Strasse en Berlín para convertirse en el primer tenista que conquistaba los cuatro títulos de Grand Slam durante una misma temporada. Adolf Hitler había encerrado a una de las mejores raquetas del mundo y el estadounidense no desperdició la oportunidad de inscribir su nombre con letras doradas en los libros de historia del tenis.
Finalmente, el abogado de Von Cramm consiguió reducir la condena a 6 meses alegando que el tenista había sido engañado por “un astuto judío” para ayudarle a abandonar Alemania. Tras cumplir su castigo, en mayo de 1939 se le permitiría volver a competir, pero nada volvería a ser como antes.
A Gottfried von Cramm se le prohibió participar en Wimbledon y en el US Championships por su condición de exconvicto y tuvo que conformarse con disputar torneos de menor relevancia durante los siguientes meses.
A pesar de haber cumplido su condena, Adolf Hitler seguía sintiendo un rencor importante hacia el aristócrata alemán y no tenía inconveniente alguno en torpedear al máximo su retorno a la competición tenística. Tal era el resentimiento hacia Von Cramm que el gobierno del III Reich le prohibió asistir al torneo de Roma (debido a la alianza entre Alemania e Italia) por temor a que pudiera derrotar a cualquiera de los otros compatriotas participantes, a quienes consideraban “más alemanes que él”.
Por si fuera poco, el inicio de la II Guerra Mundial paralizaría la mayoría de torneos de tenis que se disputaban en todo el mundo. Gottfried fue enviado a luchar a Rusia como soldado (él no se sentía nazi pero sí estaba orgulloso de ser alemán), donde estuvo a punto de morir por congelamiento.
Tras regresar a Alemania como un héroe, se le concedería la Cruz de Hierro. Pero poco tiempo después se le retiraría, sería expulsado del ejército y detenido nuevamente por la Gestapo acusado de conspirar para asesinar a Adolf Hitler.
La mediación de su gran amigo, el rey Gustavo V de Suecia, impidió que se ejecutase sobre Von Cramm la condena a muerte que se le había impuesto. El monarca intercedió para que le fuese concedido asilo en el país escandinavo, lugar donde permanecería hasta el final del conflicto bélico.
Una vez finalizada la II Guerra Mundial y cumplida la sanción que impedía a los alemanes participar en cualquier disciplina deportiva, Gottfried ya superaba los 40 años y parecía complicado que pudiera relanzar su carrera tenística.
Nunca sabremos cuál habría sido el futuro de aquel elegante tenista alemán si hubiese vencido a Don Budge en 1937… o si hubiese nacido en otro país. Lo que sí es seguro es que será recordado por su deportividad dentro de las pistas de tenis y por no someterse en ningún momento ante el dictador Adolf Hitler, a quien se refería de forma irónica como “un simple pintor de casas”.