Ilusiones por docena
Larguísimo viaje en vapor desde su natal Infiesto hasta Montevideo. Su mamá lo despidió con doce huevos duros, un par de zapatillas y el último abrazo. Tenía dieciocho, nunca más la vería. Atrás quedarían las montañas, la sidra, la jota haciendo bailar las entrañas. Interminables horas el Atlántico lo tuvo en su lomo, como caballo salvaje, enfrentándolo al vaivén de las emociones. El abuelo Marcelino. Doce hijos uruguayos le sucederían.
© Lucía Borsani
Imagen Santuario Virgen de la Cueva en Infesto, Asturias, España © Rodelar