Hubo un tiempo de Carmen Nöel
Hubo un tiempo
en que nos demoramos en las estrellas.
Alcanzamos nuestra dimensión.
De pronto, estábamos solos.
De pronto, muy cerca.
El corazón del dragón solitario se despertó
y desenterró la niebla.
Habitamos lo invisible y lo esencial.
Al tiempo le creció raíz
y nos enraizó en la piel.
Aquel tiempo nos enviamos mensajes de buenos días cada mañana.
Te extraño.
Felices sueños.
Aquel tiempo nos dimos cuenta
que habíamos dejado a nuestros ancianos solos ante la muerte,
ante el dolor.
Y a nuestros labios vacíos sin las palabras.
Hubo un tiempo
en que volvimos a respirar aire de verdad,
y vimos agua otra vez,
y libertad de cielo.
Y las ciudades portaron de nuevo su nombre secreto,
desnudas de todos nosotros,
desnudas de su dolor.
Hubo un tiempo
en que el amanecer importaba.
La noche existía.
El sueño habitaba descalzo por los palacios de la verdad.
Pero de pronto nos despertamos,
medio acechantes,
casi a la fuga,
queriendo no ser encontrados.
Porque supimos cobardemente,
que volveríamos a dejar abandonados nuestros secretos frente al dolor,
nuestras caricias frente a la prisa,
nuestras sombras emborronadas frente a su abismo.
Y lo olvidamos,
quisimos hacerlo, ya lo hemos hecho,
que hubo un tiempo en que nos demoramos en las estrellas.
Y alcanzamos nuestra dimensión.