Huellas de Diego de San Pedro
Después de hecha la guerra del año pasado, viniendo a tener el invierno a mi pobre reposo, pasando una mañana, cuando ya el sol quería esclarecer la tierra, por unos valles hondos y oscuros que se hacen en la Sierra Morena, vi salir a mi encuentro, por entre unos robledales donde mi camino se hacía, un caballero tan feroz de presencia como espantoso de vista, cubierto todo de cabello a manera de salvaje; llevaba en la mano izquierda un escudo de acero muy fuerte, y en la derecha una imagen femenil entallada en una piedra muy clara, la cual era de tan extrema hermosura que me turbaba la vista; salían de ella diversos rayos de fuego que llevaba encendido el cuerpo de un hombre que el caballero pesadamente llevaba tras sí. El cual con un lastimado gemido de rato en rato decía: «En mi fe, se sufre todo». Y como emparejó conmigo, me dijo con mortal angustia: —Caminante, por Dios te pido que me sigas y me ayudes en tan gran desgracia. *
*(Se ha modernizado el texto y la puntuación para una mejor comprensión, aunque si el lector se da la tranquilidad de leerlo en castellano antiguo, su lectura es aún más deliciosa)
Cárcel de Amor fue escrita por Diego de San Pedro, que se la dedicó a Diego Fernández de Córdoba. Es una obra que se encuadra en el género de la novela sentimental.
La primera edición de la novela se imprimió en Sevilla en 1492 y tuvo un éxito, enorme e inmediato. Llegaron a hacerse veinte reimpresiones en España, en los siglos XV y XVI.
Fue traducida a las principales lenguas europeas, imprimiéndose cuantiosas ediciones bilingües y trilingües, lo que da a entender un probable uso didáctico.
Fue alabada por Baltasar Gracián, poniéndola como ejemplo de prosa literaria por su agudeza y arte de ingenio.
En definitiva, nos hallamos ante una obra maestra de la literatura medieval, cuya lectura constituye un deleite para los sentidos.