La fiesta de San Pedro en las caletas de pescadores de Chile.
El Santoral, libro de la vida y hechos de los santos, nos entrega un listado de los nombres que se conmemoran en cada uno de los días del año. Su objetivo es recordarnos la huella que dejaron en su vida o los milagros posteriores a su muerte.
Muchas personas evocan a los santos en sus oraciones para pedir favores y hacen mandas o promesas a cambio de recuperar la salud propia o de alguien querido, encontrar pareja, empleo u objetos perdidos.
A cada santo se le atribuye algún don “milagroso” especial, por ejemplo: San Antonio encuentra personas perdidas, y además, marido para las muy solteras; San Cayetano encuentra objetos perdidos: basta solo pedirle con fe “San Cayetano, pónmelo en la mano” y aparecerán las llaves, los anteojos, la billetera o lo que se haya extraviado. San Judas Tadeo ayuda a solucionar las causas imposibles; San Isidro Labrador es el patrono protector de las cosechas y a él se le clama para que llueva o salga el sol. Santo Tomas de Aquino es el apoyo a los estudiantes para aprobar los exámenes.
La mayoría de las personas hemos sido designados con alguno de esos nombres y celebramos nuestro onomástico en la fecha indicada por este libro sagrado. En mi caso, el 22 de noviembre se conmemora a Santa Cecilia, la patrona de la Música.
Otros santos protectores con devotos específicos son: San Ramón Nonato, patrono de los partos, niños y embarazadas; San Valentín, de los enamorados; San Juan de Dios, de los enfermos y San Pedro, el patrono de los pescadores.
En Chile se conmemora especialmente el 29 de junio, el onomástico de San Pedro, patrono de los pescadores de todo el país (con cerca de cuatro mil kilómetros de costa). Es una festividad religiosa decretada como Feriado Nacional para facilitar las múltiples actividades que se realizan en su honor: procesiones por tierra y por mar, degustaciones de comidas típicas con productos marinos, bailes y cantos de grupos folklóricos, entre otros.
Me gusta mucho participar en esta fiesta: asisto a la misa donde los pescadores dan fervorosos agradecimientos a su patrono por los favores concedidos. Sigo la procesión por las calles, detrás de la imagen de San Pedro que es transportado en los hombros hasta el embarcadero. En el mar, lo siguen las embarcaciones engalanadas con flores, guirnaldas y banderas chilenas mientras un sacerdote va bendiciendo el mar, los peces y los pescadores. Observo la devota procesión por mar y finalizo degustando sus platos típicos.
He disfrutado de este maravilloso espectáculo en diferentes regiones de mi país. Por ejemplo:
-En la caleta San Pedro de Algarrobo, un balneario de la costa central. Ahí la celebración comenzó la noche del 28 de junio. Con mi hermana Karin llegamos a las 20:00 h a la caleta. Los pescadores y sus familias, portando flores y pequeñas velas encendidas, rodeaban la estatua de San Pedro. Después de orar y agradecer a su patrono, cantando se dirigieron a la orilla del mar seguidos por un gran número de lugareños y turistas. Depositaron en el mar sus velas encendidas y las flores. ¡Qué hermoso espectáculo verlas flotando y decorando las tranquilas aguas iluminadas por la luna llena!
Al día siguiente, la misa y las procesiones por tierra y mar finalizan con unas exquisitas empanadas fritas de mariscos.
-En la isla Rapa Nui. Con mi amiga Paula nos dirigimos a la Parroquia Santa Cruz para asistir a la misa de las 9:00 h. Fue oficiada tanto en español como en rapanui. Dos grupos folklóricos pascuenses nos cautivaron con su música y canciones. Un sonido celestial entre rezos fervorosos… ¡una experiencia inolvidable!
Luego salimos en procesión hacia la caleta Hanga Roa Otai, donde se embarcaron las imágenes de San Pedro para continuar con la procesión por mar. En su recorrido hicieron un alto frente al cementerio para orar por los pescadores fallecidos y sepultados en ese lugar. Mar adentro oraron por los fallecidos en el mar.
Con Paula caminamos por el borde costero siguiendo su recorrido hasta llegar a la caleta Hanga Piko donde desembarcaron y pudimos unirnos a la procesión que continuó hasta la sede de la Asociación de Pescadores Artesanales de la isla.
Ahí fuimos invitadas a compartir el Umu Hatu o “Curanto comunitario para agradecer” que se estaba cocinando en un hoyo cavado en la tierra: el fondo se cubre con piedras volcánicas calientes. Luego se dispone una capa papas nativas, luego otra capa de piedras y sobre estas, las carnes -gallina, vacuno y pescado- envueltas en cáscara de plátano, sellado con hojas de plátano.
Cuando estuvo listo, el sacerdote lo bendijo y comenzó su distribución entre los asistentes. Todo esto amenizado por cantos y danzas tradicionales. Sentadas en torno a una mesa larga compartimos con los lugareños mientras saboreábamos esta deliciosa especialidad culinaria acompañada del tradicional Poe, una especie de budín hecho con camote o zapallo.
–En la caleta El Membrillo de Valparaíso. La celebración comienza con una misa en la caleta. Los pescadores le agradecen a San Pedro la protección otorgada durante el año y solicitan su bendición para sus futuras actividades pesqueras. Se puede vislumbrar la fe y devoción en sus rostros.
De ahí salen llevando la imagen de San Pedro en procesión por las principales calles hasta el muelle Prat, donde se embarcan para continuar con la magnífica procesión por mar.
Las imágenes de este espectáculo quedaron retenidas en mis pupilas y decidí plasmarlas en una tela para compartirlas. La obra se titulaLa Procesión marítima de la Fiesta de San Pedro.

En el trayecto hacia el muelle, me sorprendió ver cofradías: organizaciones de músicos danzantes luciendo atractivos y coloridos trajes con ornamentadas máscaras nortinas de diablos. (Diabladas). Danzaban con movimientos acrobáticos y soplaban sus zampoñas, quenas y pifilcas emitiendo un sonido similar al chillido de gaviotas asustadas. Eran dirigidos por un tamborero para que saltasen y girasen al unísono, y por un alférez que cantaba para que el resto repitiera a coro.
Inmersa en esa música embriagadora no pude dejar mis pies tranquilos y dancé al ritmo de sus instrumentos. ¡La emoción me embargaba!
Al llegar al muelle, el sacerdote y la comitiva que transportaba la imagen de San Pedro se subieron al navío mayor y se instalaron en la punta de la proa. Los pescadores artesanales y sus familias repletaron el lugar ubicándose entre la proa y la popa.
Los devotos van detrás, en lanchas adornadas con flores y guirnaldas de coloridos banderines. Una gran oportunidad para pasear en lancha en familia venerando al santo.
Los barcos que están en la bahía tocan sus sirenas o bocinas al paso de la procesión, mientras cientos de espectadores agitan sus pañuelos y banderitas chilenas desde el muelle.
El recorrido por mar hacia la caleta El membrillo es una verdadera fiesta de sonido y color. A pesar de que estamos comenzando el invierno, generalmente, San Pedro nos bendice con un día de sol radiante.
Al llegar de vuelta a la caleta, la fiesta continúa por muchas horas más. Las cofradías siguen danzando y los pescadores nos agasajan con un sabroso pescado frito y ensaladas, acompañado de un vaso de vino blanco. ¡Nada mejor para terminar un inolvidable día de festejos!
Texto e imágenes © Cecilia Byrne