Huellas de Ramón Gómez de la Serna

El incongruente

“Los domingos tenían para el Incongruente la congruencia espantosa de lo que está regulado por los paseos en orden de las personas de orden.
«¡Qué esperar de un domingo!»—se decía él con engaño y rabia; y miraba por los balcones el mundo lleno de los pájaros grises del domingo, de esas palomas grises que ponen gris la tarde.
Las tiendas cerradas eran como portales o balcones cerrados, y los ventanillos que algunas puertas tenían en lo alto ponían más triste la tarde.
El Incongruente comenzaba a pasar la tarde de convalecencia del domingo, que el lunes es tarde de recaída y el martes es ya normalidad.
Las horas eran las horas de la vacación, y sonaba la campana del reloj con displicencia, como repitiendo las horas, dando las tres en vez de las cuatro, y cosas por el estilo.
En la casa de arriba se movían las gentes y pateaban con esa inquietud que les entra a todos en la jaula del domingo, y el arrastre de las sillas sobre la tarima daba dentera a toda la casa.
El Incongruente tiró el libro sobre una mesa con rabia y alborotó el silencio de su casa.
—¡No espero nada del domingo!
Y se comenzó a pasear por la casa hablando solo.
—Es un día en que está cerrada la Casualidad… ¡Qué se va a esperar de un día en que está cerrada la casualidad! Es un día en que mejor sería que nos cloroformizasen…”


Entre las novelas de Ramón Gómez de la Serna, El incongruente es la primera que plantea, en clave de humor, pero al mismo tiempo, con absoluta seriedad y rigor, la inconsistencia y el sinsentido de la vida. Este hilo argumental lo cultivará después en otras novelas que serán denominadas por él mismo como «novelas de la nebulosa». Cabe citar, El novelista, ¡Rebeca! y El hombre perdido.

En el incongruente, el protagonista, de nombre Gustavo, se ve infectado por «el mal del siglo, la incongruencia», desde su nacimiento en una función de ópera hasta que, tras una serie de descabelladas peripecias, muchas eróticas, se casa y con ello pone fin al caos y el desvarío.

La novela pone de manifiesto un sentimiento, extendido en su tiempo, de inseguridad e incertidumbre, de decaimiento de los conceptos doctrinales del mundo que habían estado vigentes hasta principios del siglo XX.

©  Encima de la niebla

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Revista cultural

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