Guirnaldas

Centelleantes al resplandor de las ascuas, las espirales de platas de colores suben y bajan llevándola al tiempo en que las nieves cubrían tejados y ocultaban puertas, y el misterio se escondía en las páginas de un libro prohibido, en el calendario a punto de estrenar, o en la caja de los adornos navideños.

Se ve muy pequeña en una casa vestida de diciembre. 

Y correr junto al río, imaginándose bajo el hielo hasta que una piedra rompe el cristal y entre hierbas movedizas alcanza la orilla para seguir corriendo. Esa imaginación…

En aquella época el invierno era largo, y muy oscuro, hasta que aprendió a ver luz en el fuego. Para cuando descifró el mensaje de las llamas, los días y los meses se acortaron y diciembre pasó a estar a la vuelta de la esquina. Y allí estaban ellas, esperando su cometido de adorno.  

No recuerda cuándo las vio por primera vez. Hacía mucho, mucho. Su rigidez metálica era de otra época. 

Cuántos años por venir… Cuántas fiestas por adornar…

Resistían.

Como resistía ella recordando que hubo un futuro que se hizo presente, aunque ahora fuera pasado y duerma, con las guirnaldas plateadas, soñando nuevas navidades.


Texto © María Cruz Vilar
(De mi poemario: RACHEADO)

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