La canción del verano: Otro día más sin verte…

Aquellos encuentros fortuitos, eran vitales para aquella lenta agonía, coincidir en pasillos, en la cafetería, escaleras, anfiteatros, el Departamento de Humanidades, los exámenes finales, las últimas complicidades de un juego tácito con algún torpe saludo monosilábico y nada más. Ese era su pasillo de la muerte como todo condenado a la pena capital, él lo sabía y procuraba darles oportunidad. Con mayo acabó aquel crush, y tuvo todo el verano para cantarla(le), tararearla(le), en sus dos versiones: balada pop en inglés y en español. Dos largos meses, con sus tardes calurosas y sus noches insomnes, para nunca jamás en su vida saber de ella, dos largos meses; el inicio para saberla olvidar.

Estuvo tentado a comprar el cassette, pero lo dejó así no más, sintonizar en frecuencia modulada, era más que suficiente para ralentizar su duelo cortavenas, después de todo su vocación de poeta maldito le llevó a intuir que al grado de dolencia de aquel crush le bastaba ese suplicio aleatorio y a cuenta gotas, así era más deliciosa la incertidumbre de cuando sería la próxima vez en que se tocara en la radio su sentencia, algo así como una ruleta rusa en clave musical. Aquello que nunca se concretó fue el dolor más placentero para iniciarse en su playlist de la canción del verano.


© Texto: José G. Santos Vega
© Imagen de Artmo_Polska  en Pixabay

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